A parir de ahí Kira se volvió mi sombra, por no decir los chicos, Dylan me acompañaba a casi todos lado y cuando este no podía lo sustituían Kira o Paul, empecé a sentir cierto agobio. Nunca me encontraba sola y la verdad es que no quería parecer una desagradecida, pero empezaba a necesitaba mi espacio para recuperarlo tuve que claudicar y aceptar llevar la pistola de Kira era la única salida para que dejaran de ser mis sombras. Decidid que debía darle las gracias a Marcus pero no me sentía con fuerzas para un cara a cara, sobre todo por el poco interés que había demostrado después del incidente, dejando a las claras lo poco que le importaba mi estado de salud, esa actitud me molesto bastante, pero no me sorprendió, ¿Qué esperaba?, ¿que creía que iba a ocurrí? En serio era tan estúpida. Me amoneste a mi misma. Por ello decidí que lo mejor seria llamarlo por teléfono para agradecerle todo lo que había hecho por mí, no podía evitar sentirme en deuda con él, así que le pedí a Kira el numero, esta a regañadientes me lo dio. En un primer momento nuestra conversación fue algo retraída y tirante, pero después de las preguntas de rigor la conversación dio un giro volviéndose distendida y agradable, me vi contándole lo protectores que eran mis amigos y lo egoísta que yo era por querer mi espacio. Incluso le conté al trato que me había visto obligada hacer con Kira. Al final nos vimos soltando alguna que otras confidencias y riéndonos de otras tantas. Me despedí de él con cierto pesar por mi parte, no quería irme, quería seguir oyendo su voz ronca y llena de matices sensuales y su risa tan penetrante que me cosquilleaba los sentidos. Al final colgué algo triste, vi con asombro que nos habíamos tirado más de media hora hablando. Esas nuevas sensaciones me dejaron descolocada decidí que ahora más que nunca debía alejarme de Marcus, era demasiado peligros para mis sentidos y en estos momentos necesitaba todo mi aplomo para supera ciertas cosas. Con esa firme resolución me encamine a clase.
La rutina de los días pasaba y yo no había vuelto a saber de Marcus. En ese momento me encontraba sola en el centro de Cambridge haciendo algunas compra ya que Paul se había llevado a Kira en plan sorpresa romántica de fin de semana. Ella había insistido como una loca para que Dylan y yo los acompañáramos, gracias a dios los dos declinamos la invitación, Dylan porque tenia un compromiso previo New York. Y yo porque necesitaba espacio, después del mi incidente encontrarme con mi soledad era gratificante. Solté un gran suspiro cuando llegue cerca del rio san Michel aunque aun había nieve el astro sol irradiaba su calor acompañado de un cielo limpio y despejado camine un trecho más por las antiguas calles y después de compra varias cosas me dirigí a un pequeño café. Las calles bullían de gente ya que el día acompañaba, haciendo que los bostonianos salieran para disfrutar de el buen tiempo, me pedí un café con leche y un bollo, mi mirada vago por el local observando a la gente que allí había. Después de un rato enganche mi móvil y me puse a leer unos de los libros que me había descargado perdiéndome en la lectura.
—¿Qué hace aquí? —levante mi cabeza sobresaltada. Mi estomago me dio un vuelco, Marcus estaba ante mí. Mis rodillas empezaron a temblarme, menos mal que estaba sentada, sino seguro que me hubiera caído de bruce al suelo.
—Yo… podía preguntar lo mismo —dije con una sonrisa intentado disimular mis nervios.
—Si, bueno, suelo venir a este local, de vecen cuando. Su café tiene fama.
—Eso mi han dicho, por ello decidí a venir.
—Pues me alegro ¿te importa …si… me siento? —me pregunto en tono de ruego algo indeciso.
—Claro que no, siéntate —solté con mi mejor sonrías. Intentado calmar el mar de sensaciones que bullía en mi interior
—¿Estas sola? —pregunto mirando a nuestro alrededor esperando encontrar a alguien.
—Sí, estoy sola, por extraño que parezca, Kira se ha marchado con Paul y Dylan tuvo que ir a casa, así que me he quedado sola —dije algo inquieta por la calidad sensaciones que me cosquilleaba el estomago ante su presencia.
—Entonces me gustaría acompañarte, si a ti no te importa —soltó con voz sensual acompañada de una sonrisa .
—No para nada, es lo mínimo que puedo hacer, me salvaste la vida y siempre estaré en deuda contigo —dije intentado disimular el acelerado latido de mi corazón y el cálido calor que me había recorrido el cuerpo ante la intensa mirada de Marcus.
—Veo que estas bien, pero ¿te encuentras bien, de verdad? — dijo inquieto.
—Sí, no tiene porque preocuparte, esta claro que no es una cosa que uno supere de la noche a la mañana, pero si estoy mejor, gracia por preguntar.
—Es lo menos que puedo hacer, aunque no lo creas he estado muy preocupado. Paul me has estado informado todos los días de cómo te ibas encontrado.
—¿Durante todo este tiempo le has estado preguntado a Paul? —dije sin poder disimular mi tono de sorpresa.
—Si, él era el que me informaba. —Soltó con una media sonrisa.
—¿No entiendo por qué Paul no me ha dicho nada? ¿y tampoco entiendo por qué tú has hecho eso?—dije confusa.
—La culpa es mía, Lia, yo le pedí que no te dijera nada —dijo algo avergonzado.
—No lo entiendo Marcus ¿Por qué? —dije sosteniendo su mirada. En ese momento lo que vi en sus ojo me dejo muda, la inseguridad salía a borbotones por su pupilas y su rostro era el de un cachorro abandonado, parpadee intentando borrar esa imagen, pero su rostro seguía con la misma expresión de agobio,
—Bueno… veras, yo no sabia si tú… querías verme… después de todo lo que hemos pasado y de… lo mal que me he portado contigo… me he mantenido a distancia, entre otras cosas porque no quería incomodarte —dijo con el dolor reflejado en su rostro.
—Pero Marcus por qué iba a pasar eso, además te llame y te agradecí lo que habías echo.
—Si Lia y me sentí muy feliz, eso fue lo que me animo a tener esperanzas… que tú… yo… bueno… podíamos, claro si tu quieres… a mi me gustaría… que enterráramos nuestra diferencias y poder ser tu amigo Lia —dijo con los ojos cargados de esperanza y algo más que no supe definir.