Capítulo 16:
Mónica Evans:
No puedo evitar salir echando humos del salón de clases nada más suena la campana, marcando el fin de las clases. Mis fuertes pasos contra el suelo podía escucharlo Aylin de seguro desde la dirección. ¿Pero y esa qué se cree? Para colmo, Leila se puso de su parte dejándome humillada delante de los demás. Y eso que era mi amiga.
Noto a lo lejos a Nicolás, pero no sé si es por el enojo que traigo encima y la considerable distancia que tenemos que no siento miedo al verlo por unos breves segundos. No han habido muchos avances, referente al tema de Nicolás, en estos tres días (que a propósito, mañana ya es diciembre). Hablé con Ailyn como Brady me aconsejó, y me dijo que sin pruebas no podían hacer nada contra él, que si buscaba las pruebas reales entonces sí tomaría cartas en el asunto, que ir a las autoridades sería en vano porque no tendría como demostrar lo que digo. Y que por el momento me dedique a reunir las evidencias y que por Juan, mi ex jefe, mantendría ese asunto del acoso de Nicolás en secreto hasta tener lo necesario para llevarlo a prisión. Cualquier cosa es mejor que eso, pero debíamos darnos prisa porque puede pasar cualquier cosa, no lo dudo.
Llego a la residencia, ni me preocupo en cerrar. Voy directo a la cocina y abro el grifo del lavamanos. Con mis manos agarro agua y humedezco mi rostro, buscando refrescar y bajarme el mal humor.
Apoyo mis manos en el borde, inclinándome un poco hacia atrás, con la mirada fulminante sobre el agua que cae.
Hoy no tengo el día. Mi dedo chiquito sufrió percances contra la mesita de café de la sala. Mi vestido beige acabó con un manchón rojo por la salsa que hice para la pasta la cual se me cayó la mitad por el desagüe cuando le estaba sacando el agua de la cacerola. Tuve que dar clases con la ropa manchada porque no he podido lavar, a causa de los problemas que hay con el agua. Llegué tarde a la clase y me olvidé que tenía que hacerles el penúltimo examen. Me dejé los lentes en la residencia y por fijar tanto la vista acabé con migraña al mediodía, sumándole una pequeña alergia al polvo de la tiza. Para concluir y acabar con la poca paciencia que me quedaba, a Maca le pareció buena idea empezar a joderme y humillarme, haciéndolos pasar por "comentarios de ayuda". Nunca había pasado esto desde que comencé a trabajar hace meses aquí, de las bromas pequeñas no pasaban, pero ella se atrevió a cruzar la línea y bien cruzada.
Me seco la poca humedad que va quedando en mi rostro, con mi vestido manchado.
Leila se le sumó, para rematar, cree que no ne di cuenta, pero lo hizo, se burló también y aquello fue como un efecto dominó: empujas a uno y ese se encargará de empujar al que tiene adelante, y ese al otro hasta que todos estén caídos. Eso fue lo que ocurrió, Maca lo empezó y todos se le sumaron, a excepción de dos o tres, que ya podéis imaginar quiénes eran.
-Hija de su…
-Esa boquita sucia, señorita Evans.
No me volteo. Sabía que me seguiría hasta aquí cuando lo ví recoger sus cosas con rapidez y tratara de alcanzarme, pero sin llamarme.
-¿Qué demonios quieres, Jones?
Aunque intento no descargar mi enojo con él, la impotencia y la furia se reflejan en mi voz. Me enderezo y volteo a verlos recostándome a la encimera.
-Algo.
Avanza sin importarle que con mi mano le pido que se aleje y con mis ojos le ruego que se marche. No quiero decir o hacer algo de lo que luego me arrepienta y acabar haciéndole daño, porque no lo merece.
-¿Por qué me seguiste?
No responde al momento, se toma su tiempo mientras acorta la distancia y me encierra, dejando sus manos a ambos lados de la encimera, conmigo en el medio.
-Quiero saber cómo estás. -Confiesa en voz baja, inspeccionando cada centímetro de mi rostro.
-Estoy bien.
-Mentirosa -Roza su nariz con la mía, despacio, su aroma golpeando de lleno-. Sé que no estás bien.
Ignoro la molestia que destila su voz, referente a eso último.
-Por eso vine a verte. -Añade, claramente sus ojos pidiendo una respuesta que su boca se niega a exigir.
-Gracias por defenderme, no debías... -Sacudo la cabeza en negación, bajando la mirada.
-Lo hice porque quise, porque me nace y no te mereces nada de eso -Me interrumpe, deja un sonoro beso en mi mejilla izquierda que me hace alzar la mirada ade nuevo, algo sorprendida y sonrojada-. Por cierto, qué mierda amigos te consigues.
-No metas a Wakanda en ese saco -Suspiro, suponiendo que la susodicha no tardará nada en venir a verme por ese tema-. Creí que Leila era mi amiga, y vaya mierda con la que me salió.
-Más tarde te pedirá perdón y tú de tonta la perdonarás y dejarás que te vuelva a joder como hoy. -Sugiere lo que podría pasar, con una mueca en sus labios... esos jodidos labios.
-No me llames tonta -Frunzo el ceño, cruzándome de brazos-. ¿Por qué le tienes tanto... odio a Leila y a su hermano?
Mi consciencia me dice que es muy obvio, que es por celos, pero que también debe haber algo más. Pero callo esa vocecita de la razón y decido escuchar su respuesta.
-El tío es un basura -Bufa, rodando los ojos, enderezándose, pero sin dejarme libre-. Me cae mal desde el día uno, sobretodo por la forma en la que te mira y te habla, por los pensamientos y planes sobre ti que debe tener en su cabeza y, que de tan solo imaginarlos, hierve mi sangre.
En efecto, es por celos.
-¿Y Leila?
-Leila simplemente... me cae mal.
-¿De gratis? -Alzo una ceja.
-De gratis. -Afirma.
Una sonrisa ladina se dibuja en mi boca e ignoro que estoy sonrojándome otra vez.
-¿Me aceptas una salida?
Abro mis ojos conjuntamente con mi boca, del asombro. ¿Por qué preguntas cosas así de repente?
-¿Cómo la del sábado o la inesperada? -Balbuceo, sintiéndome idiotamente emocionada.
-Como tú lo prefieras.
-¿Qué pasa si digo que no? -Alzo una ceja, viéndolo sonreír.
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Editado: 19.07.2025