Pase Lo Que Pase

CAPÍTULO 28

Atravesé el amplio vestíbulo y salí decidida al exterior. Nada más salir a la calle, unos fuertes brazos me apretaron con cariño, dándome consuelo a la vez que me susurraban al oído:

—¡Lo siento, Lia! —exclamó Kira algo emocionada—. No sabía que podía haber padres de esa calaña.

—Ya. Yo tampoco. Siempre tuve la tonta esperanza de que, a su manera, me quisiera, pero solo era una ilusión —dije mirando a mi amiga a la vez que nos dirigíamos hacia Paul.

En la mirada de Paul vi pesar y tristeza, un “lo siento” escrito en su rostro lo decía todo. Él había sido testigo mudo del tipo de padre que tenía y de cómo me había tratado. Esbocé una sonrisa, dándole a entender que me encontraba bien. Me agarró fuerte y me tiró hacia él, dándome un enorme abrazo de oso, a la vez que sentía a Kira uniéndose a nosotros. Nos quedamos unos segundos así. Paul fue el primero en recupera el control. Aclaré mi voz.

—¿Está todo? —pregunté, intentado que mi voz sonara normal, sujetando el raudal de lágrimas que querían volver a salir por mis ojos.

—Sí, Lia, lo tenemos. Siento lo que has pasado, de veras, pero creo que ha merecido la pena. Lo he subido a la nube y le he mandado a Ben una copia por Driver, al igual que a tu amiga Pam y a varias personas más de esa lista que me diste. Solo queda meterlo en el pendrive.

—Antes de irnos de aquí vamos a abrir una cuenta en una caja de seguridad a nombre de Kira. Ella guardará allí el pendrive. En caso de que mi padre llegara a sospechar que Kira tiene la grabación se lo pensaría dos veces antes de hacerle algo.

—Hace un momento he visto a un monstruo sin escrúpulos intentando destrozar a su propia hija por el solo motivo de negarse a cumplir sus deseos. ¿Qué te hace suponer que no lo intentará con Kira? No creo que ella este más a salvo que tú.

—Ahí te equivocas, Paul. Si el pendrive lo tuvieras tú, correrías más peligro que Kira, créeme.

—No sé, Lia, no lo veo. ¿Te importa explicarme cómo es eso posible? Es más fácil que tu padre pueda llegar a Kira que a mí. Yo soy para él una persona anónima y mediocre que ni siquiera se codea con sus pares.

—¿Realmente has estado escuchando la conversación? Mi padre ya no puede doblegarme a sus deseos porque la información es poder, y yo tengo la información. Ahora yo soy más poderosa que él. La familia de Kira es casi tan influllente y poderosa como mi padre, así que se lo pensará dos veces antes de ponerle sus sucias manos encima. En cambio los tuyos son fáciles de pisar. Ya le oíste: solo con chasquear los dedos puede dejar a tus padres sin trabajo, sin dinero, sin nada. ¿Lo entiendes, Paul?

Paul se dio cuenta de quién de los tres corría más peligro y, cuando fue consciente, vi cómo su nuez de Adán se movió varias veces.

—Vaya, ¡resulta que yo soy el eslabón más débil! —dijo con asombro.

—Sí, pero seguimos jugando con ventaja: él no te conoce y tengo muy claro que no te va a conocer. Kira, pongamos el pendrive a salvo y salgamos de aquí: quiero encontrar un vuelo para casa ahora mismo; necesito alejarme lo antes posible de esta ciudad y del monstruo que vive en ella.

Mientras caminaba hacia el coche, Kira se colocó a mi altura.

—Eh, ¿de verdad te vas a marchar ya? —se quejó.

—Kira… uffff —resoplé —. Ya sabías lo que iba a pasar. ¿Realmente crees que me voy a quedar aquí? No puedo pasar un minuto más en este sitio. En serio, necesito volver a casa y alejarme de todo esto —exclamé algo desesperada, a la vez que hacía un aspaviento con mi mano, abarcando el espacio a mi alrededor.

—Ya lo sé. Sé que no te vas a quedar aquí, pero, ¿irte ya? Pensaba que sería mañana o, como mucho, mañana, pero ahora es demasiado pronto. Creí que  te esperarías a ver si tu padre había aceptado tus condiciones.

—Eso también puedo hacerlo en casa. Quiero, necesito salir de este lugar, Kira. Me duele aquí —dije con voz quejumbrosa, poniendo mi mano a la altura del corazón.

 Ella puso su mano sobre la mía para luego darme un fuerte abrazo. Me derrumbé. Las lágrimas que había estado contenido toda el día salieron sin inhibiciones. Kira me abrazó más fuerte. Una sensación de desconsuelo y soledad se habían ha apoderado de mí. Un nudo se me acomodó en el estómago. Sentía como si me oprimieran el corazón. Las lágrimas se desbordaban por mi rostro, pero yo solo sentía cómo el dolor se apoderaba de mí. Seguí llorando agarrada a Kira. Cuando empecé a recuperar el control, me di cuenta de que estábamos en el asiento de atrás del coche y Paul conducía entre el denso tráfico de Manhattan. Observé, con cara inexpresiva, el deambular de la gente a través de la ventanilla del coche, ensimismada todavía por mi dolor.

Habíamos dejado a salvo el pendrive en una caja de seguridad que Kira poseía en uno de los bancos más importantes de New York. Nos dirigimos a su apartamento, cogimos la poca ropa que me había llevado de la residencia y fuimos al aeropuerto, donde me esperaba el jet privado de la familia de Kira que me llevaría a casa. En ese momento estábamos en el hangar.

—Kira, en serio, ¿esto no te va a traer problemas? —pregunté algo agobiada.

—Lia, por décima vez, no. El jet está al servicio de cualquier miembro de la familia. Además, mis padres están de crucero por Europa celebrando su aniversario. El jet está a nuestra entera disposición.

—No sé, hubiera preferido ir en una línea aérea convencional. —Estoy segura de eso, pero ocurre que tú querías salir hoy y ya has visto que ha sido imposible conseguir un vuelo. Claro, que si quieres podemos esperar unos días: el único vuelo en el que había plazas libres era el que salía a principios de la semana que viene.

—No, gracias Kira. Lo siento, pero es que no me adapto a la vida de los ricos —dije intentando contener las lágrimas que en las últimas horas brotaban con mucha facilidad.

—Lia, ¿por qué no te quedas? Por favor, no quiero que te vayas ¿Qué va a ser de mí sin ti? ¡No es justo! —dijo con los ojos vidriosos por la emoción —. Por favor, Lia, no te vayas.




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