Pasajeros

Capítulo 16

—Es una lástima que un viaje así se vea arruinado por lo que estamos viviendo —murmuró James, mirando por la ventanilla.

A su lado estaba Dianne, mirando con atención uno de los artículos de viaje de una revista que mostraba todos los lugares turísticos de París. Sólo estaban ellos dos en aquella fila; Cooper y Allori tomaron asientos un poco apartados de ellos para así evitar sospechas. No sabían qué era lo que encontrarían en la ciudad en cuanto aterrizara el avión. ¿Qué harían en ese momento? ¿Buscar al tal Scott? ¿Qué pasaba con el otro acompañante de Dianne, Ben? ¿Cómo podrían encontrarlo? ¿Y si los del Gobierno ya lo habían hecho? ¿Qué le habrían hecho? ¿Qué harían con ellos si lograban interceptarlos en el aeropuerto?

—¿Disculpa? —musitó Dianne.

—Un viaje casi gratis, con destino a cualquier lugar del planeta... —repitió James—, arruinado por personas que nos siguen sin ningún propósito, incluyendo a... aquellos que susurran.

—Ah —murmuró Dianne—, cierto. 

—¿Qué es lo que escuchaste? —le preguntó James, apartando la mirada de la vista que le proporcionaba su lugar en el avión y dirigiéndola hacía su acompañante—. ¿Susurraron tu nombre y ya?

Dianne cerró la revista y asintió lentamente. Se veía agotada, pero un viaje de pocas horas entre un país y otro no le servirían para descansar. Necesitaba una noche completa en una cama cómoda. 

Durante los siguientes minutos, casi en murmullos, Dianne le explicó a James cómo habían empezado los susurros. Aquellas personas que la habían seguido por su hotel hasta el acto de haberle llamado por teléfono despertaron por completo la curiosidad de James, quién sólo asentía con la cabeza conforme su amiga iba detallando la historia. 

—Extraño.

—Scott había respondido mis mensajes —prosiguió Dianne—, o al menos un par de ellos. Después, se llevó a cabo la llamada. Estoy segura de que estos... seguidores, por así decirlo, están con él.

—No lo sé —dijo James, rascándose la barbilla—,  cualquier teoría que tengamos puede ser descartada en cualquier momento.

—¿Por qué dices eso?

—Creo que los que... susurran están buscando algo de nosotros también. Y al igual que nuestros amigos del Gobierno, siento que lo hacen por lo que sabemos. Lo que vimos.

—¿Te refieres al Triángulo? ¿La Pirámide?

—Posiblemente. No lo sé, repito, cualquier teoría puede...

—...ser descartada. ¿Qué es lo que haremos al llegar a París? ¿Buscar directamente a Scott? ¿No es algo... arriesgado?

James sonrió casi por accidente.

—Si quieres saber de riesgos, pregúntale a Cooper qué es lo que hago en momentos de intensidad.

—No quiero saberlo —dijo Dianne, repitiendo su sonrisa—, cualquier trabajo donde tu jefa te enseñe a escabullirte no debe ser nada bueno. ¿Venden drogas o algo así?

—¿Por qué todos creen que vendemos drogas? ¡No! —se rió James—, sólo que es un poco complicado explicarlo. Necesitaría de nuestras presentaciones de diapositivas para poder explicarte lo que hacemos.

—Repito, no gracias.

James recargó la cabeza en su asiento mientras se reía amigablemente. 

—Regresando al tema —prosiguió Dianne—; ¿qué tienes en mente, cuando lleguemos a París?

—Creo que lo más conveniente sería buscar un lugar dónde pasar la noche, en caso de que nuestra búsqueda tome más de un día. 

—¿Hotel?

—¿Trivago? —James soltó una carcajada—, perdón. Tenía que soltarlo en algún momento. Ya sabes... todo lo que corre en las redes sociales, de las cuales tenemos que estar muy al pendiente, para que...

—James, no quiero saber nada de tu compañía rara —Dianne le dio un golpe en el hombro.

—Bien, bien —dijo James, aún con la risa en su boca—; busquemos un hotel no reconocido, un lugar que no llame tanto la atención.

—¿Crees que vendrán a buscarnos?

—Espero que no —respondió él—, pero... como dije, no sabemos qué encontraremos allá. Creo que no me preocupan tanto los agentes del Gobierno.

—¿Qué quieres decir?

—Dices que había un... susurrador en tu ventana.

—Sí, así es.

—¿Qué si nos siguen a todos, también?

—Ya habíamos dejado eso en claro.

—Me refiero a que... nos están buscando, de ambos lados. ¿Quiénes son los buenos y quiénes son los malos?

—¿Por qué los dividimos en bandos? —Dianne volvió a soltarle un golpe en el hombro—, ¿qué si... no sé, ambos son del mismo lado o...?




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