Pasión Escalofriante

Capítulo 30: Lo que no se dice, pesa

—¿Estás segura de que no te molesta? —preguntó Julián, abrochándose la chaqueta.

—Estoy segura. Solo… sé honesto contigo.

—¿Conmigo o con ella?

—Con ambos.

Julián se fue.
Y yo me senté frente a mi computadora.
Tenía mi primer encargo: leer un manuscrito y escribir una reseña crítica.

El libro era crudo. Una novela corta sobre una mujer que se enamoraba en plena reconstrucción personal.
Cada línea me golpeaba. Como si alguien hubiera escrito mi historia desde otro lugar.

Me sumergí en la lectura. Subrayé. Tomé notas.
Y, sin buscarlo, me sentí más fuerte.
Este mundo puede ser mío también, pensé.

Mientras tanto, Julián caminaba hacia Lavapiés.
Lucía lo esperaba en una cafetería de luz tenue.

—Te ves igual —dijo ella, con una sonrisa que mezclaba ternura y filo.

—Tú… no tanto. Te veo distinta.

—He cambiado.

—Yo también.

Hubo silencio.

—¿Y Valeria?

—Está bien. Empezando a construir algo propio aquí.

—¿Y tú?

—A veces siento que la amo más cuando la veo crecer.
Y otras veces… tengo miedo de no estar a su altura.

Lucía bajó la mirada.

—Tú siempre fuiste más valiente de lo que creías, Julián.
Conmigo no lo fuiste. Pero con ella… tal vez sí lo estás siendo.

Él la miró, con afecto, sin deseo.

—Gracias por venir. Creo que necesitaba saber que este capítulo… ya no duele.

—¿Y si algún día duele de nuevo?

—Entonces sabré que es porque aún tengo heridas mías. No tuyas.

Se despidieron sin tocarse.
Sin revivir nada.
Sin mentirse.

Esa noche, Julián volvió tarde.
Me encontró dormida sobre la mesa, rodeada de notas, libros, y una taza fría de café.

Me acarició el cabello.
Yo desperté.

—¿Cómo fue? —pregunté, con voz ronca.

—Liberador —dijo él, simplemente—. Y tú… ¿cómo estuvo tu día?

—Intenso. Me descubrí capaz.

Se sentó frente a mí.

—No quiero que tengamos miedo de ser grandes.
Ni tú, ni yo.
Porque si estamos juntos, tiene que ser con las alas abiertas.

Lo besé.
Ese beso fue calmo, profundo, lleno de presente.

Hicimos el amor esa noche con la calma de quienes ya no temen al pasado.
Y con la promesa silenciosa de seguir apostando por el futuro.




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