Pasión Escalofriante

Capítulo 21: Lo que el silencio revela

Le dejé una nota sobre la almohada.
Solo decía:

“Necesito pensar, Julián. No me busques por unos días. No es una despedida. Es un espacio. Un respiro para saber qué hacer con esto que está creciendo entre nosotros. Confía en mí.”

Empaqué pocas cosas.
Un libro.
Un cuaderno.
Una bufanda que aún tenía su olor.

Me fui a una pequeña cabaña cerca de Guatavita.
Vista al embalse. Frío en los huesos.
Y ese silencio que al principio incomoda, pero luego se vuelve amigo.

Los primeros días dormí mucho.
Lloré también.
No por dolor… sino por esa mezcla extraña de miedo y ternura que trae el amor cuando se vuelve real.

Le escribí cartas que no envié.
Caminé entre los pinos.
Escuché canciones viejas.
Recordé lo que soy cuando no estoy siendo “la mujer de alguien”.

Y entonces, una noche, mirando el cielo estrellado, entendí algo.

No quiero volver a perderme en el amor.
Pero tampoco quiero perder un amor por miedo a lo que podría pasar.

Tomé mi cuaderno y escribí:

*Si Julián se va, quiero que sepa que lo espero sin pausa, pero sin detener mi vida.

Si decide quedarse, no será por culpa, sino porque elige apostar por esto.

Y si me pide que lo acompañe, quiero tener claro que no dejo atrás mi camino, sino que abro uno nuevo junto a él.*

Volví a la ciudad al amanecer del cuarto día.
Lo encontré en mi puerta.
Con la misma bufanda que yo había llevado.

—Pensé que no aguantaría, pero lo hice —me dijo—. Y no sabes cuánto te respeto por darte ese espacio.

Lo abracé.
Y esta vez no lloré.

—Hablemos —le dije—. Sin promesas. Solo con la verdad.

Nos sentamos.
Y empezó la conversación más importante de nuestra historia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.