Pasiones Ocultas [serie Ice Daggers 4]

Capítulo 15

 

 

Humanos a la causa

 

—¡Mira mamá! 

 

Shelly subió el volumen del televisor en la sala de estar, estaban transmitiendo el noticiero matutino, donde un reportero estaba en la sede del Congreso Mundial Cambiante. 

 

Su madre salió de la cocina con sua guantes térmicos aún puestos, el entusiasmo de Shelly disminuyó cuando ella se molestó al ver lo que estaba en la pantalla. 

 

—¿Cuántas veces te he dicho que no veas esas cosas? 

 

Shelly cerró los ojos, las protestas de su madre siempre iban en contra de su curiosidad hacia los cambiantes. 

 

—¿Qué tiene de malo? 

 

—Todo. Shelly los cambiantes pueden parecer humanos por fuera pero son animales por dentro, y son peligrosos. 

 

Bla, bla, bla. Para su madre, hasta un gato era peligroso. 

 

—No son malos— respondió, cuánto deseaba que su madre dejara de tratarlos con el típico desprecio humano— si la gente dejara de tratarlos como inferiores todo sería distinto. 

 

—¡Por el amor a Dios!— se quejó su madre— ¿Por qué no entiendes las cosas que yo te digo? 

 

Porque no compartía los prejuicios de su familia hacia seres tan maravillosos. 

 

—No quiero pasar mi vida despreciando a quienes no nos han hecho nada. Mira, están luchando por sus ideales y por sus leyes ¿No merecen nuestro respeto? 

 

Su madre la miró a los ojos, estaba enojada, su paciencia había llegado al límite. 

 

—¡Basta!— alzó la voz— en esta casa no hay cabida para los cambiantes ¡Ya no volveremos a tocar el tema y punto! 

 

Shelly caminó con fingida calma hasta su habitación, sintiendo la aguda mirada de su madre al subir las escaleras. Se dejó caer en su cama, frustrada,  no la entendía, básicamente no entendía porqué los humanos, su raza, eran tan mezquinos y prejuiciosos. 

 

Los cambiantes no eran salvajes. 

Ella lo sabía ¿Por qué su madre no lo aceptaba? ¿Por qué siempre estaba tan decidida a alejarla de ellos? 

 

Toda su vida le habían sorprendido las capacidades y proezas de los cambiantes, desde pequeña tuvo interés por descubrir aquel extraño mundo en el que vivían ellos, tan diferente y asombroso, tan distinto de su mundo ordinario y común. Se había interesado por ellos desde que vió saltar a su vecino Andrew desde el techo de su casa. 

 

Ese día había regresado temprano de la escuela, antes de que su madre regresara de su trabajo, el puma la había asustado al principio, Shelly por poco casi había llamado a Control Animal, pero cuando vio a los ojos a aquel magnífico animal, supo de inmediato que no era un peligro. 

 

En ese entonces eran niños de apenas ocho años, pero, su querida madre había matado su amistad antes de que pudiera nacer. 

 

Ya no podía recordar cuántas veces se habían mudado siguiendo la absurda necesidad de su madre de alejarse de esos "Animales" 

 

—¿Otra vez?— una voz familiar la sacó de sus pensamientos— No puedo creer que sean tan diferentes y tengan la misma sangre ¿Estas segura de que no eres adoptada? 

 

Su hermano, Jake, siempre encontraba las palabras para estabilizar su mente cuando peleaba con su madre. 

 

—¡Claro que no lo soy!— le arrojó una almohada que atrapó con facilidad— entra. 

 

—Dejame adivinar. Tocaste de nuevo el tema intocable. 

 

Caminó hasta llegar a su ventana, Jake era mayor que ella, y en algunos momentos hasta era más maduro, sobre todo cuando ocurrían turbios conflictos familiares. 

 

—¿Por qué no los ve como yo los veo? 

 

—Porque es terca... Y porque hay cosas que no sabemos sobre ella, hay razones que la hacen odiar tanto a los cambiantes, razones que ella no nos ha dicho. 

 

Shelly suspiró, afuera varias personas comenzaban a dirigirse hacia la sede, los humanos se alzarían en protesta contra los cambiantes. 

 

—Ian ya tiene todo listo, ambas marchas se encontraran en el mismo punto, pero somos más que ellos definitivamente haremos una diferencia ¿Aún quieres participar? 

 

—¿Qué pregunta es esa?— ella no se retractaba de las decisiones que tomaba. 

 

—Supuse que después de discutir con ella no tendrías ganas de salir... Y que mamá probablemente no te daría su permiso. 

 

Miró a su hermano, tan parecido a ella, como si fuese su gemelo. 

 

—Tengo veintiún años, ya soy mayor para dejar de depender de sus permisos. 




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