Pasiones Prohibidas

Capítulo 10

en mis brazos y su boca contra la mía. El mundo, mi mundo, comenzaba nuevamente a tener sentido. Ya podía estallar la tercera guerra mundial que no me interesaba mientras Tobías siguiese en mis brazos.
No podía resistirme a la sensación que causaba saborear cada centímetro de su boca con movimientos suaves pero intensos. La cooperación de  mi acompañante junto con los movimientos de su lengua causaba en mí una gran excitación. Mi mente me decía que debía parar y terminar de arreglarlo todo con Tobías, mientras que mis instintos más animales exigían que lo desnudase ahora mismo y lo hiciese mío.
Estaba inseguro sobre qué hacer, cuando los brazos de mi chico se colocaron alrededor de mi cuello dándome la respuesta que necesitaba: debía dejar de lado los razonamientos, seguir mis instintos y dejar que la situación siguiese por si sola su rumbo. Ya lo perdí una vez por dejar que mi miedo se apoderase de mi mente y eso no podía repetirse.
Apretando más mi agarre a su espalda lo acerque todo lo que pude a mi cuerpo. No tenía la intención de dejarlo marchar y deseaba que él lo notara. Luego de unos momentos que a mí me parecieron infinitos entre besos y caricias, nos separamos un poco para recuperar la respiración y, aun sin soltarlo, posé mi frente sobre la suya.
—Elige de una vez maldito lobo, me estas volviendo loco—decía Tobías entre jadeos.
—Te elijo a ti, ahora y siempre.
Ver nuevamente la sonrisa del vampiro volvió a llenar mi mundo de color.
— ¿Y qué pasa con lo que piense tu gente?—preguntó alzando la ceja.
—Me importa una mierda lo que piense el resto. Llevo toda la vida esperándote y ahora que te tengo no te dejaré marchar.
—Tardaste mucho en darte cuenta idiota—habló Tobías volviendo a cerrar mis labios con un beso.
El calor en la habitación ascendía a cada instante que pasaba, a la par de que la erección en mi entrepierna se acrecentaba. Nunca había sentido  esta sensación besando a nadie, si esto continuaba así iba a correrme incluso antes de pasar a la siguiente fase.
DIOS NO ME CREO QUE ESTE CHORREANDO TANTO SOLO POR UN BESO.
Continuamos besándonos mientras subíamos las escaleras en busca de mi habitación lo más rápido posible. Al entrar no recuerdo en qué momento las camisas de ambos terminaron en el suelo. Me quedé observando el pálido cuerpo de Tobías, estaba totalmente esculpido con la grandeza de una escultura de mármol griega. A pesar de ser delgado tenia los bíceps y los abdominales bien definidos.
Comencé a lamer mis labios inconscientemente.
Tobías se arrodillo frente a mí para desabrochar mi pantalón y cuando comprendí sus intenciones lo detuve poniéndolo de pie gentilmente.
—No debes hacerlo si no lo deseas, no quiero presionarte a nada.
Me encontraba muy nervioso, era mi primera experiencia con un hombre y aunque sabía lo que me gustaba a mí no entendía cómo proceder para que disfrutara mi pareja. Tobías al percatarse de mis pensamientos me regalo una cariñosa sonrisa.
—Relájate y disfruta de la experiencia, prometo que la pasaras bien—dicho esto retornó a su labor de desabrochar mis pantalones.
Mis piernas comenzaron a temblar cuando depositó un suave beso en mi pene aun cubierto por el bóxer.
Nunca he tenido a un hombre realizándome sexo oral y la sensación era fantástica, no era virgen había tenido anteriormente diversos encuentros con mujeres pero ninguna se comparaba a esto. Era tanto el temblor de mis piernas que tuve que luchar para mantenerme en pie. Con un ágil movimiento retiró mis calzoncillos y comenzó lo que sería una exquisita chupada de mi erecto miembro.
Trabajaba en mi húmeda punta como si estuviese saboreando un caramelo, era una acción tan erótica que era incapaz de mirar en otra dirección. Su mano se ocupaba de la parte donde s boca no alcanzaba masajeando y moviéndose a la par de está tomándome hasta el inicio y de regreso al punto inicial. No aguantaría mucho más, necesitaba hacerlo mío. Los espasmos comenzaban a apoderarse de mi cuerpo, tuve que resistir en varias ocasiones os deseos de gritar. Mis manos apretaban sus cabellos mientras mis caderas se sacudían y movían adelante y atrás.
¡DEBO POSEERLO YA!
Trague el nudo que se formaba en mi garganta por los nervios. Tomé a Tobías por las manos alzándolo para besarlo, di media vuelta con él en brazos y lo arroje sobre la cama de cara a mí.
Me incline y bese la pálida piel de su abdomen con mis manos deslizándose por todo su cuerpo a la par que lo saboreaba. Todo él se tensó de excitación a medida que descendía para atrapar con la lengua las primeras gotas de su líquido pre-seminal.
Comencé a separarle las piernas, su cabeza cayó en un gemido que escapo de su garganta mientras acariciaba la húmeda punta de su erección. 
Su cuerpo estaba completamente arqueado para entregarse a mí. Tome un pequeño pomo de lubricante que se hallaba en un gabetero junto a la cama y echando un buen  chorro en mis manos empecé a jugar con mis dedos en su agujero.
Quería estar dentro de él y sentir su estrechez alrededor de mi miembro, pero primero debía de prepararlo correctamente para no hacer daño por lo que empecé a meter y sacar mi dedo y cuando Tobías se encontraba totalmente cómodo introduje otro más.
—Hazlo ya—suplico.
Estas dos palabras fueron lo suficiente como para destruir mi autocontrol.
Coloque la punta de mi miembro en su entrada y antes que nada plante un gentil y sensual beso en sus labios. Moví mis caderas lentamente introduciéndome cada vez más en su interior. Sus dedos apretaban mi espalda mientras que con un ágil movimiento sus colmillos rasgaron la miel de mi hombro marcándome como suyo, como su pareja.
A medida que me movía más rápido en su interior, el lobo que había dentro de mí me exigía, que al igual que él, lo marcase como mío para reafirmar el hecho de que Tobías no le pertenecería a nadie más y así lo hice.
Sus piernas envolvían mis caderas. Calor, excitación y, aun, el sabor de la sangre nos empujaba a ambos al límite. Nuestros cuerpos se movían salvajemente por si mismos ahora.
—Tobías—susurre.
—Me vengo—sus manos se agarraron más fuerte a mi espalda mientras un grito de placer salía de sus labios y su blanco liquido llenaba nuestros abdómenes.
No aguante y mi orgasmo salió con igual fuerza de mí, grite. Me desplome sobre Tobías, ambos tratando de recuperar la respiración. Finalmente retrocedí y plante un beso en su frente. Nos miramos un par de minutos a los ojos hasta que Tobías hablo:
—Para ser tu primera vez con un hombre lo has hecho increíblemente, chucho.
Asentí con la cabeza. Su actitud provocadora y que tanto amaba y a la vez me desesperaba había vuelto gracias a dios.
—Ven, vamos a darnos una ducha—conteste.
Cuando regresamos del baño continuamos lo que sería la primera de muchas noches de nuestras largas vidas amándonos y haciendo el amor.




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