Pasiones Prohibidas

Capítulo 9

 Me encuentro completamente agotado. Luego de salir del hospital fui hasta el lugar donde han matado a todos, acompañado de un grupo de rastreo con el objetivo de detectar alguna nueva pista, pero como era de esperar no obtuvimos resultados. 
Después de horas sin resultados decidí dar por concluida la búsqueda ese día y regresar a la morgue, nuevamente con la esperanza de hallar algo, pero solo eran los mismos cuerpos despedazados. El hecho de que por segunda vez se hubiesen encontrado los cadáveres sin gota de sangre comenzaba a causarme mucha inquietud, pues, aunque yo estaba completamente seguro de la inocencia de Tobías y sus chicos, el resto de clanes no estaban muy convencidos.
¡MIERDA! DEBO SOLUCIONAR ESTE CAOS RAPIDAMENTE. YA HA HABIDO DEMASIADAS PÉRDIDAS.
Llego a casa ya bien entrada la noche, necesito una ducha para relajarme y olvidarme aunque sea por unos segundos del agotador día. Pasado un rato vuelvo a dar vueltas por toda la casa pensando en alguna posible solución cuando me percato de un gran número de papeles bajo la entrada de la casa.
Son los informes sobre las diferentes víctimas. Me dirijo con ellos a la cocina donde tomo una cerveza y me siento junto a la mesa de centro de la habitación para leer los papeles. Muchas de las víctimas fueron, principalmente, parte de la defensa de los distintos clanes. ¡ESTAN ANIQUILANDO NUESTRA PROTECCION!
Existen patrones en las muertes, no están atacando solo para matar, incluso el joven Thomas había empezado en el equipo de rastreo de los cambiaformas. ¿Qué pretenden? ¿Intimidarnos?
Fuera de este hecho no encuentro muchas más coincidencias. Sus rasgos anatómicos son diferentes, y al menos que perteneciesen a los mismos clanes rara vez se relacionaban unos con otros.
Y hablando de grupos, el informe de los vampiros no aparece por ninguna parte. Quizás lo deje junto a la entrada sin percatarme pero juraría que los recogí todos, aun así, vuelvo a revisar para confirmar que no fuese fallo mío pero no se encuentra. Me sorprende pues pensé que sería uno de los primeros que vería. Debió de haber algún problema, los vampiros dijeron que serían los primeros en entregarlo. De seguro Michael olvidó recogerlo, no los culpo, todos estamos muy ajetreados.
Unos toques en la puerta interrumpen el silencio de la estancia, debe de ser mi amigo que consiente de su error ha regresado para enmendarlo, nunca le ha gustado dejar un encargo a medias. Sin embargo, mi sorpresa es enorme cuando observo que no es el lobo quien se encuentra en mi puerta, sino un alto y sensual hombre de ojos verdes con una piel tan pálida que resalta en lo más oscuro de la noche.
¡QUE DIABLOS HACE TOBÍAS EN MI CASA!
Me quedo helado incapaz de pronunciar palabra, siento todo mi cuerpo temblando. Este hombre provoca más miedo por lo que me hace sentir que cualquier monstruos que este acechando allá fuera.
—¿Puedo pasar?— pregunta sin n siquiera saludar, parece incomodo de estar aquí y yo como un completo idiota solo se asentir.
Cierro la puerta tras él y lo encamino hacia la sala donde podemos hablar más cómodamente.
—¿A qué debo el honor de tu visita?— digo completamente anonadado y sin poder esconder una sonrisa de bobo en mi cara, aún no puedo creer que lo tenga frente a mí.
Dejémonos de falsa hospitalidad y terminemos rápido con esto— arroja una carpeta llena de papeles sobre la mesa— —Ahí tienes tu encargo alfa, ahora dime que querías, estoy muy apurado.
—¿De qué hablas?
—No te hagas el tonto— parece molesto— tu amigo me dijo que querías que te trajera los papeles en persona  que necesitabas hablar conmigo ¿A qué juegas?
—¿Qué?—no comprendía nada de nada.
—Ya sabes, uno de tus chuchos: alto, rubio, lleno de tatuajes.
—¿Michael? No tiene sentido  que te dijese nada de eso.
Me dirijo a tomar mi celular sobre la encimera de la cocina mientras dirijo una mirada a Tobías que dice NO TE MUEVAS DE AHÍ. Mi amigo tendrá que explicarme muchas cosas o en pocos segundos mi deseado vampiro me mataría.
Luego de varios tonos del teléfono que no me contestaba finalmente Michael contestó a mis llamadas.
—Pensé que estarías demasiado ocupado como para agradecerme por el favor—se burló con una carcajada.
— ¿Qué diablos has hecho?—vuelvo a escuchar su risa al otro lado de la línea y eso hace aumentar mi enfado.
—Le dije a tu chico que habías dado la orden de que era necesario entregarte los informes en persona, que era necesario que fuese solo para discutir un tema de extrema confidencialidad.
— ¡Estás Loco!—grito desesperado—el vampiro me quiere matar ¿qué se supone que haga ahora?
Hablo de espaldas a Tobías, no deseo que vea mis nervios ni yo quiero ver su mal humor.
