Pasiones Secretas: Amor y Misterio

Capítulo 12: Secretos entre Sombras

El lunes siguiente amaneció con un cielo gris, reflejo perfecto del estado de ánimo de Mariana. La intensidad de la noche anterior todavía la recorría: los besos apasionados, la cercanía de Daniel, y la adrenalina del enfrentamiento con Victoria y sus aliados la mantenían en un estado de alerta constante.

Mientras se preparaba para ir a la oficina, Mariana no podía dejar de preguntarse quién era realmente Victoria. ¿Por qué alguien que parecía conocer a Daniel tan bien tenía tanto interés en separarlos? Y, sobre todo, ¿qué secretos estaba ocultando él?

El teléfono vibró con un mensaje de Daniel:

“Ven a mi oficina antes de las nueve. Necesito mostrarte algo importante.”

El corazón de Mariana dio un vuelco. Sus manos temblaban ligeramente mientras tomaba su bolso, mezcla de anticipación y miedo. Sabía que entrar en la oficina de Daniel significaría acercarse más a la verdad, pero también al peligro.

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Al llegar, Daniel la esperaba con la puerta entreabierta. Su mirada intensa se posó sobre ella, y por un instante, Mariana sintió que el tiempo se detenía.

—Gracias por venir —dijo él, tomando su mano y guiándola hacia su escritorio—. Esto no puede esperar.

Mariana lo siguió, sintiendo la calidez de su contacto y la seguridad que siempre le transmitía. Sobre el escritorio había varias fotografías, documentos y un pequeño cuaderno con anotaciones que parecían clave para entender la situación.

—Victoria no actúa sola —comenzó Daniel, con voz grave—. Hay personas detrás de ella que no quieren que estés cerca de mí. Esto no es solo un conflicto personal, Mariana. Es algo más grande, más peligroso.

Él le mostró fotografías de hombres y mujeres que Mariana no conocía, junto a anotaciones de lugares, nombres y fechas. Entre ellos, algunas figuras parecían estar vinculadas con negocios ilegales y antiguos conflictos de Daniel.

—Estos son mis enemigos —continuó él—. Quieren asegurarse de que nada se interponga entre ellos y sus planes. Victoria… ella es su pieza más visible, pero no la única.

Mariana sintió cómo el estómago se le revolvía. Todo era más complicado de lo que imaginaba, pero también, de alguna manera, más real. El riesgo lo hacía más humano, más cercano, más necesario.

—Daniel… —dijo ella, con voz baja—. Aun así… quiero estar contigo.

Él se inclinó, rozando sus labios con un beso que combinaba ternura y pasión. Mariana cerró los ojos, dejándose llevar. Cada roce, cada suspiro, reforzaba un vínculo que ni las sombras ni los secretos podían romper.

—Lo sé —murmuró él, separándose apenas para mirarla—. Y lucharé para que estemos juntos, sin importar lo que pase.

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Más tarde, mientras revisaban los documentos, un ruido interrumpió la concentración: un golpeteo en la puerta, suave pero insistente. Mariana y Daniel intercambiaron una mirada.

—No debería ser nadie… —susurró Mariana.

Daniel se levantó con rapidez y abrió la puerta. Para sorpresa de Mariana, no era un enemigo ni Victoria. Era alguien inesperado: Carla, una antigua amiga de Daniel, que parecía nerviosa y temerosa.

—Daniel… tienes que escucharme —dijo ella, entrando apresuradamente—. Victoria… no te está diciendo toda la verdad.

Mariana frunció el ceño. Cada nueva persona involucrada solo aumentaba la confusión y el misterio, pero también la sensación de que todo esto era más grande de lo que podían manejar.

—Explícate —ordenó Daniel, con firmeza—.

Carla tomó aire.
—Victoria está siendo manipulada. No está actuando por voluntad propia… alguien más la controla, alguien que tiene mucho que perder si te acercas a Mariana.

El corazón de Mariana se aceleró. No solo había secretos, sino que ahora entendía que la amenaza era más compleja de lo que pensaba. Daniel, por su parte, apretó los dientes, mostrando una mezcla de ira y preocupación.

—Esto se complica —murmuró él, mirando a Mariana con intensidad—. Pero no podemos permitir que nos separen.

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Esa noche, mientras salían de la oficina, Daniel tomó a Mariana del brazo y la acercó a sí. La tensión entre ellos era palpable, y el peligro que los rodeaba solo hacía que la pasión creciera más rápido.

—No puedo prometer que todo será fácil —susurró él, rozando sus labios con los de ella—. Pero sí puedo prometer que estaré contigo, pase lo que pase.

Mariana respondió con un beso profundo, cargado de deseo y ternura. Cada roce de sus manos, cada caricia, los acercaba más, fortaleciendo un vínculo que parecía imposible de romper incluso con la amenaza sobre sus cabezas.

—Estoy contigo, Daniel —dijo ella entre besos—. No me importa lo que venga.

—Y yo contigo —contestó él, con voz ronca—. Esto solo nos hace más fuertes.

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Al llegar a su departamento, Mariana sintió un escalofrío. Algo no estaba bien. La puerta estaba entreabierta, y dentro se percibía un silencio inquietante.

—¿Alguien entró? —preguntó, su voz temblando levemente.

—Mantente detrás de mí —dijo Daniel, mientras se adentraban en el lugar con cautela.

De repente, un ruido fuerte resonó desde la sala de estar. Daniel reaccionó al instante, tomando a Mariana en un abrazo protector y avanzando hacia el origen del sonido. Allí, sobre la mesa, había una nota:

“No puedes escapar de lo que te pertenece, Daniel. Victoria y nosotros te esperamos.”

Mariana sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero Daniel la sostuvo firme, rozando su mejilla con un beso rápido para calmarla.

—No te dejaré sola en esto —dijo él, con determinación—. Juntos podemos enfrentarlo.

Mariana lo miró, con lágrimas acumuladas por la tensión y la emoción. Sabía que su amor no era solo un refugio, sino también una fuerza que los empujaba a seguir adelante pese al peligro.

Se abrazaron, y esta vez, el beso fue largo, apasionado, una mezcla de pasión, miedo y deseo que reflejaba todo lo que sentían. Cada instante de cercanía fortalecía su determinación de estar juntos, de luchar contra las sombras y secretos que los rodeaban.




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