Hoy la volví a ver, tan radiante como siempre, su hermoso cabello corto y manos delicadas sostenían algunas cartas de sus amigos.
Pero había en ella algo que temía, el brillo de sus ojos azules con los cuales siempre me veía, ya no estaba ahí.
Ese brillo con el que me miraba al darme comida o regalos, ya no estaba ahí.
Y fue justo ese momento en el que cruzamos miradas cuando me dí cuenta del daño que le había hecho, pues su mirada ya no era de amor, sino de tristeza y desesperanza.
Aunque ella sonreía a todo el mundo no podía evitar ver sus ojos tan apagados y faltados de chispa que alguna vez me vieron.
De la noche a la mañana sus recuerdos no se iban, nunca deje de amarla y no creo poder dejar de hacerlo.
Pero ella me mandó un último mensaje, que marcaría el punto final de nuestra relación.
"Desde que dejamos de hablar, empecé a presionarme para no quererte, traté de odiarte de mil formas, pero me di cuenta que en todas esas mil formas nunca dejé de pensar en tí y lo feliz que me hiciste. Mucho tiempo me pasé buscando a otra persona que me hiciera feliz y solo terminé rompiendo a alguien más. Y no quiero que creas que es tu culpa, es solo que no aceptaba el hecho de perderte. Agradezco cada llanto y momento hermoso que pasamos ese tiempo y ahora sí, voy a soltarte, sé que estarás feliz en los brazos de otra persona, pero ya no será conmigo. Te devuelvo tu anillo y muchas gracias por qué tuvimos algo lindo."
Después de leer aquel mensaje mi alma se derrumbó, al responderle solo pude hacer lo que sabía hacer mejor,
echar mierda a mi mismo,
pero las ganas de besarla y volverla a abrazar no se desvanecían, mientras respondía a aquel mensaje sentí que mi corazón lloraba, pues ella hacía lo mismo que yo para tratar de olvidarme, aunque un pequeño alivio me invadió cuando ella me dijo que estaba lista para soltarme.
Hoy la volví a ver, tan radiante como siempre, su hermoso cabello corto y manos delicadas sostenían algunas cartas de tus amigos. Pero en ella algo era diferente, pues tras volver a cruzar miradas sus ojos tenían más color que ayer, y ahora se que esos dos luceros que siempre alumbraron mi camino y me enseñaron a amar irán recuperando su brillo con el tiempo.
Está vez ella me dedicó una pequeña sonrisa y se fue a hablar con los demás.
FIN