Pasos en confrontación

Capitulo 6

“Querida Señorita Seymour.
Anoche tras tener la oportunidad de conversar con usted, debo admitir que quede no solo fascinado por su belleza si no también por su inteligencia y encanto único. La busqué para poder conversar más, pero desafortunadamente no la pude encontrar y me quede insatisfecho de no saber mas de usted. Decidí escribir esta carta después de la velada, así podría usted leerla en la mañana. Si me lo permite el señor Seymour, y si usted está de acuerdo, quisiera oficialmente cortejarla. Temo ser inoportuno, pero quiero arriesgarme a preguntar si mañana cuando lea esto puede pasear conmigo por el parque. No hace falta una carta en respuesta. Yo iré y si la veo ahí, déjeme acercarme a usted.

Atentamente. Henry Parker.”

Marianne terminó de leer la carta en voz alta.

—¡Oh, Minnie May! Que maravillosa carta ¿no lo crees?—Entusiasmada comentó la señora Seymour, tomando de las manos a su hija la menor.

—Déjame volver a leerla—Comentó Miranda arrebatándole el papel de las manos a Marianne.

—Se los dije. Fue mejor que nos fuéramos antes—Comentó alegre y a la vez aliviada.

—¿Conocemos al señor Parker?—Preguntó Marie

—Es el cuarto hijo del Señor Parker. Tiene 21 años, a mi me parece simplemente adorable, hermanas—Continuo Marianne, afirmando una vez más sus deseos por lo que quería para Minnie May.

—¡Olvidaba lo emocionante que era esto! Tenemos que arreglar a Minnie May para que vayan a encontrarse! ¿No es romántico Minnie May? ¡Te escribió una carta tan espléndida! Mamá díselo a papá cuánto antes para que de su aprobación—Decía Margarita mientras tomaba de los hombros a Minnie May.

—No recuerdo al señor Henry…—Dijo apenas audiblemente la menor.

—Tranquila Minnie May, tendrás tiempo para conocerlo y si no quieres ir nadie te presionará—Marianne le dio un fuerte abrazo a la menor para tratar de calmarla un poco.

Minnie May, finalmente asintió con la cabeza, dando a entender que aceptaba la ida al parque.

Era una espléndida tarde la que hacia ese día. Las hermanas no escatimaron en gastos para darle lo último en moda a Minnie May, pero sin dejar que pareciera otra persona. El rosa le quedaba hermoso pero esa tarde le pusieron un vestido azul celeste que combina con sus accesorios.

El parque por su parte estaba lleno de vida. Las familias salían a caminar, había jovencitas que ya estaban siendo pretendidas y se les veía caminar tímidamente a lo largo del lago.

Iban las hermanas todas juntas dando un paseo sin sus esposos, hijos, padres y ballet. Volvían a ser sólo ellas cinco, como los viejos tiempos.

—Que debo decirle cuando lo vea…—Minnie May estaba nerviosa por su encuentro con el joven Henry.

—Que espléndida tarde hace hoy ¿no lo cree?—Comenzo Margarita—El lago luce hermoso a la luz de este brillante sol.

—No olvides agregar que hace calor para que te haga caminar bajo la sombra!—Miranda aporto a la consejos.

—Los hombres no se fijan en eso Miranda, el chico estará tan nervioso que olvidara cómo hablar.—Comentó muy realista Marie.—Minnie May, solo se tu misma, el caballero ya quedó impresionado por ti, ahora te tiene que conocer tan cuál eres ¿no es cierto Marianne?

Asintió mientras reía al escuchar a todas sus hermanas.

—Tienes que ser tu misma Minnie May, y déjalo ser también a él, es importante que se conozcan ahora. Cuando termines, tienes que ser sincera con nosotras sobre tu opinión hacia el ¿entendido?

Minnie May no terminó de asentir cuando Miranda gritó.

—¡Oh cielos ahí está!—Giro a Minnie May de los hombros para que lo pudiera ver.

—¿C-como se llamaba?—Pregunto la pequeña, para volver a asegurarse.

—¡Henry! No es tan difícil vamos.—Añadió Marie y todas caminaron en dirección al joven Henry.

Alto, pelirrojo, con pecas, tímido al hablar y casi sin músculo. Así era Henry. No destacaba mucho, pero su familia era de valores, sin dramas, ni chismes y Henry jamás había pretendido otra chica hasta ahora. Era el ideal para Minnie May, según su hermana mayor, sin embargo había que esperar si se llevarían bien.

—A-ah! No…no las había visto…—Comenzó el joven a decir y a Marianne le pareció que los nervios cambiaron al hombre que escribió aquella carta anoche.

Tomo la palabra la mayor antes de nada.
—¡Que agradable verlo hoy! Minnie May comentaba que le gustaría dar un paseo a lo largo del lago. ¿Sería usted tan amable de acompañarla?—Marianne sabía que debía tomar la iniciativa, porque cinco mujeres para este niño podrían ser intimidantes.

—¡Me encantaría!—Contesto con rapidez—Por aquí por favor.

Hizo una señal para que Minnie May caminara a su lado. La mayor de todas miro a sus hermanas y en voz baja contaron hasta diez. Después de esos segundos comenzaron a caminar detrás de su hermana menor como buenas chaperones.

Las hermanas comenzaron a hablar mientras miraban a lo lejos a los tímidos de enfrente.

—Esperaba esto con ansias. Nunca hemos visto a Minnie May enamorada ¿no es cierto?—Dijo Miranda con una sonrisa en su rostro.

—Es verdad, realmente nunca la hemos visto en ese estado.—Marie agregó

—Hablan de ello como si fuera una enfermedad.—

—¡Es lo que es Margarita!—Finalizo Marianne y todas rieron juntas.

De pronto comenzaron a hablar de sus esposos e hijos. Marianne quería saber todos los detalles pues al final ella hizo de cupido en todos estos matrimonios exitosos.

Nunca nada rebasa su amor por el ballet, excepto el amor que le tiene a sus hermanas. La verdad es que si no fuera por Marianne, su propia familia estaría en boca de muchos pero no de una buena razón como ya lo hacen ahora.
Durante el paseo pudo ver a más hombres mirando a Minnie May, la cual se reía con Henry y parecía no estarlo odiando. La mayor se preguntó si algún día podría volver a revivir ese sentimiento de timidez, pero pronto se recuperó cuando recordó que tenía una presentación en solitario. "Debo alargar la lista de pretendientes” se dijo a si misma tratando de alargar un poco más su destino de casarse en un matrimonio inadecuado.




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