Apoyando a un puma
Aiden llamó a la puerta de la habitación de Luke Mckane, Riley había insistido en tomarlo de la mano en el ascensor, y en el pasillo.
No era que le molestara, al contrario, le encantaba la sensación de su piel, pero su prudencia exigía que se mantuviese alejado.
—Ya era hora— se quejó Luke cuando abrió la puerta— empezaba a pensar que se habían retractado.
Riley apretó su mano, las palabras del puma sonaban frías, pero Luke era así todos el tiempo, distante, aislado.
Aiden podía anticipar los pensamientos que se estarían construyendo en la cabeza de Riley, y el también los tenía, las dudas lo hacían sospechar. Después de todo no lo conocían completamente, la única que sabía a fondo el comportamiento y la actitud de Luke, era Kaylee.
¿Su compañero sería capaz de engañar?
¿Podría atentar contra la vida de otra persona?
No tenía respuestas, pero estaba decidido a encontrar la credibilidad en aquel que parecía ser tan sospechoso como Joey Wells. ¿De qué otra forma podría conseguir esa camioneta?
—Debemos hablar— le dijo con algo de indiferencia.
—Adelante.
Se le erizó el pelaje al entrar a la habitación, su consciencia estaba alerta por el peligro acechando ahí, por el depredador que era el dueño.
—Pensé que habían sido alcanzados por las explosiones— Luke se sentó en la cama, haciéndola crujir por su peso.
—Afortunadamente no pasó— respondió Riley, en el instante en que dijo la última palabra ella soltó su mano— ¿Sabes con certeza quién es el responsable?— preguntó.
—Lo único que sé es lo que dicen los medios, que fue culpa de un miembro de la manifestación anti cambiantes.
—¿Por qué atacar una panadería?— preguntó Aiden— si querían hacer daño ¿Por qué no atacaron el Instituto?
Luke lo miró fijo, a diferencia del resto de su cuerpo, sus ojos no eran fríos, más bien, eran cálidos de tal forma que generaban la falsa ilusión de tranquilidad haciendo que cualquiera que los viera creyera que no representaba ningún peligro.
Nada más alejado de la realidad.
—Eso es lo que he estado tratando de descifrar— respondió Luke.
—No hemos notado nada extraño durante la sesión, Joey se mantuvo todo el tiempo al lado de su Alfa.
—Creo que se tomó muy en serio el papel de suplente al reemplazar al lugarteniente— agregó Riley.
—Sí, pude notarlo, Sean me comentó que Henry Clarkston estaba muy enfermo— dijo Luke.
—¿Joey pudo haberlo intoxicado?
—No lo sé. No hay pruebas de eso, así como no hay pruebas que me hagan saber si habrá o no un ataque al Congreso, creo que mis sospechas estaban mal infundadas, tal vez estoy siendo demasiado paranoico.
—No pienses eso— dijo Riley— no debemos bajar la guardia.
—¿Por qué estás tan segura?— Luke la miró a los ojos, ella volvió a tomar su mano.
—Vimos la camioneta de Mark— respondió Aiden— estacionada en la esquina, y a unos hombres a los que no pudimos identificar por el humo y el polvo, estaban descargando armas.
La noticia pareció desconcertarle, pues su mirada fue bajando con lentitud al suelo, Aiden había sembrado la duda en él, imaginó lo difícil que debía ser considerar la idea de que su propia sangre pudiese ser un criminal.
De pronto, Luke se puso de pie, ante su movimiento repentino Aiden cubrió de manera parcial a Riley.
Ignorando su reacción, el puma sacó su teléfono del bolsillo e hizo una llamada.
—¿Mark?
—Luke ¿Cómo estas hermano?— lo puso en modo altavoz— ¿Qué tal Nueva York? ¿Apesta tanto como dice Jimmy?
—No hay tiempo para chismes— replicó duramente— Respóndeme algo ¿Donde está tu camioneta?
—Precisamente, está en Nueva York, recibimos un pedido de muebles para un restaurante a varias manzanas de la sede ¿Por qué preguntas? ¿Sucedió algo?
—No— se apresuró a decir Luke— la ví después de salir de la sede, pensé que la habían robado ¿Quién la conduce?
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Editado: 06.09.2018