Los lunes siempre han tenido un aire de reinicio.
Pero ese lunes no empezó con café y rutina, sino con una cita con Lucía, mi terapeuta.
Hacía dos semanas que no la veía.
Y aunque solía entrar a su consultorio con una lista clara de cosas para decir, esa mañana solo me senté y solté:
—Estoy enamorada.
—Eso suena como algo bueno —respondió, con su voz calma de siempre.
—Lo es… pero también me duele.
Lucía se acomodó en su silla, como quien sabe que lo importante acaba de salir.
—¿Te duele amar?
—No. Me duele que amar no garantiza que funcione.
Le hablé de Julián.
Del viaje.
Del suspiro después de hacer el amor, del olor a café en su cuello.
Y también de esa conversación breve pero crucial: hijos. Futuro. Esos temas que uno guarda como cartas bajo la manga, hasta que ya no se pueden postergar.
—¿Qué sentiste cuando él dijo que quería ser padre?
—Una mezcla extraña —confesé—. Ternura… y miedo. Mucho miedo. Como si ese sueño suyo no tuviera espacio en el mío.
Lucía me miró con esa calma suya que me desarma.
—¿Y tú, Valeria? ¿Qué sueñas? ¿Desde ti, no desde él?
Guardé silencio.
—No lo sé. He vivido tanto tiempo escapando del dolor que no me he dado el permiso de imaginarme construyendo algo desde la estabilidad. Siempre pensé que lo mío era sobrevivir, no planear.
—Pero ahora no estás sobreviviendo. Estás eligiendo.
Asentí, con los ojos húmedos.
—¿Y si lo pierdo por no querer lo mismo?
—¿Y si lo pierdes por no ser honesta contigo?
Sentí un nudo en la garganta.
Porque ahí estaba la verdad.
No era solo la posibilidad de no coincidir con Julián.
Era el temor de volver a decepcionar a alguien.
De no “estar a la altura” de un amor bueno.
—No quiero ser la que no da suficiente —dije, bajito.
—Y tal vez, Valeria… ya diste más que nunca antes.
Salí del consultorio caminando despacio, como si cada paso pesara distinto.
No tenía las respuestas aún, pero por primera vez en mucho tiempo, no tenía miedo de hacerme las preguntas.
Ese mismo día le escribí a Julián:
¿Nos vemos esta noche? No para resolver todo, solo para hablar… con el corazón sobre la mesa.
Su respuesta fue inmediata:
Siempre, Val. Siempre contigo.
Editado: 16.07.2025