—Sinceramente espero que después de esto, yo y Rosalie nos hagamos más cercanas.—
— ¿Lo dudas hermana? Yo creo que se llevaran bien y es bueno siempre tener una amiga en tu debut, es lindo y muy agradable tener a alguien que te entienda.—Margarita intentaba animar a Minnie May quien se encontraba muy emocionada por llegar a casa de los Blackwood.
A través de la ventana se podía ver la vegetación. Un lindo paisaje verde que simplemente parecía relajante. Marianne miraba por la ventana todo lo que atravesaban, pues la mansión de los Blackwood estaba fuera de la ciudad, un poco más lejana que las otras casas de los aristócratas. La mente de Marianne venía envuelta en caos, como si el viaje le haya servido para recordar que debe casarse en su contra y sobre todo que si no controla la situación, podría perder la oportunidad de cumplir el sueño de su vida.
—M…ianne—Se escuchaba a lo lejos.
—¿Marianne…?
—¡Hermana!
La mayor volvió en si. Habían llegado ya a la mansión. Era momento de bajar todas juntas en cuanto abrieran la puerta del transporte. Ella las miro sonriendo, como si no hubiera pasado nada.
—Ya las escuché ¿De acuerdo?—Hace una pausa y mira en la puerta a Rosalie y su madre junto con la servidumbre— Ya están ahí esperando, que amables de su parte ¿vamos?— Le comentó Minnie May y Margarita.
El cochero abre la puerta y del primer carruaje bajan las tres primeras hermanas y del segundo las dos faltantes.
Formarles ante todo, ambas familias hacen una reverencia mutua. Se saludan cordialmente como a lo estipulado en la etiqueta y normas sociales. Sin embargo las pequeñas se entrelazan brazos y caminan dentro de la casa impacientes por la ocasión, ambas encantadas con los vestidos de la otra, charlando como si fueran unas adultas.
—Que casa tan encantadora—Marianne se dirige a la señora Blackwood.
—Querida muchas gracias, por favor pasen todas, que tenemos unos postres maravillosos esperando en la mesa—Todas siguieron a la señora Blackwood dentro de la casa—Cuando Andrew me dijo que Rosalie haría su primera fiesta de té, mi corazón estaba tan lleno de alegría. Y verlas hoy por fin aquí es un precioso regalo. Escogimos el salón porque no sabíamos si alguna de ustedes prefería estar dentro o fuera, además empieza a hacer frío, espero que no sea una molestia.—
—Por supuesto que no señora Blackwood, también estamos agradecidas de haber sido invitadas.—Miranda hablo mientras se acomodaba discretamente su arrugado guante.
—Me alegro mucho, queridas.—
Posterior a eso llegaron a un salón decorado muy alegremente y teniendo ramos de flores en cada esquina de este, parecía que todo lo habían preparado meticulosamente. Marianne asintió a sí misma, pensando en que este tipo de recibimiento era lo que Minnie May se merecía como invitada de honor.
Todas se sentaron a la mesa admirando toda la elegancia y perfección de la mesa frente a ellas. Margarita miro muy feliz a Marianne, claramente dando a entender que esto le gustaba. Después del recibimiento, Rosalie se puso a servir el té, ya que ella era la anfitriona y por supuesto esto le agradaba, se le veía feliz a la joven anfitriona. Un poco de leche y azúcar fueron colocados por los sirvientes a las personas que yacían en la mesa. También había unos ricos postres en medio de la mesa, que le daba pena a Minnie May comérselos porque lucían a su parecer muy “lindos”.
—Señorita Marianne…quería disculparme por haber causado molestias el día que caímos al fango, mi madre me hizo reflexionar y le aseguro que no volverá a pasar.—
La madre de Rosalie tomó un sorbo de té mientras su hija pedía disculpas. Al parecer querían aclarar la situación cuanto antes.
—Temo que no tienes nada de que disculparte, después de todo tú fuiste una víctima también. Insisto en que recordemos eso como un lindo y divertido encuentro.—
Rosalie sonrió por la palabras de Marianne y después miro a su madre para dejarle en claro que todo estaba resuelto y no había nada de que preocuparse. Después la anfitriona prosiguió.
— Muchas gracias!..por favor tomen los postres que quieran. Son postres que hacen en Francia, estuvimos un largo tiempo allá y mi madre y yo tratamos de aprender recetas para la servidumbre de nuestro hogar.—
—¿Cómo es Francia?—Inquirió Minnie May
—Oh Minnie May es un lugar encantador, algún día tenemos que ir juntas, y vamos a todas las panaderías de la ciudad de París, te va a encantar todo.—
—Me encantaría—Minnie May estaba emocionada, se la estaba pasando tan bien con alguien que no necesariamente era un integrante de su familia.
La conversación siguió siendo muy entretenida, se hablaba de los buenos aperitivos del día o la fiesta que se aproximaba, fiesta a la cual todos esperaban con ansias, pues era una de las fiestas más bonitas y grandes del año.
— Te lo aseguro Rosalie, todos aman las fiestas de la señora Radcliffe —Marie afirmó, siendo seguida por su hermana mayor. Marianne tenía que admitir que esa era la única fiesta a la cual esperaba asistir
— Recuerdo que asistí unas pocas veces cuando vivía aquí, pero tengo muy buenos recuerdos, espero que ambas formen los suyos ese día— la señora Blackwood se dirigió a las debutantes, ofreciéndoles una calida y sincera sonrisa.
—Gracias por sus buenos deseos señora Blackwood.— Minnie May asintió levemente, estaba nerviosa, tenía un presentimiento de que todo saldría mal en aquella fiesta.
De pronto el sonido de unas pesadas botas resonaron por el pasillo y las puertas se abrieron abruptamente.
—Lamento no haber podido recibirlas, surgieron algunos inconvenientes.—
El señor Blackwood entro con algo de prisa, hizo una reverencia general y posteriormente se sentó en su lugar de la mesa, donde su silla al frente de esta misma lo aguardaba.
Rosalie miro a su hermano algo molesta por la interrupción cuando no se esperaba que las puertas se volvieran a abrir dejando ver al fastidio de su hermano menor.