Pasiones Prohibidas

Capítulo 22

Capítulo 22:

Tres días antes...

Domenica Puentes:

-Ya me voy, bebé. -Mi novio se acerca apresurado hacia mí y me besa con efusividad.

-Ten un buen día. -Le sonrío al romper el beso, con cierta incomodidad que no nota.

Al menos no es falsa la sonrisa que le doy... como todo lo demás.

-Adiós, Randy. -Se despide de nuestro hijo con un beso en su pequeña frente.

-¡Adiós, papá!

Le lanzo un beso de despedida al mirarme y sale de la casa, mientras un suspiro me abandona.

Ni aunque pasen mil años podré olvidarlo.

-¿Mami? ¿Estás bien? -La voz de mi pequeño Randall me hace mirarle y cambiar mi cara de mierda.

-Todo bien, corazón -Me sonríe al verme hacerlo-. ¿Listo para irnos? -Su rostro cambia a uno amargado y no evito reírme- Anda, no pongas esa carita.

-No quiero ir. -Me hace un puchero juntando sus diminutas manos y niego.

-¿Ni por el fútbol? -Alzo una ceja y su mirada se ilumina.

-¡Quiero ir! -Exclama dando saltos emocionado.

-Baja tu mochila, aquí te espero -Le digo y se va a las escaleras a subirlas-. ¡Con cuidado! -Exijo al verlo correr subiendo los peldaños.

Mientras lo espero, reviso que todo esté en mi bolso y no se quede nada, mas me encuentro con aquella fotografía que nos tomamos cuando acepté ser su novia. Mis dedos acarician su figura plasmada en la imagen, con una diminuta sonrisa nostálgica en mis labios...

*Flashback*

Jadeo, inconscientemente, al verlo en pijama, arrodillado frente a mí. En su mano izquierda lleva un ramo gigante de rosas rojas y su derecha la tiene tras de su espalda.

-¿Me concedes el honor de dar un gran paso para un futuro juntos? -Pregunta, sonriente, mi corazón va a mil- ¿Nos ennoviamos o qué?

Me río, asintiendo repetidas veces para tomarlo de la muñeca y hacer que se levante. Cierro con rapidez la puerta cuando está en el recibidor y acepto el ramo.

-No le tengo miedo al éxito -Murmuro, percibiendo una inusual timidez en él-. Sí quiero ser tu novia.

Tengo que agarrar bien fuerte, con una sola mano, el ramo tan bonito que me trajo, cuando se lanza sobre mí a besarme con pasión y desenfreno. Con mi mano libre rodeo su cuello, mientras imita mi acción en mi cintura, pegándome a su cuerpo.

-Que sorpresa más bonita. -Le digo, al romper el beso por falta de aire.

Sonreímos.

Finalmente deja ver lo que tanto escondía detrás de su espalda: una cajita pequeña, pero rectangular, en color beige. Al verla, no puedo evitar pensar en lo que le compré en ese puesto de artesanía, mientras que él compraba helado para ambos. Vaya coincidencias.

-Ni pienses en rechazarlo, señorita Evans.

Abre la cajita, revelando un finísimo y delicado collar plateado de cierre sencillo, con tres dijes bastante bonitos. Dos pequeñas ramitas de árbol y en sus puntas brotan unas pequeñas hojas: una es plateada y la otra parece tener esa tonalidad de gris y azul. Justo al lado de las ramitas, cuelga un círculo con la una piedrecita en el mismo de la misma tonalidad de gris y azul que la hoja, pero con un poco de brillo y parece un encapsulado.

-Dios mío, que bonito. ¡Gracias! -Siento mis ojos cristalizarse, al entender el valor sentimental que tiene este collar ahora para mí- ¿Me lo pones ahora, por favor?

Asiente, dándome la cajita y la presiono suavemente contra mi pecho, junto al ramo de rosas. Su cuerpo desprende un calor que abraza el mío, inevitablemente, puedo sentirlo detrás de mí, abriendo el cierre del collar. Se siente frío al dejar el dije sobre mi piel. Cierra el broche, pero aún no volteo, me quedo sonriente, mirando el dije que reposa en mi pecho.

Cierro mis ojos cuando deja un beso en mi espalda. Inhala mi aroma, enterrando su rostro en mi cuello, tras apartar delicadamente mi cabello. Sus manos se aventuran a bajar por mis brazos, hasta llegar a mis manos y quitarme el ramo y la cajita, con suavidad, para dejarla en la mesa de los adornos de la entrada a su lado.

-Yo también tengo algo para ti.

*Fin del flashback*

Me fijo en el collar que ya no llevo conmigo, e inconscientemente acaricio mi cuello desnudo. Fui tan estúpida e inmadura, solo pensando en mí y mi imagen ante el mundo como la mala del cuento por todo internet, sin siquiera notar que no solo unos pasaba mal.

El pecho se me estruja de pensarlo.

-¡Ya estoy! -Escucho la voz de mi hijo y guardo la fotografía en donde la encontré y me volteo a verlo emocionado.

-¿Listo, campeón de mami? -Asiente frenéticamente y me da su mano- Vamos entonces.

Me cuelgo el bolso al hombro y recojo las llaves, lo llevo de la mano conmigo fuera de la casa y cierro con seguro por fuera, ya que va a estar sola hasta que Holly llegue.

Una vez acomodados en el auto; mi hijo en asiento para niños y yo al volante, pongo en marcha el vehículo hacia el colegio.

**

-Pórtate bien, chiquito -Abrazo a mi pequeño y beso su cabeza, mientras hablo-. ¿Me prometes que al menos lo intentarás?

-Lo prometo, mami. -Sonríe mostrando sus dientes y luego se despide de mi con abrazo, al verlo irse con sus compañeros de salón y su maestra, me subo al auto y manejo hasta mi empresa.

Mi bebé no es un niño mal portado, le he inculcado buenos valores y modales, pero como todo niño hace sus travesuras y de vez en cuando acaba metido en pequeños problemas, o en grandes debates que a veces me pregunto a quién salió, porque por parte de mi familia no es, y de Dylan... no sé mucho.

-Buenos días, señora Puentes. -Me saluda una joven pasante.

-Buen día. -Le sonrío, devolviéndole el saludo.

-¿Qué tal, Domenica?

-Hola Jeff. -Le saludo educadamente y así me paso el resto del camino hacia mi oficina.

Cuando ya me encuentro sentada frente a mi MacBook, siento la puerta abrirse.

-Toc, toc -El rostro divertido de mi asistente se asoma-. ¿Ya llegó la jefa de todas las jefas del mundo de las jefas?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.