Capítulo IX
No importa cuánto intentes olvidar, habrá alguien dispuesto a evocar las cenizas que no se han consumido en su totalidad, golpeándote una vez más con su realidad.
No sé qué esperaba obtener con esta plática, igual no sé si respondería con la verdad a cada pregunta que le haga; ahora estando frente a él podía preguntar todas las dudas pero no se animan a salir de mis labios.
Nos veíamos en silencio como si estuviéramos analizando cada movimiento que hiciéramos, como si quisiéramos ver lo que cada uno esconde sin tener que pronunciar palabra alguna.
-¿Quién eres realmente Tavalas?- salió de mis labios esa pregunta, esa que ha estado rondando en los últimos meses en mi mente.
-Algo me dice que ya lo sabes pero no quieres recordar- exclamo desviando su mirada para luego sonreír de lado ante mi desconcierto.
Esa respuesta no me la esperaba ¿se quién es?, le quede mirando varios segundos esperando que dijera algo más o me de alguna pista, pero estaba sin hacer movimiento alguno más que el de respirar.
-Si supiera quien eres, no estuviera aquí preguntando- dije de forma altiva mirando sus ojos color esmeralda- ahora dime quien eres en realidad- ordene con voz clara como si tuviera derecho en hacerlo.
En su rostro se dibujó una sonrisa triste en un inicio para después ser juguetona.
-Señorita Mwezi, ¿Qué haría si no le doy una respuesta?- dijo sonriendo, él sabía que no podía exigir que me responda- Simplemente no puede ordenar que le diga quién soy- exclamo acercándose a mí- y más cuando nos sabes quién eres tú- articulo una vez estando a un paso de distancia.
Él tenía razón, no recuerdo quien soy realmente y estoy aquí exigiendo que me diga quién es, estoy frente a él con los ojos vidriosos sin querer derramar lágrimas.
-Antes de cuestionar mi naturaleza, cuestiona la tuya- dijo dándose vuelta para irse de ese lugar dejándome sola.
Una vez se dio vuelta las lágrimas que retenía comenzaron a brotar como agua de manantial, me quede ahí parada viendo que se alejaba, sentía que esta escena ya la había vivido antes.
Como película en mi cabeza se empezó a reproducir aquel sueño que me mortificaba cuando era niña, ese sueño en el que despertaba llorando todas las noches y Agatha me decía que solo fue una pesadilla.
Habían personas peleando, no entendía que estaba pasando, antes no se peleaban era un lugar pacifico para vivir; yo estaba escondida en un rincón de una habitación color rosa, atemorizada ante tal masacre que se estaba dando fuera del palacio.
-Busquen a la princesa y llévenla lejos-escuche que ordene la voz de un hombre.
Tenía miedo escuchaba los gritos de los habitantes de ese reino, escuchado los gemidos de dolor y sufrimiento pero yo estaba ahí escondida como cobarde tapando mis oídos para dejar de escucharlos pero fue inútil, seguía oyéndoles.
-Vamos princesa, tenemos que sacarte de aquí- exclamo la voz de un joven con ojos color verde.
Tendió su mano para que la agarrara y me sacara de ese lugar teñido de lamentos y dolor, corríamos por los pasillos esquivando a los sujetos de negro que irrumpieron mi vivienda.
Llegamos a salir del castillo, y las calles manchadas de cuerpos y color carmín se hicieron ver antes mis ojos humedecidos por mi llanto.
-Princesa, saldremos de aquí- dijo aquel muchacho con espada en mano para despejar cualquier obstáculo que se cruce en su camino- Vas a estar bien, lo prometo- susurraba agitado por la acción que desempeñaba.
En el recorrido hacia la fortaleza, hubo incidentes donde tenía que empuñar su espalda para mantenerme a salvo y llegar al destino donde me esperaba una mujer con cabello rubio y ojos color zafiro como los míos.
-Mi niña, mi pequeña, gracias a los Dioses que estas a salvo- exclamo la mujer al borde del llanto mientras se acachaba para abrazarme- Lo siento todo es mi culpa- decía besando mis mejillas húmedas por las lágrimas que salían- Tengo que hacer lo correcto- dijo tomando mis mejillas para que la vea a sus ojos mar que estaban envueltos en llanto- No olvides que amo- exclamo dándome un beso en la frente para luego pararse.
Vi cómo se dirigió a la puerta por donde entre, le murmuro algo que no escuche al chico que me trajo a ella, y desaparición de mi vista sin mirarme una vez más.
Mi llanto se hizo más intenso al comprender que no la volvería ver, corrí tras de ella gritando “mamá no me dejes” pero fui atrapada por los brazos de un joven impidiendo que avanzara más y todo ese caos desapareció ante mis ojos.