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El aroma a rosas combinado con el aire fresco en la habitación. La negrura del cielo nocturno escondería la macabra lucha de poderes. La noche cayó en la agonía cuando una figura extraña se coló en la oscuridad. Con pasos casi imperceptibles se acercó a su víctima.

El sujeto lleva consigo el cuchillo de sangre. Su intención era dar el golpe de gracia, pero fue detenido. Lya había puesto una trampa. Con un ágil movimiento desarmó al hombre. La mujer movió sus labios y susurro un cántico de magia negra. El cuerpo empezó a quemarse desde sus entrañas.

Los gritos desgarradores y de agonía del hombre no fueron escuchados desde el exterior. Luego esté cayó inmóvil con los ojos oscuros y sangre escurriendo por su boca. Lya, suspiro con desgana. Se levantó y se dirigió a la mesa de noche. Buscando entre los cajones encontró un pequeña botella de corcho negro que tenía una etiqueta de color gris.

— ¡Vea usted! ¡Solo dos días han pasado y ya me quieren muerta! — dijo mientras arrastraba al mercenario a la bañera. Con gran esfuerzo depósito el cuerpo, sacó entre sus ropas la botella para luego verter el contenido.

El cuerpo se empezó a consumir hasta quedar en nada. El agua burbujeante se empieza a teñir de verde. Después de unos segundos boto el agua.

«Eso es muy cansado. Debería entrenar, ganar músculo» se dijo en un acto de reflexión. Con una sonrisa triste volvió a la habitación.

— Sal de ahí, condenado. No estoy de buen humor — lya con una mueca de desagrado pronunció cada palabra —. Ayúdame, no puedes quedarte parado sin hacer nada.

El silencio no se rompió luego de eso. En un ataque de ira, tiró el pequeño frasco que antes había utilizado. Este se estrelló cerca de las ventanas con grandes cortinas.

Entonces un chillido con innumerables  maldiciones lanzadas al aire.

— ¡Oye, por mi madre si yo no me muevo me desapareces, estúpida! — la quejosa voz de William resonó en el espacio. El joven salto sobre los pedazos de vidrio y líquido azulejo —. Será una larga noche. Tenías que ser tan ruidosa, si no hago un hechizo todos se enteran que en tu cuarto imparten tortura, señora mía.

— Maldita sea, William... — se detuvo abruptamente cuando piso una mancha de sangre.

El camino rojo se extendía hasta el baño. Lya no quiso decir más nada. Con una sonrisa torcida agitó sus manos. La sangre se desprendió del suelo para luego desaparecer.

— Mañana será el día. Conocerás al príncipe, ¿no te emociona? Tu último deseo antes de morir era clavar ese cuchillo — dijo al estar detrás de la joven.

Por su parte Lya, se giró y agarro del cuello a William. Estaba frustrada, no esperaba renacer de nuevo en este mundo y para rematar tener un espíritu para su protección, pero era algo fastidioso. Él por el contrarió se mostró imperturbable, aunque la mujer le apretara la garganta con una clara intensión, matarlo.

— Tranquila — trato de mediar —. No te enojes conmigo, yo que culpa tengo que el santísimo Luxh te quería devuelta. Según sus palabras: «La he traído con el fin de mi diversión, ella es valiosa, te harás cargo». Y ahora puedes verme aquí.

»Para llegar acá deje atrás mucho por Luxh. Cuando se desprendió un pedazo de mí de los cielos y mi divinidad lo acepté, pero tú no haces lo mismo, ¿por qué? Crees que eres la única que sufre, ¡joder! ¡Me siento vacío, estoy incompleto y solo puedo volver hasta que esto termine! Cada diez ciclos lunares puedo contactame con el cielo, pero el resto del tiempo me encuentro incomunicado — su rostro no pareció ningún rastro de tristeza sus ojos grises decían otra cosa.

Con los ojos llenos de lágrimas soltó el agarre de William, con voz triste le dijo:

— Te prometo que volverás pronto, yo aún me estoy haciendo la idea... Y acepto tu petición.

— Me puedo meter en tu ojo derecho, ¿segura? — preguntó con duda. Will se detuvo al ver la incomodidad de Lya — . No te ves convencida, ama mía.

— Sí, estarías conmigo todo el tiempo.

Con esa palabras sellaron el contrato. Will se disolvió en humo verde que floto al rededor de ella. Antes de ingresar a su ojo Lya se paralizó con el calor en el pecho. El corazón se agitó de forma dolorosa.

«Ya estoy aquí, Lya» la voz de William resonó por su cabeza.

«Eso fue doloroso» se quejó la rubia. La chica se acostó sobre la amplia cama. La soledad era abrumadora, aunque le diera hospedaje a Will. El caos en su cabeza no pensaba irse.

Cerro los ojos y lentamente perdió la conciencia.

✨✨
 

Cuando despertó la joven escribió en un pequeña libreta de apuntes. Mientras pasaba la tinta sobre el papel recordaba que pasaría después del despertar. Aún no tenía los recuerdos claros, pero tenía algo en claro no debía destacar demasiado.

Comparó su anterior vida donde se veía enamorada del príncipe, y ahora solo tiene asco. Will no se pronunció porque sabía que ella tenía que aclarar su mente.

El reloj de arena era el recordatorio que pronto ingresara su padre. La chica no dejo de contar los minutos.

«Deberás ser buena actriz o todo se irá por un precipicio » le recordó William.

«Ya sé, solo que aún no sé cómo debería proceder sin levantar sospechas»

«Lo tendrás que averiguar ahora, no hay tiempo» recalcó con obviedad. «Todo está en tus manos» 
 

La nobleza esperaban con ansias el despertar para presumir sus habilidades o despreciar a las que no poseían. En la línea temporal hoy era la noche del despertar de Lya, pero esos eventos habían cambiado, ya que la antigua Lya desapareció.

Cuando Lya anterior despertó su poder fue en un estado de inconsciencia ante la amenaza latente. El asesino se movió para enterar el puñal pero, este murió antes de siquiera tocar a Lya.

Sin embargo, no pasaría tal cual a lo antes mencionado. Lya renació dos días antes de eso.

— Diario de Lya Mart

nario.

Los eventos se repitieron, el asesino entro, pero el resultado no sería el mismo. Rina era su nombre en su segunda vida había tomado el control dos días antes del despertar y ataque.