Pase lo que pase © Aria Bennet 2018
Diseño de portada: Aria Bennet.
Diagramación: Aria Bennet.
Correctoras: Soledad & Sandra.
ariabennet3@gmail.com
Primera edición: Julio 2018
ISBN: 978-84-09-03642-4
Depósito legal: MU 1104-2018
Editado en España
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier formato o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia o graba- ción u otros) sin autorización previa y por escrito de los titu- lares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito para la propiedad intelectual.
Agradecimientos:
A mis hijas y mis amigas Soledad y Choni. Por creer en mí y por vuestro apoyo
incondicional con este proyecto.
Para mí escribir significa porder vivir mil vidas en mil sitios distintintos, poder ponerte todos los días en la piel de mil personas distintas para poder caminar con mil zapatos distintos, viviendo mil vivencias distintas que te hacen vibrar de mil maneras distintas.
Gracias por dedicar tu tiempo a leer una de mis mil historias.
Aria Bennet.
—¡Lia! —gritó, exasperado—. Si vuelves a protestar te aseguro que tu asignación mensual desaparecerá. Si quieres estudiar lo harás donde yo decida y punto. Ese fue nuestro acuerdo, jovencita.
No podía creer lo que estaba escuchando. Sabía que responderle con más gritos no solucionaría nada, pero me estaba costando mantener la calma.
—Papá, no me grites. Que lo digas más alto no hace que lo entienda mejor, ¿vale?
—¿Me estás vacilando?
‘Señor, dame paciencia’, pensé a punto de explotar.
—No, papá, solo intento comunicarme contigo y hacerte entender que no hace falta que grites. Sé el acuerdo al que llegamos; solo quería saber si habías reconsiderado mi propuesta para cambiar de universidad. —Pam me miró y levantó una ceja a modo interrogatorio.
—Nuestro acuerdo quedó muy claro: yo elegiría la universidad y tú lo que quisieras estudiar.
—Pero papá, ¿Harvard? Por favor, es una universidad para niños ricos y mimados. Yo quiero estudiar Comunicación y Audiovisuales en la Universidad de Stanford, en San Francisco. Ya te lo he dicho, es una de las mejores en esa rama.
No me podía creer lo que estaba pasando. Mis peores pesadillas se estaban haciendo realidad.
—Lo siento, Lia, pero yo soy el que te paga los estudios y ya que te has empeñado en estudiar esa tonta carrera, yo decidiré dónde la estudias.
—Eso me parece ridículo. Solo porque tú estudiaste allí, yo no tengo por qué codearme con todos esos niñitos ricos e insoportables.
—No todos son ricos e insoportables y te recuerdo que tú eres una de ellos.
—Corrección, papá, tú eres uno de ellos, tú eres el que tiene el dinero.
—Lia, no me marees. Cada vez estoy más arrepentido de haber firmado ese acuerdo con tu madre. Dejarte a cargo de Lulu no fue una buena decisión. La influencia de tu abuela ha hecho que parezcas la representante política de un partido comunista.
—Oh, por favor, no metas a Lulu en esto. Tú no tenías tiempo para mí, y lo sabes.
—Mira, tengo mucho que hacer, estoy en Japón en una reunión muy importante. Esto es lo que hay: si quieres estudiar publicidad lo harás en Harvard y si no, despídete de tu asignación mensual. Te tendrás que buscar tú misma los medios para poder pagarte esos estudios. Habla con mi secretaria para que te dé los datos necesarios sobre tu matrícula. Cora resolverá cualquier duda que tengas.
—Pero papá, escucha, no... —Un clic en la línea me confirmó lo que ya sabía—. ¿Papá? Mierda, me ha colgado. Esto no puede estar pasando.
—¿Qué?, ¿te vas a Harvard?
—Maldita sea Pam, ¿qué voy hacer?
—En mi opinión, ir a Harvard. Eso solucionaría todos tus problemas de un plumazo. No sé de qué te quejas.
El mundo se me fue cayendo encima conforme asimilaba lo que, de algún modo u otro, sabía que sería inevitable. Tendría que mudarme, irme lejos de mis amigos y de la poca familia que me quedaba.
—Pam, no eres justa, ¿sabes? Y como amiga das asco.
Pam siempre había sido ese tipo de amigas que resultan “demasiado sinceras” en ocasiones. La quería con locura, pero no podía negar que en ciertos momentos me sacaba de quicio.
—Sí, lo sé, y entiendo que tú no eres la típica niña rica. Te has criado de una manera un tanto inusual. —Pam comenzó a puntualizar los acontecimientos más importantes de mi vida como si llevara haciéndolo toda su vida—. Tu madre se separó de tu padre, pero exigió que tu abuela se hiciera cargo de ti mientras ella se iba como médico a colaborar con ONGs por todo el mundo. Está claro que te va a costar adaptarte a este cambio.