La noche prometía ser cálida con su cielo despejado y miles de estrellas. La única luz que iluminaba aquel sitio era la de la luna. La misma que abrazaba aquella noche donde dos jóvenes que se amaban en secreto mantenían en sus manos una copa de Brandy con el cual entre sorbo y sorbo se daban valentía para contar sus verdades. Pero el Brandy tenía otros planes. Un beso era lo que quería y un beso fue lo que les regaló.