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Seguí al chico hasta la oficina.

La oscuridad era la anfitriona en este lugar, hasta que llegamos a una habitación en la que la iluminación era mejor.

El barman abrió la puerta y luego entré.

-Buenas noches- Saludé cordial, un hombre como de la edad de mi papá estaba sentado junto en frente de un gran escritorio.

-Buenas noches, señorita. Soy Henry Jefferson- él estiró la mano para que la estreche, o eso creí hasta que acercó mi mano a su boca, y besó el dorso de esta mientras me miraba a los ojos. Tengo que admitir, que un poco me perturbó esa acción, pero decidí dejarlo pasar.

-Isabella.

Asintió

-Me dijeron que no tiene como pagar una deuda, ¿eso es verdad?.

-Si, y quería ver si podía pagar mi deuda limpiando el lugar o algo por el estilo.

-¿De donde sacaste esos...?

-Billetes. Son billetes.

-Esos billetes- continuó él.

-No puedo explicarle demasiado, en realidad no puedo explicarle, le verdad- informé- pero quiero pagar esa deuda como sea. No quiero deberle nada a nadie.

El tipo se paró y rodeó el escritorio hasta apoyar el culo en la parte delantera del mueble. Poseía una postura dominante, la típica de un machito que se cree superior. Y la verdad es que me intimidaba, pero claramente en ningún momento dejé saber lo mucho que ese hombre me perturbaba. Permanecí firme frente a él, la cabeza a lo alto, sería, haciéndole saber que nada ni nadie pasaría por sobre mí. Nadie me manipulaba, las cosas conmigo funcionaban al revés, o directamente no funcionaban un carajo.

-Entonces... ¿paragaria la deuda como sea?- Preguntó mientras jugaba con su anillo de oro.

-En la medida de lo posible- la seriedad en mi tono era claro. Creo saber por dónde iba eso.

-Veamos las posibilidades- se enderezó y comenzó a caminar lentamente, de un lado a otro en la habitación- ¿Quieres lavar los trastes para poder pagar la cuenta? -Asentí- pero no creo que eso sea lo idóneo- se acercó a mi a paso lento hasta posicionarse justo en frente. Levantó su mano derecha para poder acomodar un mechón de cabello que estaba suelto, detrás de mi oreja. La acción me dio asco, puro asco- Ensuciar tus finas manos, limpiando la basura de los demás, me parece idiota- pasó a agarrar mi mano derecha y acariciarla. Una arcada amenazaba con aparecer, pero la detuve. En mi vida me había sentido tan asqueda como en este momento- Mientras que podrías hacer otras cosas mejores con ellas, ¿No piensas lo mismo, cariño?. Y no solo con ellas, sino con todo de ti.

Por más de que ya me hacía una idea lo que el bastardo iba a decir, no pude sentirme sorprendida, indignada y totalmente asqueda. Estaba enojada. Esto era mucho peor que el numerito de esta mañana. El viejo asqueroso se me estaba insinuando, y si no salía corriendo de aquí, era muy seguro que algo más grave que una insinuación pasaría.

-¿Qué si pienso lo mismo? Yo pienso que podrías meterte tus insinuaciones por el centro del culo. ¿Qué crees?¿Que porque no tenga para pagar 6 tragos de whisky me voy a rebajar a hacerte una puta paja? Estas de coña- solté con todo el asco brotando de mi ser- No te tocaría ni con un puto palo podrido. Asco la gente que cree que por poseer un poco de poder, puede venir y manejar las vidas de los demás a su antojo, como si de un puto títere se tratara.

-¿Con quién mierda piensas que hablas, mocosa irrespetuosa?- soltó enojado. Pero no más que yo.

Nunca en mi vida me había enojado tanto algo. Ni el numerito de esta mañana, ni los comentarios idiotas que dijo el otro estupido. Esto estaba en otro nivel, y mi respuesta a esta situación, tiene que estar a otro nivel.

El viejo me sostuvo con sus asquerosas manos, rodeando mis brazos. Intente safarme pero el me sostenía con mucha fuerza y dudaba que no me quedaran las marcas. Y eso fue hasta que intento besarme, hasta que intentó unir sus asquerosos labios con los míos, yo movía mi cabeza con desesperación mientras trataba de evitar que me besara. Como veía que con mi boca no tenía suerte, metió su asqueroso rostro entre mi cuello y comenzó a besarlo. Negaba a mis adentros, a mis afueras y a otro puto universo. Él solo decía que me relajará que esto me encantaría al final, y las ganas de llorar vinieron. Intenté soltarme otra vez, pero en ese intento, el con un rápido movimientoe atestó una fuerte cachetada en el lado izquierdo de mi rostro. Lo que hizo que las lágrimas brotaran, grité por ayuda, pero el salón estaba bastante alejado y con música como para que pudieran escucharme.

Quería que esto parara. Nunca me había pasado algo así. Nunca había sentido esta sensación tan asquerosa, que hacía que me doliera hasta el puto corazón.

Pero no iba a dejar que este hijo de puta se saliera con la suya, así que entonces le atiné una merecida y para nada delicada patada en los huevos.

Se retorcía de dolor y yo aproveché para safarme de su agarre. Tenia rojo y caliente en la zona en la que me había agarrado.

Maldito viejo de mierda. Me la ibas a pagar, y muy caro.

Corrí. Crucé todos los oscuros pasillos que había antes de llegar al gran salón. Miente estaba nublada de tanto odio. No sabía que tanto hacer, hasta que vi el micrófono en el centro del escenario. Corrí hacia él y llamé la atención de todos.

-Bueno, buenas noches a todos- comencé. Todo el mundo ahí me miraba raro, mucho más que hace rato- Yo sé que no me veo de la mejor manera y que todos aquí me miran un tanto raro. Pero ese no es el punto. Hace unos minutos yo estaba por allá, en la barra pidiendo un trago, en lo que se transformaron en seis más. Al momento de pagar no recibieron mi dinero, y lo entendía, el sistema monetario que utilizó no es el mismo que el de aquí. Pero eso no es lo malo. Lo realmente malo empieza cuando me dirijo a hablar con el gerente para poder ver de qué manera podía pagar mi cuenta, y que por supuesto sea de una manera digna. Pero no fue así- mi voz se entrecortó- él señor Jefferson se me insinuó de una manera asquerosa e indignante, y al yo rechazarlo, decidió abusar de mi. Me golpeó, porque yo me resistía, y si no fuera porque le golpeé para poder escapar y contar esto en frente de todos ustedes, el me estaría violando a su antojo.