El trato del puma
Riley terminó de devorar su desayuno, una abundante porción de torta de chocolate y jugo de naranja extra dulce, aquella mezcla de sabores era una agradable distracción de la soledad de su habitación.
Aiden había desaparecido, pero no le importó mucho, no sabía cómo estaban las cosas entre ellos. Había muchas cosas que quería saber, muchas cosas que le parecían raras.
Como la forma en que la dominó en el callejón, o en la forma en que enfrentó a Liu y a su compañero, o esa fuerza extraña en cada vez aparecía con mayor frecuencia en sus ojos. Aiden era todo un enigma. Se comportaba de manera extraña, por momentos era sumiso y por momentos era dominante. Riley no lograba entenderlo.
Cuando despertó sola horas antes de la salida del sol, el único rastro de Aiden era los huecos que había dejado en su cama.
Probablemente habría bajado a ver a los demás, pensó, después de todo apenas eran las diez de la mañana y la segunda sesión no empezaba hasta las doce.
Al recordar los eventos de la noche anterior, le parecían un simple sueño, ella no podía creer que habían salido ilesos del gran problema en que se había metido, y al que había arrastrado a Aiden.
Podía aventurarse a decir que había tenido un golpe de suerte ¿Podría decir que no lo volvería a hacer? No estaba segura de poder, la imagen de Joey Wells seguía dando vueltas en su mente, las suposiciones y las ideas que se acercaban en su cabeza no hacían más que tentarla a continuar con lo que había dejado.
"—La curiosidad mata al gato" habló la voz en su mente "—Sí, pero el gato tenía nueve vidas"
Salió de la habitación dispuesta a bajar hasta el lobby, el pasillo estaba sumido en un agradable silencio, inspeccionó sus alrededores, los aromas de sus compañeros eran débiles rastros, señal de que no estaban en sus habitaciones. Subió al ascensor, pero bajó solo un piso antes de detenerse y abrir sus puertas.
Dejando ver la enorme figura de Luke. Riley se quedó perpleja, e inmóvil.
—Debo hablar contigo— dijo y en un movimiento la tomó de la mano y la instó a salir al pasillo.
Paralizada por el miedo instintivo, Riley obedeció y lo siguió hasta llegar a su habitación.
¿Qué estaba haciendo? El pánico inundó sus sentidos.
—Descuida— sorprendentemente, Luke le habló con suavidad— no te haré daño, entra.
"Esto no es correcto" se repitió mentalmente mientras se adentraba en el lugar. Era igual que la suya, pero sobrecargado con su aroma, a tierra mojada y hierba fresca con un sutil toque de miel y flores. Todo en esa habitación indicaba quién era su dueño, y ella no quería ni respirar ni un solo centímetro cúbico de ese oxígeno.
Lo último que quería era estar en presencia del Señor Hombre de Hielo.
Pero ahí estaba, petrificada e incapaz de reaccionar... Si Aiden la pudiese ver... Se daría una palmada en el rostro por lo poco que ella había aprendido de sus lecciones.
Ese pensamiento fue suficiente como para hacerla reaccionar, Luke no haría nada que lastimara a Kaylee, y ella no podía dejarse llevar por el miedo, por su amiga, estaba segura. Pero eso no era razón suficiente como para dejar de temerle.
—¿De qué quieres hablar?— se aventuró a decir cuando él cerró la puerta.
La sensación de vacío se asentó en su pecho cuando se encontró encerrada con él.
—La verdad, Riley.
"Maldita sea Aiden ¿Por qué no estas aquí conmigo?"
Casi temblando, dio un par de pasos con la mirada fija en el suelo, meditando en silencio la respuesta, considerando sus opciones. ¿Luke le había dicho lo que ellos habían hecho a Sean? ¿Aria lo sabía?
—Riley, no le he dicho nada a Sean— habló como si hubiese leído su mente, confirmado sus dudas.
Elevó bruscamente su cabeza, pero no pudo hacer nada más que mirar su pecho.
—Entonces... ¿Por qué me haces esto?
—Porque no me creo ni una palabra del supuesto trato de negocios que querías obtener con los tigres— Luke se cruzó de brazos— y sé muy bien que ellos no nos ven con buenos ojos.
"No se fíen de Sean y Joey Wells"
—¿Qué sabes tú sobre ellos?— inquirió.
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Editado: 06.09.2018