—No exageres—se burla.
Michael cada vez más divertido con la situación—es la oportunidad que necesitabas, aprovéchala.
No podía hablar y menos razonar con claridad, necesitaba poner en orden mis ideas e idear el modo de arreglar la situación. Comenzaba a desesperarme cuando Michael volvió a hablar, esta vez más serio.
—Escucha Ryan, soy tu mejor amigo y no me gusta ver lo angustiado que estas por la situación con el vampiro. En vez de seguir alargando la tortura de ambos aclara el problema que tienen y sean felices, explícale cuanto lo amas y cuanto te importa—tomó una pausa como dubitativo de lo que iba a decir—Sabes que no creo en estas cursilerías de la pareja destinada o el verdadero amor, sin embargo, al ver como ambos se observan cuando piensan que el otro no presta atención, sinceramente, creo que en verdad existe algún tipo de magia y solo es cuestión de ser lo suficientemente afortunado para encontrarla.
Un escalofrío recorrió mi cuento mientras mis manos temblaban ante las posibilidades que se me presentaban.
—Es solo que no quiero acabar de perderlo ¿crees que me escuche?
—No lo sabrás a menos que lo intentes.
Terminando la frase Michael colgó dejándome al otro lado de la línea con una fe rotunda, pero al mismo tiempo con un miedo que nunca en mi vida había sentido. Repentinamente, me sentí con el valor suficiente para hablar con él. Mi amigo no se equivocaba, aunque no funcionase, no puedo permitir que Tobías siga pensando que solo fue un entretenimiento del momento o jamás me lo perdonaría.
Regresé a la habitación principal donde Tobías aun esperaba una explicación y la iba a conseguir, pero primero, debía de asegurarme de que escuchase lo que le iba a decir hasta el final. 
—Siento la demora, te prometo que tendrás todas las respuestas que gustes, pero debes jurarme que no te marcharás hasta que termine de hablar.
— ¿Por  qué debería hacer algo así? ¿Estoy obligado?
—Para nada eres libre de marcharte, solo quiero la oportunidad de explicarte todo hasta el final, pero si no deseas escuchar entenderé.
Por unos segundos Tobías se mantuvo pensativo. En su rostro se apreciaba la batalla interna de si confiar o no en mí. No me cabía la menor duda de que se giraría y me abandonaría, hasta que un leve asentimiento de cabeza hizo entender que juraba cumplir mi pedido.
No sé si exigí demasiado al pedir su palabra, pero por lo menos, me inundó la seguridad de hablar tranquilo sin temor a que se marchara, pues los juramentos realizados por vampiros son sagrados y una vez hechos no pueden realizarse.
—Antes que nada te debo una disculpa, todo lo que dijo Michael fue una mentira para que vinieses y reunirnos. No sabía que el idiota de mi compañero planeo esto, pero ahora e estoy muy agradecido pues….
— ¿Y por qué diablos tengo yo que estar aquí?—interrumpió Tobías, con su paciencia disminuyendo por momentos.
—Porque necesitaba remediar un terrible error que me está haciendo perder a la persona que más he querido en mi vida.
— ¿Qué tiene que ver eso conmigo?—volvió a interrogar mi acompañante con dolor en sus palabras, por su cabeza ni siquiera cursaba la idea de que hablase de él.
—Lo que estoy perdiendo y deseo más que a nada es este mundo…es a ti.
El silencio inundó de tal manera en la estancia que se hubiese podido escuchar el sonido de un alfiler al caer al suelo.
Tobías se encontraba atónito, de seguro no se esperaba mi declaración.
—No te atrevas a burlarte de mí.
La confusión en él se volvió furia. Me inundó el presentimiento que aún seguía parado frente a mí por la promesa de escucharme.
—Soy un idiota por hacer que creas que no significas nada para mí, merezco que me odies y no desees volver a verme en tu vida—dije dando un paso hacia Tobías a la par que el retrocedía otro—La verdad es que no dejo de pensar en ti desde la primera noche que te vi en el bar, solo que fui lo suficientemente idiota como para no valorarte cuando al fin te estreche entre mis brazos. Estaba inseguro, con miedo de lo que pensaría mi gente y debido a mi infantilismo te hice daño.
Era perceptible la incertidumbre de Tobías. Si no terminaba de mostrar mis sentimientos ahora sospechaba que nunca volvería a tener la oportunidad.
—No soporto tu mirada de desprecio y me mata ver cuánto te duele. Me desespera no poderte tener cerca de mí en público mientras que el resto puede tocarte, eso me mata de celos.
Tobías seguía sin decir nada, ni siquiera parpadeaba. Vi la oportunidad de acercarme a él sin temer su rechazo y así lo hice abrazándolo por la cintura.
—Te quiero y no pienso dejarte marchar nunca—sentencie justo antes de besarlo con gran intensidad.




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