Pasajeros

Capítulo 49

James se tiró al suelo justo a tiempo, ya que otra ráfaga de balas golpeó los asientos que les servían como barricada. Le habían dado a Owen. Le habían disparado a Owen.

—¡Rayos! —para el asombro de todos, fue él quién soltó el quejido—. No extrañaba las balas.

—¿Cómo demonios es que…? —James estaba sin habla.

—Un disparo no te mata, chico —Owen intentó levantarse poco a poco. La bala le había dado en el hombro, y la sangre que manaba de él era muy notoria, pero por más que le doliera, Owen no iba a rendirse—. Debemos seguir manteniendo la posición.

—Max, por favor dime que encontraste un modo de llegar a Ben sin que estos malandros nos metan una bala en la cabeza —James se volteó, volvió a tomar la pistola, y se preparó para abrir fuego contra Johnson y sus hombres. 

¿Cuánto tiempo duraría el tiroteo? ¿Tendrían que matar a Johnson y a sus hombres para poder seguirle la pista a Ben? Al parecer, Owen no tomó eso en consideración, ya que, en cuanto se le acabaron las balas, giró sobre sí mismo y encaró directamente a James.

—Escúchame —No iba a darle un sermón. No iba a pedirle que lo cubriera—. Tienes que irte. 

—¿Qué? ¿Cómo vamos a…?

—Yo los retrasaré —le indicó Owen—. No te preocupes por mí, me he enfrentado a cosas peores y más numerosas que estos imbéciles. Tienes que irte ya. Toma a los demás y lárguense de una vez por todas, o no alcanzarán a Ben.

—Owen, no…

Él tiró de James hacía sí para hablarle más serio.

—Escúchame bien, James —susurró Owen—. Deben detener a Ben. No permitas que la Isla vuelva a vivir el infierno que pasó cuando yo prometí protegerla y mantenerla intacta. Toda dimensión existente depende de ello. Millones de vidas dependen de ello. 

—Sí, yo…

—James —Owen se aclaró la garganta—, ya sabes qué fue lo que perdí. Mi familia, mi hogar, perdí a la Isla también, por decisiones que jamás debí de haber tomado. Este hombre que intentó poner su nombre en alto sobre todos los demás me arrebató todo lo que tenía por la sed de tener el poder absoluto. Ben no destruirá la Isla. Matará a quiénes estén ahí y se apoderará del equilibrio dimensional, provocando un caos a nivel… tú sabes a qué nivel.

¿A qué punto quería llegar Owen?

—No permitas que Ben te arrebate lo que a mí —prosiguió diciendo—. Tu vida, tu hogar, tu familia… —miró con desdén a su alrededor, mirando a los demás Pasajeros. Cooper y Luna, sentados con la espalda recargada sobre los sillones, esperando a que el tiroteo pasara de largo; Miranda y Scott, asomándose cada dos segundos para poder disparar y luego cubrirse de nuevo; Allori al lado de ellos, metiendo más balas en un pequeño cartucho del rifle para poder apoyarlos inmediatamente; del otro lado de su posición, Han sonriendo con sentimiento de odio mientras cargaba la escopeta y volvía a disparar contra Johnson y sus hombres, y al lado de él, Max a toda prisa metiendo claves de dispositivos móviles en la computadora, para tener acceso a más cámaras de seguridad y poder brindarles un camino rápido y amplio para poder salir del aeropuerto y atrapar a Ben antes de que fuera demasiado tarde—. Ellos son tu familia, James. En los peores momentos, quiénes están contigo, son más que amigos. No dejes que Ben te quite eso. 

—¿Cómo voy a detenerlo? —James estaba atónito—. Ben es invencible. Puede transformarse en otros, puede…

—En efecto, puede hacer todo eso, pero dudo mucho que su físico le permita mantener una batalla cuerpo a cuerpo. Suéltale un buen gancho derecho.

—Owen, no puedo irme sin ti, no puedo hacerlo solo.

—Mira a tus amigos —le pidió Owen—; ¿acaso habrían disparado un arma antes en toda su vida? Miranda sí, y creo que Han también, pero ¿qué opinas de los demás? Están haciendo esto por que tú los has inspirado en este viaje. Son más que Pasajeros, son más que tus amigos, son tu gente. Esta es tu familia, James, y es lo mejor que llegarás a tener. 

—¡Lo tengo! —gritó Max en modo de celebración—. Saliendo por la entrada principal, llegaremos a un hangar que da directamente a uno de los puertos de Fort Lauderdale. Si nos apresuramos, podremos detener a Ben.

Era el momento. 

—¡Han! —le gritó Owen—, dame esa cosa.

Le pedía la escopeta. Han asintió con la cabeza y se la tendió al mismo tiempo en el que el hombre la tomaba y se levantaba.

—No prometo darles más de quince minutos. La edad ya no me rinde. —Miró fijamente a James y le estrechó la mano con fuerza—. Nos volveremos a ver. Detén a Ben, salva la Isla, mantén el Triángulo en equilibrio. 

James asintió, y con un chiflido logró captar la atención de todos los Pasajeros. Poco a poco, uno a uno, fueron corriendo en dirección a la puerta de entrada mientras que Miranda o Scott los cubrían lanzando una ráfaga de disparos.




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