Pasión Escalofriante

Capítulo 15: Lo que duele sin romper

Julián llegó a mi apartamento a las ocho.
Traía vino, como siempre, y esa expresión suya que mezcla ternura con firmeza.
Esa noche no nos abrazamos al vernos.
Nos sentamos directamente en el sofá, uno frente al otro, como si los cuerpos entendieran que era el alma la que necesitaba hablar primero.

—Gracias por venir —dije, con voz bajita.

—Siempre vendría —respondió él—. Incluso cuando me asusta lo que pueda pasar.

Lo miré.
Julián era tan distinto a Édgar.
Donde uno fue fuego y tormenta, el otro era faro y refugio.
Y aun así, el miedo volvía.

—Estuve en terapia hoy —le conté—. Necesitaba entender qué me pasa con esto. Con lo que hablamos… de los hijos, del futuro.

Él asintió, sin interrumpir.

—No te mentiré, Julián. No tengo una respuesta firme. No sé si quiero ser mamá. Tal vez nunca lo desee como tú. Y eso me rompe… porque te veo tan claro en tu sueño. Y yo… soy una niebla todavía.

Él dejó la copa sobre la mesa.

—Val, yo no te amo por lo que puedas darme mañana. Te amo por lo que eres hoy.
—Pero… ¿y si lo que soy hoy no cambia nunca?

Se hizo un silencio.
Y ahí lo vi: la grieta.

Pequeña.
Dolorosa.
Verdadera.

—No quiero forzar nada —dijo él—. Y tampoco quiero que el amor se convierta en una promesa que no puedes cumplir.

—Yo tampoco. Por eso estoy aquí. Porque prefiero una verdad que duela a una mentira que dure.

Nos quedamos callados unos minutos.
Sus manos jugaron con el borde de su copa, las mías apretaban la almohada como si pudieran absorber mi ansiedad.

—¿Y ahora qué? —pregunté.

—Ahora seguimos conociéndonos —respondió—. Porque esto que tenemos merece tiempo. Merece explorarse sin miedo. Y si en el camino descubrimos que no somos lo que el otro necesita… al menos sabremos que fuimos valientes.

Me acerqué.
Lo besé.
Un beso largo. Silencioso.
No uno de pasión, sino de pacto.

Esa noche, no dormimos juntos.
No por enojo.
Sino por respeto.

Cada uno necesitaba su espacio para entender.
Y eso también es amor: dejar que el otro respire aunque te duela el vacío que deja.




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