Había pasado unas semanas desde que Jorge no había llegado a jugar con Lasi. Durante ese tiempo, ella había estado preguntándose si es que Jorge se encontraba enojado con ella y por eso ya no quería jugar más con ella, aunque esta idea le hacía sentir mal, Lasi no podía esperar el poder verlo nuevamente.
Lasi siempre miraba la puerta de su casa, con la esperanza de que Jorge pudiera entrar en ella y con eso jugar nuevamente. Sin embargo, ya había pasado unas tres semanas aproximadamente desde la ultima vez que jugaron juntos. Este tiempo parecía ser eterno para Lasi, ya que era como si en cada segundo que pasaba el no poder volver a verlo y jugar con él se volvería realidad.
Esto podía ser un poco difícil de asimila para alguien de su edad, pero era una realidad para Lasi el tener que pensar de esa forma a tan corta edad. Así que, en esta ocasión, mientras estaba cerca la puerta, se encontraba con un cuaderno de dibujo y unos crayones de cera, estos se encontraban en el suelo, ya que Lasi prefirió dibujar en el suelo mientras seguía esperando.
Conforme el tiempo iba pasando, Lasi estaba tratando de dibujar una casa y un jardín con los crayones, por supuesto que en sí eran garabatos los que quedaban en las paginas aquellas al ser que ella no sabía dibujar muy bien. Lasi no podía esperar poder aprender a dibujar como lo hace su papá. Es por esa razón que ella está practicando con sus crayones, pero lo que se podía ver eran líneas de colores de un lado a otro, como si se tratase de un dibujo abstracto sin serlo siquiera.
Lasi, que agarraba el crayón rojo de una mano y el verde en la otra, murmuraba mientras seguía dibujando, este debe de ser el patio… y este debe de ser la ropa tendida por mamá – viendo que le quedo bien los trazos, agarro otro color – ahora debo de dibujar el árbol que está en el patio – con sumo esmero se veía que lasi trataba de dibujar pasando el crayón una y otra vez hasta quedar satisfecha con el color – ahora las ventanas y la puerta de la casa – y de esta forma seguía dibujando.
Cuando al fin terminó su dibujo, dijo – ¡Sí! ¡Ya está listo! – y con el cuaderno en mano, dejó los crayones tirados en el suelo mientras se dirigía con su mamá para mostrarle su dibujo. Al ver a su mamá en la cocina, dijo con suma alegría en todo su ser – Mamá, mamá, mamá, mamá… mira lo que hice – su mamá, que se encontraba un poco ocupada, dijo – bien Lasi, pero creo que será mejor que lo vea después, en este momento me encuentro un poco ocupada, así que ve a jugar en la sala un rato – Lasi, insistiendo, continuó diciendo – mamá, mamá, mamá, mira mi dibujo – su mamá – Lasi, en este momento no puedo, así que mejor ve a jugar a la sala – Lasi – pero… mamá – su mamá, ya un poco enojada de que Lasi estuviera insistiendo y el que ella pudiera tocar algo y lastimarse, dijo – ve a jugar a la sala, en este momento no puedo ver tu dibujo, sé obediente y hazme caso Lasi – Lasi, un poco enojada y triste ya que su mamá no quiso ver su dibujo, sólo pudo decir – sí – e irse de la cocina, aunque no quisiera. Lasi, que ahora llevaba su cuaderno casi arrastrando en el piso, estaba caminando despacio. En sí, Lasi no tenía en ese momento con quien poder jugar, por lo que se sentía un poco solita y quería poder hacer que su mamá jugara con ella una vez viera su dibujo y, quizás, su mamá dibujara también como su papá hacia a veces con ella.
Lasi, regresando mejor a la puerta, agarro sus crayones y empezó a rayar sin tratar de hacer algo más en su cuaderno mientras decía – estoy aburrida, quiero jugar, quiero jugar, quiero jugar – miró nuevamente hacía la puerta – pero no hay nadie. Jorge aún no viene a visitarme… él dijo que venía, pero no ha venido para nada. Jorge es mentiroso. Jorge no viene y yo estoy aburrida. Estoy aburrida. Yo estoy aburrida y Jorge no viene – cansada de estar rayando con sus crayones de cera, Lasi decidió mejor dejar el cuaderno y los crayones en la mesa, ya que si lo dejaba en la puerta es seguro que la iban a regañar por dejarlo tirado.
Lasi, yendo a traer al señor Caballo y a Koala, se dirigió al patio mientras decía – señor Caballo… Koala… los dos van a jugar conmigo hasta que Jorge venga. Así que vamos a jugar mucho – y con esto dicho, Lasi empezó a ver de un lado a otro y sólo podía notar el césped en el patio y el árbol que siempre se encontraba en el mismo lugar. Ella en sí no tenía ni la menor idea de lo que quería hacer, es por ello que dejó un momento al señor Caballo y a Koala en el patio mientras fue a buscar otros juguetes para poder jugar.
Lasi, regresando al patio, venía a penas con algunos juguetes que casi se le caían de la mano por la forma en que lo había agarrado. En sí, parecía como si ella hubiera abrazado los juguetes, así como estaban y se lo trajo de esa forma. Su forma de caminar era un poco graciosa, ya que casi parecía un pato caminando, y el que ella tratara de mover su cabeza de un lado a otro para ver donde iba caminando para no caerse, era un poco graciosa en sí.
Lasi, al llegar junto a sus dos peluches, soltó los juguetes que traía en sus manos para luego dejar salir un suspiro como de alguien que traía una gran carga y muy pesada por un buen tramo. Lasi puso su mano en su frente como queriendo imitar a esos programas en el que pasan sus manos en sus frentes para secarse el sudor, aunque ella en sí no estaba sudando para nada, más bien lo hacía porque le parecía muy interesante como lo hacían en la televisión.