Marianne, Isabela y Diana caminaban por el parque. Diana había citado a sus amigas pues ya llevaban un tiempo sin salir solo las tres. Lamentablemente sus planes eran constantemente interrumpidos, hasta el día de hoy, que aunque no era como ellas imaginaban tener una tarde juntas, era suficiente.
—William Cavendish— hablo Diana.— es muy guapo sin duda y parece llevarse bien con tu hermana.— Así es, las tres señoritas solo pudieron juntarse para ser las chaperonas de la menor de las Seymour.
— Si, pero Minnie May está encantada con Henry Parker.— Isabela y Diana voltearon a ver a Marianne, para solo descubrir que no dejaba de observar el comportamiento del caballero con su hermana.
— ¿Y por qué sigues aceptando las propuestas de estos hombres?¿Para que seguir con la lista?.— Isabela estaba confundida.
—Es verdad, además ya la he visto y has agregado dos nuevos nombres.—
—Es pronto para decidir, tiene que saber que no solo está el joven Parker y que hay más opciones, Diana.— Marianne hablo seguridad y firmeza.
Isabela dio una mirada a Diana, pues siendo honestas ellas sabían perfectamente la razón oculta, que hacía esperar al joven Parker un poco más .
— ¡Isabela!—Marianne se dio cuenta de las miradas.
— Marianne no lo niegues, si retrasas el debut de tu hermana, retrasas tu boda, eso ya lo sabíamos.— Diana como siempre, fue directo al punto.
— Bueno está bien puede que tengan un poco de razón. Pero uno nunca conoce del todo bien a las personas y no quiero que Minnie May tome una decisión apresurada, es todo.— Aclaro mientras dirigía su mirada hacia sus amigas, para después recorrer el parque.
—¿Uh?—Isabela había notado que Marianne tenía un comportamiento algo extraño.—¿Buscas a alguien?—Preguntó, pues cada cierto tiempo inspeccionaba el parque.
— ¿De que hablas?.—
—No pretendas engañarme—insistió Isabela, clavando en su amiga una mirada inquisitiva—. Desde que llegamos, no has parado de volver la vista en todas direcciones, como si aguardases la aparición de alguien.
— No es nada, se los aseguro.— la paranoia de Marianne era cada vez más fuerte. Sabía que si lo había visto en el teatro era cuestión de tiempo para que el volviera a aparecer. Pero eso no se lo podía decir a ellas, tal vez el ya estaba lejos o incluso solo se lo imagino, no debía preocupar a sus amigas. Ya no.
— Bien si no lo quieres decir no lo digas— Diana le resto un poco de importancia, si fuera algo grave ya se los diría.—Cambiando de tema.¿Irán mañana al baile de los Radcliffe?—
— ¿Quién se perdería ese baile? Los postres que sirven son los mejores.—
— Isabela ¿Por qué siempre piensas en la comida?.—Marianne sabía que Isabela amaba las cosas dulces.
— Marianne no me niegues que los postres que hace la cocinera de los Radcliffe, son los mejores.— Marianne y Diana soltaron una leve risa al ver a su amiga tan emocionada.
— Si es verdad — Afirmó Diana.
Despues de unos minutos más de conversación, se pudo ver a Minnie May dar un reverencia hacia el señor William Cavendish, y empezar a caminar apurada hacia su hermana.
—¿Estas bien Minnie May?— Marianne se preocupo al verla tan apurada.
— Hermana, creo que ya no quiero ver más al señor Cavendish.—
— ¿Te hizo algo? Bueno, si es así, se las vera conmigo.—
A medida que Marianne avanzaba con determinación hacia el señor Cavendish, Minnie May la detuvo rápidamente, sujetándole el brazo con delicadeza, pero firme.
— ¡No, Marianne! — exclamó Minnie May, temblando ligeramente. — No es necesario. Él no me ha hecho nada... simplemente... simplemente no me agrada.—
Isabela y Diana intercambiaron miradas curiosas. El parque, normalmente lleno de una tranquila elegancia, ahora parecía más denso, cargado de una extraña tensión que todas podían percibir.
— ¿No te agrada? — replicó Marianne, suavizando un poco su expresión, pero sin perder la firmeza en su voz. — Minnie May, te conozco. Hay algo más.—
Minnie May bajó la mirada, jugueteando con el abanico que llevaba en sus manos. Era evidente que luchaba por encontrar las palabras adecuadas, o tal vez, por decidir si debería contarlo.
— No es nada que deba preocuparte... es solo... — Minnie hizo una pausa, nerviosa. — Hay algo en su manera de hablar... de mirarme. Me pone incómoda.—
Diana frunció el ceño, tomando un paso más cerca de las hermanas Seymour.
— Minnie May, si te sientes incómoda, debemos retirarnos inmediatamente. No es correcto que un caballero se comporte de manera inapropiada con una dama, ni siquiera en los más sutiles gestos.— Marianne tomo a su hermana de las manos. Dejando de ver al señor Cavendish, el cual esperaba a que la menor volviera a su lado.
— Estoy de acuerdo — agregó Isabela, cruzando los brazos. — No tenemos ninguna obligación de quedarnos si no te sientes bien. Podemos encontrar una excusa.—
Marianne, quien había estado observando detenidamente las reacciones de su hermana menor, suspiró profundamente. Sabía que el mundo en el que vivían no ofrecía muchas oportunidades para las mujeres, y un mal cortejo podría tener consecuencias sociales indeseadas. Pero, a pesar de las presiones, su mayor prioridad siempre sería proteger a Minnie May
— Está bien, Minnie May — dijo Marianne suavemente, colocando una mano sobre el hombro de su hermana. — Nos retiraremos en cuanto encontremos una manera elegante de hacerlo. No te preocupes más por eso, no permitiré que se te acerque de nuevo.—
Minnie May asintió agradecida, aunque aún parecía un poco perturbada.
El grupo de amigas decidió que lo mejor sería despedirse de manera educada. A pesar de la incomodidad que Minnie May sentía, sabían que no podían simplemente marcharse sin cumplir con las expectativas sociales. Marianne, aunque algo tensa, se preparó para manejar la situación con la mayor diplomacia posible.
—Muy bien, si vamos a despedirnos, lo haremos correctamente — dijo Marianne, ajustando el tono de su voz para proyectar una calma que en realidad no sentía del todo.