Pasión y muerte

Inerte

Un día hermoso, terminó siendo el peor día de mi vida.

Estoy en medio de un bosque. Veo el hermoso atardecer que resplandece con el reflejo del sol en una cascada, las plantas se ven preciosas, iluminadas con destellos escarlatas.

«La naturaleza es divina y aún más cuando la observas detenidamente» pienso.

En ese momento, miles de recuerdos se situaron en mi mente, uno tras otro, evitando que yo le prestara atención al crepúsculo. Solo quedaban unos cuantos minutos para admirar. Hago un esfuerzo por desvanecer todo aquello que se hallaba alojado en mi cabeza, el olor a tierra mojada y a flores, es embriagador. Esos olores me llevan a un lugar que no me agrada.

Quiero gritar y sacarte de mi cabeza, «ya no perteneces a mi mundo» grito al fin, «tú decidiste irte y yo no te detuve, así que ya déjame por el amor del Dios, ya no quiero saber nada de ti».

Siento unas manos frías sobre mis ojos, son grandes pero escuálidas, los dedos delgados como agujas. La piel blanca tiene un aroma peculiar, no sé cómo describirlo. Lo que puedo decir es que no es un olor empalagoso, creo que me agrada. No puedo evitar sonreír, aunque no sé por qué lo hice. Escuchó su risa y él me sujeto aún más fuerte, siento una presión en el cuello y un fluido tibio corre por mi piel. Esta sensación agradable dejó de serlo, tan repentinamente como había llegado. Forcejeo por mi vida.

Después de pelear durante largos minutos, logro soltarme de su fuerte agarre. Lo veo de frente, no sé cómo describirlo, me doy cuenta de que es el ser más extraño que he visto en mi vida, es una mezcla de rareza con belleza. No sé si es una persona o bestia, pero su hermosura es sobrenatural.

Me siento mareada. Un sueño profundo amenaza con atraparme. No quiero perder el conocimiento, intento mantener los ojos abiertos, al parecer lo logro, de un momento a otro llegamos a un lugar totalmente oscuro, ni las sombras se pueden ver, pero siento como voy descendiendo más y más hasta llegar a una zona tan fría como el invierno ártico. Me estoy congelando. Abro mis ojos y veo a esa bestia, deseo salir huyendo, pero otra parte de mí quiere quedarse. Me quedo quieta, intento pasar por muerta, pero no puedo hacerlo, mi respiración, aunque es débil, es perceptible. Ya no sé cuánto tiempo más voy a aguantar viva.

De pronto, una luz me cegó por breves momentos, veo una casa antigua, pero, para mi sorpresa, solo era una pintura en la pared.

No puedo moverme, estoy en una cama enorme, con lo que queda de mis fuerzas, me arrastro por la superficie suave, parece ser más grande de lo que es en realidad. Caigo al suelo, estuve a punto de gritar del horrible dolor que me posee.

Siento un extraño ardor en mis muñecas, intento verlas, tengo dos heridas profundas, que aún sangran. La fogata en la chimenea hace ver que mi piel está más pálida que de costumbre. Me arrastro buscando la manera de salir. Después de tanto sufrir, llego al pórtico. Siento algo parecido al alivio.

Pero una gota espesa cae en mi cabellera, veo al techo y esa maldita bestia está ahí. Ahora su mirada es de odio, se ve como el fuego devorador de casas, no puedo evitar llorar, enmudezco, todo dentro de mí, tiembla. Deseo gritar, pero no puedo, ni siquiera moverme, es como si me hubiera hipnotizado. Me sujeta contra la pared y con un frío movimiento, muerde el cuello bebiendo mi sangre hasta la última gota. Después, con un golpe limpio en la nuca, termina con mi vida.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.