Miro por la ventana del avión.
Observo las nubes rosáceas y el contraste que causan en el cielo tan azul, parece broma pensar que bajo ese precioso cielo se esconde la ciudad más próxima a Charlestón, no quiero que se me malinterprete siempre me a gustado mi pueblo natal, allí es donde crecí y conseguí mis metas para poder seguir mi sueño de convertirme en maestra pero se a ciencia cierta que hace siete años una parte de mi quedo destruida y sepultada entre la arena de esa playa...
Pasajeros abróchense los cinturones estamos a punto de aterrizar.
Meto el libro que tenía sobre las piernas en la pequeña mochila de mano que llevo y me abrocho el cinturón de seguridad, apretó los reposabrazos con mis manos. Nunca me a gustado volar pero no estoy segura si los nervios que siento en él estómago son por el aterrizaje o porque solo estoy a un viaje de dos horas y veinte minutos de mi pasado.
Soy una mujer adulta y no debería estar experimentado estos nervios, solo es un pueblo no debería albergarme tantos sentimientos, estaré bien ya no soy esa chica insegura de gafas gigantes, soy una mujer fuerte que a vivido en la ciudad y a tenido que buscarse la vida por si sola, se lo que hay más allá de este pueblo y sé que si esto sale mal puedo volver a mi antigua vida.
Charlestón ya no es mi lugar seguro, ya no estoy anclada a el.
Miro a la derecha por inercia de buscar algo que mantenga mi mente entretenida en el aterrizaje, me concentro mirando a una señora mayor que va susurrando algo creo que debe estar rezando y para nada me parece una idea disparatada, estoy apunto de empezar con el padre nuestro cuando tocamos tierra.
Una azafata nos informa que debemos salir en fila y no aglomerarnos todos en los pasillos así que como yo ya tenía planeado dejo que la gente vaya saliendo para poder acéralo yo, a duras penas llego a abrir el compartimentó superior para coger la maleta de mano que guarde al comienzo del vuelo y después de batallar un poco consigo alcanzarla, una vez en mis manos me dispongo a salir del avión los nervios vuelven a instalarse en mi estómago.
Voy hacia la entrada y veo cómo varios de los pasajeros de mi mismo vuelo se reúnen con sus familias, veo cómo la señora que rezaba abraza a un niño pequeño que deduzco que de ser su nieto, el niño se revuelve cuando su abuela le da un beso dejándole una marca de carmín en la mejilla.
-Emory!! Emory!!
Levantó la cabeza confundida ya que no esperaba que nadie viniera a buscarme, sé que se refieren a mi porque mi nombre no es un muy común. Mi padre era un hombre bastante peculiar y como yo fui su única hija pensó que tendría que ser también peculiar por eso me puso ese nombre.
Veo al fondo de la gente a una chica morena con la piel color canela y los ojos celestes más cristalinos que he visto nunca, es mi prima Holland la única familia que me queda.
Voy hacia ella y cuando estamos a unos pasos de encontrarnos mi prima acorta la pequeña distancia fundiéndome en un abrazo, desconcertada me apresuro en unirme al abrazo, Holland y yo siempre hemos sido cercanas era como una hermana mayor pero siempre hemos sido muy diferentes eso nos hacía discutir constantemente quién iba a pensar que terminaríamos compartiendo techo de nuevo.
-Holland no hacía falta que te molestaras en recogerme podría haber cogido un taxi.
-¿Un taxi? Prima parece que no recuerdes que en nuestro pueblo lo más parecido a un taxi son los coches de caballos.
Una punzada de nostalgia me atraviesa el pecho al recordar esos largos paseos en coches de caballos que tanto marcaron mi infancia y posteriormente mi adolescencia.
Cuando recibí la llamada para trabajar de maestra en el pueblo sabía que no iba a ser fácil, tantos recuerdos en esas calles, en esas casas pero sobre todo en las personas que habitan en ese pueblo que alguna vez llame mi hogar.
Sigo a mi prima hasta su coche, un coche familiar de color rojo que me hacen recordar a las madres que venían a recoger a sus hijos en el colegio donde hice las prácticas, es un coche de madre y me extraña que Holland lleve uno así ella siempre a sido más de deportivos o de coches de lujo, de niña siempre decía que se compraría un coche como el que tienen los futbolistas, casi sin quererlo la pregunta se me escapa de los labios...
-Holland, ¿este coche es tuyo?
Mi prima me mira arqueado un ceja durante unos segundos y después vuelve a centrar sus ojos en la carretera, tomamos una que nos dirige hacia el exterior del aeropuerto, me arrepiento de la pregunta cuando noto el silencio incómodo que se instala en el coche así que me apresuro en disculparme.
-Holland lo siento mucho no era mi intención molestarte, solo es que este coche no te pega para nada *digo nerviosa*
Me doy un golpe en la frente ya que lo ultimo tampoco debería haberlo dicho , debía ser una disculpa sencilla no una que fastidiara más las cosas.
Mi prima suelta una carcajada y me da un golpe en el hombro con su mano libre, me mira con la mirada de niña traviesa que siempre tuvo, noto como la respiración vuelve a mi ser al ver que mi disculpa a servido y que he salvado la situación.
-No me a molestado primita al revés....*suspira* me a sorprendido que todavía recuerdes mi buen gusto a lo que coches se refiere.
Noto que un poco te tristeza se instala en sus palabras, hace siete años que me marche del pueblo y también es la primera vez que tenemos una conversación después de tanto tiempo, me arrepiento de haber cortado relación con ella pero en ese momento necesitaba alejar a Charlestón completamente de mi.
-La verdad es que el coche es de Jane Davis
Un escalofrío me recorre de pies a cabeza.
Miro a Holland ella parece no darle importancia a lo que acaba de decir pero para mi a sido un mundo volver a escuchar su nombre pero sobre todo su apellido, los Davis fueron mi todo en Charlestón pero también fueron mi mayor perdición...