Parva Luna

Capítulo XI

Capítulo XI

En medio de la oscuridad tiene que haber luz, ya sea para iluminar o  hacer sombras en tu alma.

Agatha seguía abrazándome y regañándome mientras comprobaba si está bien físicamente, pero si miraba su alma vería que estaba destrozada por la mentira que ella se autoimpuso hace más o menos ocho años atrás.

Halia la miraba como si viera el dolor que cargaba en su corazón, pero no dijo nada, solo sé quedo ahí parada mirando la escena como un espectador de teatro.

-No vuelva a desaparecer así por un dia completo,  a la señora aquí presente se está carcomiendo de culpa y preocupación- dijo Halia en tono de reproche y broma.

-Lo siento, no era mi intención tarda en regresar- dije, aunque no era toda mentira, solo cambio la respuesta que esperaba por Tavalas y regresar a casa.

-Ahora no vas a decir donde estuviste señorita- dijo Agatha, y no pude evitar sonreír, ella se preocupaba en verdad por nosotras aun cuando por mí nunca debió hacerlo.

-Solo necesitaba reflexionar y al lugar que me da tranquilidad- dije sin decir la razón- pero de tanto pensar me quede dormida- susurre cabizbaja.

-Bien, ¿y si comemos? La verdad tengo hambre- exclamo Halia al ver que Agatha seguiría cuestionando.

-Pero si acabas de comer- dijo Agatha mirando a Halia, mientras esta hacia ojitos de cachorro hambriento- Esta bien, pero solo porque Diana debe tener hambre- vocifero Agatha, dándose vuelta para ir a la cocina, murmuraba cosas como esta niña ¿A dónde le va toda esa comida? Hasta desaparecer de nuestra vista.

-Bien, cuando me dejaste ahí fuiste a buscar a Alexandro ¿Verdad?- no era pregunta estaba confirmando aquel hecho, pero aun así asentí.

Lanzo un suspiro mirando a todas partes como si buscara algo en especial pero realmente lo hacía para analizar las cosas.

-Dia no puedo exigirte que me cuentas que pasó- inicio un discurso que al parecer últimamente se le está dando bien para ser alguien que no es de demostrar lo que siente- y no digas no pasó nada, se ve que has estado llorando- dijo siguiendo con sus discurso- además sé que cuando esté lista nos dirás, porque quiero pensar que confías en nosotras y lo harás en su momento- dicho esto finalizo su discurso y se fue a la cocina dejándome ahí en la sala.

No sé por qué siento que ellas saben algo, o intuyen lo que me está pasando, o bien soy  fácil de leer; sin más la seguí a la cocina viendo que ya se había sentado y empezando a comer la pasta que hizo la abuela.

Igual me senté y comencé a comer esta delicia, puede que se algo simple pero la abuela siempre procuraba hacer con amor por nosotras cada comida que cocinaba; Agatha con su cariño y paciencia, tiempo atrás fue ganando mi confianza hasta tener más que eso.

En ella veía una madre, a pesar de su edad, en ella vislumbraba a la madre que alguna vez tuve y no recordaba hasta hace poco su rostro; en Agatha vi la luz que esperaba para iluminarme en la oscuridad que me encontraba en ese momento.

La luz que desprende Agatha es hermoso, su resplandor es reconfortante y con solo estar cerca de ella te abraza y brinda calor ante la fría oscuridad que invada tu alma.

Su nieta de sangre, Halia, no se queda atrás ante su fulgor, es igual de  iluminante y caluroso; sin embargo hay diferencias Halia podría llegar a quemar si ella quisiera.

No solo en eso son diferentes, podría asegurar que Agatha tenía el cabello pelirrojo en su juventud, así como el de Halia, pero sus ojos mientras que una los tiene chocolates la otra los tiene café verdosos.

Ambas compartían un aroma particular, como a incienso, y tal vez por ello estar a su lado es relajante y pacífico.

Mientras comíamos platicábamos de todo, recordando travesuras que compartí con Halia como la vez que cambiamos la sal al traste de azúcar y viceversa, o cuando escalamos un árbol queríamos hacer un nido.

Estos también son mis recuerdos, y son muy valiosos para mí, en aquel entonces no tenía nada en la memoria más que mi nombre y las palabras de aquel joven que no regreso por mí,  por ello Halia propuso hacer recuerdos como empezando desde cero.

Una parte por esos son valiosos estas memorias, pero por otro lado son con las personas con quienes los comparto, ya que me mostraron que después de una tormenta sale el sol alumbrando con sus rayos a todos los que lo rodean, y para mi ellas dos son mi sol que brilla en mis días.



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En el texto hay: ficciongeneral, descendiente de la luna, amor

Editado: 18.11.2018

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