Pasado

6

Congeladas.

Estábamos petrificada, no sabíamos que hacer.

-¡Escondete, joder!- Bramó ella, exasperada.

Miré a mi alrededor. No había nada que podría ocultarme completamente. Solo unos cuantos muebles pequeños y... ¡Wala!. Un mueble, de más o menos mi altura estaba pegado contra la pared, tenía que moverlo unos centímetros para poder entrar entre éste y la pared.

La puerta, parecía que estaba dañada la cerradura, ya que la persona que estaba del otro lado no podía abrirla.

-Sarah- le susurré- sostén la puerta en tanto yo me oculto.

Ella parecía confundida. Pero en segundos entendió mi idea. Corrí lo más rápido que pude, moví el mueble y me escondí detrás de él. Le hice señas a Sarah para avisarle que ya estaba, entonces ella habló.

-¡Joder con la puerta!- gritó.

-¿Sarah?-La voz de un hombre se sintió del otro lado.

-¿Francisco? Soy yo, Sarah. No puedo abrir la puerta, ¿puede ayudarme desde allí?- preguntó con un tono de voz suave. Joder con la Barbie mandada, que buena actriz que me salió.

-Yo estoy de la misma manera.

Ella soltó el picaporte.

-Creo que lo arreglé- informó- Tire la puerta hacia allí, don Francisco.

Sentí como abrió la puerta de golpe, traté de no hacer ningún ruido. Casi ni respirar. No sabía quien era ese don Francisco, ni mucho menos de que sería capaz de hacer si me encuentra aquí.

-¿Qué haces entrando por aquí, niña? Tu tienes que entrar por la puerta que da directo a la cocina- reprochó el hombre.

-Si, pero está lloviendo, y la puerta de la cocina me queda un poco más alejada. Y después de todo, ¿por qué me reclama usted a mi? Que yo sea un crío al lado suyo, no significa que yo no tenga más autoridad que usted. Con todos los respetos, don Francisco, pero yo soy su superior. Y me parece a mi, o ¿usted tendría que estar haciendo guardia en la entrada, en vez de estarme reclamando cosas sin sentido?.

El hombre bufó.

-Lo siento, señorita Sarah.

-Muy bien, don Francisco, creo que nos vamos entendiendo. Ahora puede ir a ocupar su puesto de trabajo con total normalidad, voy a hacer de cuenta de que no vi nada, y mucho menos que escuche el descarado reclamo que acaba de darme- La voz de Sarah era tranquila, segura y decidida. Dios santo, y yo que pensaba que era "Miss yo hago lo que me pidan y nada más".

El hombre se fue, y Sarah se acercó hasta donde yo estaba para indicarme que el área ya estaba depejada.

-Vamos, que parecías más calmadita, pero veo que tienes los ovarios bien puestos.

-Que hable con respeto a las personas, no quiere decir que no tenga el control sobre ellas- se limita a decir.

-¿Qué quieres decir?.

-Bueno, por decirlo de algún modo, yo soy la jefa suprema de todos los empleados de esta casa. Soy la encargada de mantener la ley y el orden cuando mis patrones no están. Tengo el poder de hacer y deshacer, siempre y cuando sea lo correcto, y obviamente sea aprobado por mis superiores.

-En simples palabras: eres la puta ama del lugar.

-Algo así- Nos adentramos al lugar- Ellos tienen mucha confianza en mi, desde los catorce años que trabajo para ellos, y nunca les he fallado- seguimos caminando por un pasillo- Sígueme, nos vamos a mi habitación, te prestaré ropa para que puedas bañarte y cambiarte. Tengo un baño particular en mi habitación, así que supongo y eso no será un problema.

-Muchas gracias, Sarah, de verdad- Ella se dió media vuelta, y una sonrisa genuina apareció en sus labios.

-Por nada, Isabella.

Llegamos a la que sería su habitación, y entramos. El dormitorio era muy sencillo. Una cama, un escritorio, un armario, las paredes blancas, y un pequeño cuarto adicional, lo que suponía que sería el baño.

-Entra por ahí. Buscaré un vestido para que te vistas- indica, y un fuerte impulso de abrazarla llega a mi.

No me gustaban los abrazos, mucho menos de las personas que no conocía. Pero con ella fue diferente, quería demostrarle cuán agradecida estaba.

Así que la abracé. Al principio como que se sorprendió, pero luego me devolvió el abrazo con la misma intensidad.

-Gracias, Sarah- le susurré en su oido- Eres como mi puto Ángel de la guarda.

-Para servirte, cariño.

-¡Sarah!- el grito de un chico llenó todo el pasillo. Medita mierda, venia para aquí. En cuestión de segundos, sentimos unos toques en la puerta- ¿Sarah, estás ahí?.

Era Ander, estaba segura de que era él. Esa voz de gilipollas la reconozco de aquí hasta la china.

-Escondete bajo la cama- susurró Sarah- ¡vamos!. Un momento- gritó.

En un rápido movimiento me metí bajo la cama, y ella abrió la puerta.

-¿Por qué no abrías?- interrogó él.

-Me estaba cambiando. ¿Necesita algo?- el tono de voz de Sarah era cortante y hasta podría decir que un poco frío.

-No me hables así.

-¿Así, cómo?¿Cómo quiere que le hable? Si usted es el señor de la casa.

-¿Sigues enojada por eso?.

-Pues si, si, Ander. Estoy furiosa por eso.

-Pero...

-¡Pero nada, joder! Que me ibas a golpear, en medio de todas esas personas. ¿A caso tu no sientes nada?¿ni siquiera empatía?.

-¡Que si no lo hacía, él lo iba a hacer conmigo y mucho peor! Y te consta- se defendió.

-¡Deja de meterme siempre en el medio, de cargar yo con la culpa!- Bramó ella- También deja de ser tan egoísta, hubieras aceptado la culpa. Si yo te tiré un poco de café en tu saco de príncipe, ¿pero eso le daba derecho a tu padre de tratarme cómo me trató, o de decirte que si no me golpeabas, luego sería peor para ti? Y tu como un idiota obedeciendo cada locura que a don Carter Miller se le venga a la mente. Madura de una vez, Ander. Tienes veinticuatro años, pon los putos huevos sobre la mesa, y enfrenta a tu padre de una puta vez- el silencio reinó entre ambos. La cara de tristeza en el rostro de Ander, en otro momento o quizás en otra vida, me habría causado un poco de disgusto en medio de mi pecho. Pero ahora estábamos hablando de un tema en específico, uno llamado violencia. Y ninguna persona que la ejerciera, se merece ni una pizca de empatía de mi parte. Ander abrió la boca para decir algo, pero se arrepintió.- Que yo sea tu mejor amiga, no significa que aguantaré millonadas de humillaciones solo para salvar tu culo ante tus padres. ¿Lo entiendes, Ander?.




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