Pasajeros

Capítulo 34

—Lo que debemos hacer ahora es calmarnos —dijo James mientras el resto de los Pasajeros comenzaban a hacer un escándalo—, no podemos cambiar las cosas. Ya estamos aquí.

—¿Crees que haya un modo de volver en el tiempo y evitar que…? —inquirió Miranda.

—Eso crearía un loop muy confuso —terció Max—, aunque, a decir verdad, no sé cómo funciona el Triángulo. Tal vez podamos…

—Lo que deberían hacer —intervino Owen— es tranquilizarse. Recapacitar en las cosas que hay por delante. En primer lugar, hay doscientas personas en esta dimensión que no son de aquí, y aunque al momento hay… ¿cuántos son ustedes?

—Siete.

—Siete aquí en Egipto, aún quedan ciento noventa y tres personas que no pertenecen a este mundo. 

—¿Nos estás diciendo que vayamos y juntemos a los demás? —saltó Max.

—Es un paso. Tal vez no deba ser el primero, pero tarde o temprano van a tener que llevarlo a cabo —dijo Owen. 

Si así era, volver a casa iba a ser más complicado de lo que el grupo de Pasajeros había creído. En alguna parte del globo, había doscientas personas que, al juzgar por las fechas, ya se habrían dado cuenta que aquél no era el mundo al que pertenecían. ¿Qué harían al respecto? ¿Estarían haciendo lo mismo que ellos? ¿Reunirse e intentar solucionar aquella situación? 

Las siguientes horas fueron de lo más estresantes para James. Aún no sabían qué había pasado con Cooper y Scott, y si ambos planeaban reunirse con ellos. Su plan había sido ir a las Pirámides de Giza, pero a partir del mediodía, no tuvieron reportes de ellos. ¿Dónde estarían? Ahora, lo que seguía durante aquél día era asegurarse de seguir escondidos ante los ojos del mundo entero. Blackwood quería atraparlos, y no sólo por ser sospechosos, sino por haber escapado de la cárcel, y haber iniciado un tiroteo en un hotel de alto rango en la ciudad de Londres. ¿Qué alternativas les quedaban? ¿Qué seguía en la lista? A esas alturas, no importaba si todos habían visto una Pirámide, o si los Susurradores, o Salvadores, eran amigos o enemigos. No. Ya la situación había crecido demasiado hasta el punto de saber que había un enemigo entre los Pasajeros del Atlantic 316 y quizás era responsabilidad de ellos atraparlo. ¿Owen los ayudaría? ¿Quién rayos era Owen?

Si había un ladrón entre los Pasajeros, ¿cómo lo encontrarían? Sería casi imposible revisar todas las cámaras del aeropuerto de Fort Lauderdale de la Dimensión Uno para buscar el momento exacto en el que esa persona cometía el acto de robo, y luego buscar en cada cámara de la Dimensión Dos para encontrarlo. Aunque Max era especializado en ese tipo de actos, les sería imposible de llevarlo a cabo, aún si usaban la lista de Blackwood para hacer filtros con los Pasajeros y buscar al sospechoso. ¿Quién sería? ¿Y para qué quería entrar al Triángulo? 

—Owen —murmuró James, intentando vaciar su cabeza de las toneladas de pensamientos que se iban juntando poco a poco—, ¿para qué son las armas? Mencionaste algo de proteger a quiénes conocen del Triángulo, pero… 

—¿Vas a participar en una película de Michael Bay o qué? —Max terminó la pregunta. 

—Los peligros que pueden ocurrir son desastrosos —dijo Owen sin perder la paz—; si se fijan un poco, no estuvo mal que llevara un rifle al mercado el día de hoy, ¿cierto?

—Si la policía ve esto, te colgarán por varios años —musitó Miranda.

—Qué bueno que ellos no saben de mi existencia —respondió Owen.

—¿A qué te… refieres? —James seguía sin poder pensar bien las palabras que iba escuchando conforme avanzaban las horas. Primero, Owen era alguien que no pertenecía a aquella dimensión, en segundo, había estado en el Triángulo, podía serles de gran ayuda; el hecho de que los Susurradores, o Salvadores, provenían del punto enigmático más conocido en el mundo tampoco ayudaba mucho. ¿Qué querían? ¿Para qué?

—Mi identidad que el mundo solía conocer dejó de existir hace tiempo, cuando acepté mi lugar en el Triángulo. 

Todos miraron a Owen. ¿Acaso…?

—Esto es algo así como los Hombres de Negro, ¿cierto? —inquirió Max—. Si aceptamos ser agentes que son intermediarios entre la humanidad y los extraterrestres, dejaremos nuestras identidades atrás para siempre. 

—Tu amigo ve demasiadas películas —Owen le dio una palmada en el hombro a James—; no, no hablo de eso. Sin embargo, si vamos a dar películas populares como ejemplo, me iría por Matrix.

—¿La buena, la mala o la peor? —saltó Max.

—¿De qué demonios están hablando? —preguntó Miranda.

—Déjalos, son hombres —respondió Dianne.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.