Pasado en los corazones

.50.

Último año de internado.

Acababa de cumplir los dieciocho años.

Ya era toda una mujer adulta a ojos de la ley pero todavía me seguía sintiendo una niña.

Al soplar las velas esta mañana junto a Helen y su madre no había sentido nada distinto.

Estaba en Miami en la casa de vacaciones de la familia de Helen bueno más bien la casa del padrastro de Helen, después de una larga vida matrimonial por fin sus padres se dignaron a separarse. No era de sorprender que el causante de esto fuera que el padre de Helen se fuera con una chica tan solo dos años mayor que nosotras.

Por otra parte hace unos meses que la madre de Helen, Victoria se caso de nuevo esta vez con un abogado de prestigio llamado Patrick que venía acompañado por su hijo Owen. El chico estaba para comérselo y no lo decía solo yo, Helen estuvo una noche entera creyendo que se había vuelto loca y que quería cometer incesto, yo le dije que no era incesto porque no tenían parentesco pero ella seguía empeñada en que tenía que encerrarla en un manicomio.

Owen reunía todo lo que un tío bueno tiene que tener según nuestra sociedad, cuerpo tonificado, pelo rubio platino y unos ojos azules, sin olvidarnos de esa personalidad chulesca que hace que a más de una chica se le haga fácil pillarse de él.

Tenía los ojos azules cosa que yo solía evitar en los chicos porque me recordaba demasiado a él, había tenido algún rollito en alguna fiesta que Helen había echo en vacaciones pero nada serio eso si todos los chicos debían tener los ojos oscuros.

Esta noche íbamos a hacer una fiesta para celebrar mi cumpleaños, iba a venir bastante gente conocida entre ellos modelos ya que la madre de Helen era modista y crítica de moda. Yo estaba acostumbrada a tratar con gente conocida ya que en el internado casi todos por no decir todos eran hijos de gente influyente entre ellos futbolistas, actores, empresarios...

Delante del espejo me decido entre ponerme un vestido negro de lentejuelas o uno rojo con una obertura en la pierna derecha, los dos estaban fuera de mi zona de confort que se resumía en sudaderas y vaqueros anchos.

Yo nunca había sido una chica que se pusiera ropa extravagante o "femenina" y una vez ingrese en el internado eso no tenía por qué cambiar pero al conocer a Helen deje que me fuera aconsejando y se convirtiera poco a poco en mi estilista personal haciendo que la vieja Emory fuera desapareciendo.

Había avanzado mucho a la hora de maquillarme y peinarme pero todavía me resistía a eso de los vestidos atrevidos, él negro me apreció demasiado corto y el rojo demasiado llamativo.

-El negro sin duda *dijo una voz*

Miré hacia la puerta para encontrarme con un Owen que me repasaba con la mirada varias veces, me hizo sentir pequeña y quise taparme ya que solo estaba utilizando una camiseta larga que me tapaba hasta los muslos, era de mi padre la solía utilizar para dormir.

-Gracias por el consejo lo tendré en cuenta *dije*

-Hazlo seguro que estarás preciosa, bonita

¿Preciosa? ¿Bonita?

Todos los chicos que tenían los ojos azules tenían una señal de peligro en la frente para mi pero no pude evitar sonreír mientras me terminaba de abrochar el vestido negro.

Sobre las diez de la noche empezaron a llegar los invitados, conocía a algunas personas del internado es decir eran compañeras mías pero con algunas de ellas no había intercambiado palabra y eso que habíamos estado conviviendo tres años.

Allí en el internado sólo tenía relación con Helen y alguna compañera más pero allí solo podía confiar en mi mejor amiga y estaba bien así, sabía lo que era confiar en demasiada gente y en lo peligroso que eso podía convertirse. Cuanta menos gente dejes entrar en tu vida menos podrá herirte.

Después de recibir cientos de felicitaciones me sentí un poco abrumada así que decidí salir a tomar un poco el aire, había un jardín bastante amplio en la casa así que me acerque hasta la fuete que estaba en el centro, la casa era como una especie de casa de campo así que estaba rodeada por naturaleza.

-Veo que al final seguiste mi consejo *me dice*

Owen toma asiento a mi lado en el borde de la fuente, va vestido con una camisa blanca remangada hasta los codos y unos pantalones de traje que dejan al descubierto sus tobillos todo esto acompañado de unos mocasines color crema, va vestido como un muñeco Ken pero para qué negarlo muy atractivo.

-Si bueno tampoco tenía mucho dónde elegir *le digo*

-Vamos bonita estoy seguro de que cualquier cosa que te pongas te quedara de muerte *me dice*

Me rio ante su comentario

-¿Te hago gracia? *me dice molesto*

-No, solo me pregunto a cuantas chicas le habrás dicho lo mismo *suelto*

Owen finge con gestos como si alguien le hubiera apuñalado en el corazón, empieza a tirarse al suelo fingiendo desmayarse.

-Vaya bonita has matado a mi pobre corazón *dice*

Vuelvo a reírme y me descubro a mi misma sintiéndome demasiado cómoda con este chico.

Pasando bastante rato charlando hasta que Helen me reclama para que vaya a soplar las velas con el resto de invitados.

No quiero marcharme, Owen a resultado ser un chico muy interesante y demasiado gracioso.

-No abandones a tus invitados bonita, estaré aquí cuando acabes *me dice*

Y en efecto cuando acabé el paripé de soplar las velas volví a reunirme con él y así estuvimos hasta que la fiesta se terminó y no quedo ningún invitado más.

Nos despedimos en la punta de las escaleras, él se marchaba a casa de su madre y yo subía a mi habitación ya que mañana debía tomar un vuelo para volver al internado para la graduación.

-Me a encantado conocerte bonita *me acarició la mejilla*

No sé muy bien que fue lo que me empujó a hacerlo pero pegue mis labios a los suyos, el beso al principio fue casto pero luego Owen se despertó de la sorpresa y comenzó a profundizar el beso.




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