Pasiones Prohibidas

Capítulo 9

Capítulo 9:

Mónica Evans:

-Eres terriblemente insoportable, Brady Jones.

-Justo como les gusta a vosotras las tías -Le miro mal pasándole el resultado del examen de Allie-. ¿Qué? ¿Acaso miento? A vosotras os gusta los tíos malos, los insoportables porque os parece atractivo y cuando no estamos detrás de vosotras llorais, porque queréis que sigamos jodiéndolas, porque se vuelve un anhelo. Ah, y también que no seamos un chicle las veinticuatro horas del día.

-No a todas, no generalices -Ruedo los ojos mientras escribo la nueva clase-. Además, estás un poco erróneo.

-¿Prefieres al tío bueno, correcto y meloso a más no poder? -Pregunta con un tono burlón, y muerdo mi labio superior, suavemente.

-Pues sí, no le veo nada de malo querer a un tío bueno. -Comento por lo bajo, pensando en mis propias palabras y en lo aburrido que se me hace.

-Oh, vaya -Suelta una risita-. ¿Sabes? Dicen que cuando a una tía le gusta el tío bueno es porque ella es la mala.

-Ah, no me digas. -Suelto con ironía, rodando los ojos.

Se encoge de hombros. Le doy la hoja que acabo de terminar para que responda los ejercicios y empiezo a redactar en el plan de clase la de mañana.

Aunque mi tarea se ve interrumpida cuando vuelve a pincharme la mejilla, pero esta vez con su dedo, tomándome desprevenida. Resoplo, escuchándolo reír y lo miro.

-¿Por qué sigues molestándome?

-No lo sé. -Se alza de hombros, sin borrar la sonrisa de su cara.

-Mira, Brady -Hago una pausa, mirándolo con seriedad-. Entiendo que eres de esos idiotas que no paran de molestar…

-¿Qué soy idiota? -Alza una ceja.

-Sí y deja de interrumpir -Sin darme cuenta, mi mano cubre su boca para callarlo-. Pero por favor, déjame a mí fuera de tus juegos.

Abro mis ojos como platos al sentir su lengua en la palma de mi mano. La retiro con rapidez y la limpio en mi ropa, haciendo una mueca de desaprobación.

-¿Piensas que estoy jugando contigo? -Cuestiona, casi en un murmullo.

-¡Es que no paras de molestarme! -Me pongo de pie, con el ceño fruncido- Ni porque soy tu profesora de literatura.

-¿Sabías que eres muy gritona?

Gruño cuando veo el gesto que hace con su dedo en su oído, como si le diera comezón.

-¡Y tú un imbécil!

-¿Gritas así cuando te dan como a tele vieja? -Bromea y siento el calor inundar mis mejillas al comprender con claridad esa insinuación perversa.

-Eres tan... -Me frustro al no encontrar la palabra, pasando mis manos por mi cabello en un gesto desesperado.

-¿Tan qué? ¿Guapo? ¿Irresistible? -Pregunta, poniéndose de pie con rapidez, para acortar la distancia que nos separa.

-Vete, por favor.

-¿Y si no quiero irme?

-Váyase, alumno Jones. -Murmuro débilmente cuando lo tengo peligrosamente cerca de mi persona, y sin querer evitarlo, mis ojos recaen en su boca.

-¿Volvemos a los “usted”? -Su susurro casi en un suspiro, es como una caricia delicada que roza mi piel.

Paso saliva.

«Y ni siquiera me ha tocado.» Pienso, nerviosa y confundida por la situación.

-Váyase, por favor o llamaré a seguridad. -Pido, dejando escapar una bocanada de aire temblorosa que no sabía que había retenido.

-¿Qué le dirá? -Acerca su boca a mi oído y trato de no verme afectada por su cercanía- ¿Qué su alumno no quiere irse porque quiere aprender más de la materia con su maestra?

No puedo caer. No puedo caer. No me gusta Brady Jones. No me gusta. ¡No puede gustarme!

Me recompongo a como puedo y retroceso unos pasos, evitando el contacto visual con él.

-Lo menos que estás haciendo es estudiar. -Logro decir, a duras penas.

-Me quitas la concentración.

Su vaga excusa junto a su gesto de alzarse de hombros, me hace querer sonreír, pero lo reprimo.

-¿Qué? -Pregunto, cuando no deja de observarme fijamente.

-Nada.

-Pues vete ya -Le digo lo más firme posible y comienzo a empujarlo a la salida, él no pone resistencia-. Y procura mañana sacar el máximo en el examen o se acabaron las clases extras.

Cuando logro que salga de la residencia, se da la vuelta para quedar frente a mí y alza una ceja sonriente.

-¿Es una amenaza?

-Tómalo como quieras -Me alzo de hombros, devolviéndole la sonrisa-. Hasta mañana, alumno Jones.

Está por hablar cuando cierro la puerta. Me recuesto contra la misma, cerrada, viendo todo el tiempo que hemos pasado juntos en mi residencia como si fuera de una película en mi cabeza.

No pasan ni cinco minutos al alejarme cuando llaman a la puerta. Es Wakanda, entra como Pedro por su casa y quiere saber el chisme completo porque acaba de ver a Brady salir de aquí. De hecho, se acomoda en el sofá y me obliga a sentarme a su lado.

-¿Qué hacían?

-Estudiar.

-¿Estudiar?

-¿Qué me estuviera molestando todo el jodido tiempo cuenta como estudiar? -La miro haciendo un mohín.

-¿Qué?

-Ah -Suspiro cerrando los ojos recostando mi cabeza al mueble-. ¿Por qué tiene que ser tan molesto? -Miro a mi amiga que tiene una sonrisa traviesa y frunzo el ceño- ¿Qué?

-¿No será que quiere cosa contigo? -Sube y baja las cejas, en un gesto pícaro.

Me río sin ganas.

-¿Te escuchas, Wakanda? Claro que no, es mi alumno y yo su profesora.

-Ambos de la misma edad.

-Pero no.

-Es guapo.

-Lo es, pero no me gusta.

-Ajá, claro -Rueda los ojos-. ¿Y quisieras tener algo con él?

-No puedo, Wakanda.

Rápidamente me doy cuenta de la metedura de pata que dije y me corrijo:

-Digo, no quiero.

-Ah, ¿entonces ese es el problema, eh? -Se levanta y mira algo en su celular.

-¿A qué te refieres? -Frunzo el ceño.

-Te obligas a mantener la ética esa para no perder el empleo y causar tanto chisme.

-No.

-Miéntete si deseas, pero a nadie engañas, Mónica -Guarda su celular para mirarme-. Ni Dylan causó lo que el pelinegro causa en ti. Nos vemos más tarde.




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