Pasajeros

Capítulo 40

—Bien —le reclamó Miranda—. ¿Cómo planeas encontrar algo que nadie sabe dónde está? 

Owen parecía estar listo ante aquella pregunta que parecía más un ataque directo hacía él. Miranda no era la única con duda. El resto de los Pasajeros lo miraban con la misma inquietud reflejada en sus miradas.

—Nadie sabe dónde está ese calendario —dijo Owen—, nadie de esta dimensión o de alguna otra.

—¿Entonces quién podría saberlo? —preguntó Scott.

—Alguien que tenga contacto directo con el Triángulo —y señaló hacía la puerta.

En ella estaban Gabriel y Jeremiah, esperando pacientemente para poder pasar a la habitación. Tal parecía que ninguno de los Pasajeros recordaba sus aspectos físicos, ya que, en cuanto los vieron, algunos de ellos sintieron temor nuevamente. Owen abrió la puerta y el par de Salvadores entraron lentamente a la habitación.

James no les temía, pero para ser un primer encuentro, resultaba de lo más extraño.

—¿Cómo te sienta la herida? —preguntó Gabriel.

Su voz era casi un susurro.

—Bien, yo… —la verdad era que James casi se había olvidado que Ben lo había apuñalado. Lentamente, con ambas manos, se revisó la gasa y pudo ver una cicatriz blanca que atravesaba su pectoral izquierdo. Como nuevo. Como si aquella herida hubiese tenido lugar hacía bastantes años—. Gracias, no sé cómo agradecerles. 

—No hay por qué sentirse agradecido —dijo Jeremiah.

—¡Sigo escuchándolos! —dijo Max, un tanto emocionado, y preocupado a la vez—; esto es fenomenal, sin duda.

El entorno era el más raro que James habría visto en su vida. Cooper, Scott, Max y Miranda allí con él, en un país africano, con Luna, su hermana que no era su hermana; siendo resguardados por un grupo de personas pálidas que, a fin de cuentas, no susurraban; y al igual estaba Owen, un hombre que, cedido por la culpa, había jurado proteger la Isla desde el exterior. La Isla… una isla que se encontraba en el Triángulo de las Bermudas, capaz de viajar por los tiempos y las dimensiones. ¿Le faltaba algo? Sí, el hecho de que Blackwood estuviera buscándolos por ser sospechosos por la desaparición del verdadero Atlantic 316 de aquella dimensión. Divertido.

—Ahora que James está a salvo —dijo Luna—, nos debemos enfocar en Ben, ¿no es así?

—Necesitamos encontrar el calendario —Owen se dirigió directamente a los Salvadores. Ambos cruzaron la mirada lentamente, era obvio que sabían a qué se refería.

—Es el único modo de detener a Ben —James se levantó de la cama y se colocó a un lado de Owen—, sólo así podríamos evitar que logre su cometido.

—¿Esa es la verdadera razón, James Adams? —preguntó Jeremiah dando un paso al frente.

¿Conocían su nombre? ¿Qué…?

—¿Quieres encontrar el calendario para así evitar que Ben llegue a la Isla y cause estragos en toda las dimensiones, o simplemente buscas una oportunidad de vengarte sobre el hombre que te apuñaló, y encima de eso, secuestró a alguien por quién estabas comenzando a sentir una gota de afecto? —ahora fue Gabriel quién le disparó la pregunta.

James estaba totalmente perplejo. Le dolía un poco el cuerpo, debido a la herida que ya había desaparecido, pero el hecho de haber escuchado una pregunta tan extensa como la que el Salvador le hizo le dio la oportunidad de pensar bien las cosas. ¿Estaban leyendo su mente? No, James no había pensado en ello. Más bien, estaban viendo directamente hacía lo que sentía, en su corazón, y cuál era su más profundo deseo en esos instantes. 

¿Cuál era su razón para proseguir con la búsqueda? ¿Salvar a Dianne? ¿Matar a Ben? ¿Salvar el Triángulo y su conexión con las dimensiones? 

—Veo mucha duda en ti —dijo Jeremiah.

—Sonó exacto a Mace Windu en Star Wars, Episodio Tres —murmuró Max, un poco emocionado—. ¿James se quedará sin brazos y piernas al final? 

—Cállate —susurró Miranda.

—No sabes qué hacer contigo mismo —añadió Gabriel—. Desde pequeño, sometido a la sombra de muchas personas. El trabajo soñado de muchas personas, menos el tuyo; quejándose día y noche de lo que vives…

—¿Cómo sabes todo eso? —le espetó James. 

La verdad, parecía como is estuvieran repitiendo las palabras de Ben. ¿Cómo podían ver en su interior? ¿Cómo podían mirar su pasado? 

—Parte de nuestro trabajo es ver a las personas. Verlas de verdad. No físicamente, sino el interior. Sus deseos, anhelos, miedos… en ti hay mucho de ello. 

—No sé porqué la Pirámide quiere que haga tal cosa, entonces —le reclamó James—, no soy digno. No puedo hacer nada. No pude ni tocar a Ben.




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