Leer cartas por la mañana era común en el día a día de la vida de Marianne. Sus hermanas frecuentaban mandarles las últimas noticias de los lugares donde residían, le contaban sobre sus hijos, sus esposos y hasta le pedían consejos de cómo hubiera actuado ella en las cotidianas situaciones que sus hermanas vivían. Las leía en el desayuno para poner al día a sus padres también, pero se reservaba algunas partes para leerlas ella en privado y así poder dar un debida respuesta, sin tener que preocupar a sus padres con otras cuestiones. Esa mañana después del desayuno, subió a su habitación para escribir una respuesta para cada una de ellas.
Sentada en el borde de la ventana mirando hacia afuera, pensaba en toda la información recibida juiciosamente para devolver una respuesta adecuada. Aunque con sus hermanas podría ser ella misma, debía escribir correctamente por si algún esposo de ellas quisiera interceptar sus cartas. Sin embargo no pasó mucho tiempo a solas cuando su madre y su hermana menor entraron a su habitación sin previo aviso.
—Marianne, hija.—Dijo al entrar la señora Seymour.—Hoy vendrá el joven William con su madre para tomar el té.—Miro a Minnie May y agregó—Por eso te pido que no lleves a Minnie May contigo hoy. Esta claro que Victoria nunca había traído a su hijo antes hasta ahora, y ya saben lo que pienso de William, es encantador.
—No sabía que vendría—Replicó dejando las cartas en la mesita para después mirar a la menor.—¿Por que no me lo dijiste Minnie May?
La jovencita se quedó en silencio mirando a ambas mientras jugaba con un listón de su vestido pero no dijo nada.
—¿Que le dire a Rosalie ahora? Le confirme que vendrías.—Le reprochó
—Pues discúlpate con ellos e inventa algo como que está indispuesta pero que lamenta no poder asistir. Y tú Minnie May no iras a ningún lado hoy ¿escuchaste?
Marianne le lanzó una mirada a Minnie May, quien no parecía molesta pero quizás decepcionada de no poder irse con Marianne. Supuso que, acaso, le había guardado silencio sobre tal compromiso porque, en el fondo, no deseaba a nadie más que a Henry. Después de todo, resultaba mucho más ventajoso acudir a visitar a su querida amiga que malgastar tiempo en otro pretendiente.
—No les mentiré madre, solo les dire que surgió algo. Pero si Rosalie insiste en venir a ver a Minnie May, deberia traerla.—Agregó esto último para darle una esperanza a su hermana de poder ver a su amiga.
Sin embargo la expresión de Minnie May no fue la que esperaba su hermana. En cambio la menor miro a su madre quien al intercambiar miradas con su hija soltó un pesado suspiro.
—¿Que sucede?—Preguntó perpleja al analizar sus reacciones.
—Hay Marianne…—Empezó a hablar la señora Seymour con tono de reproche—Debiste habernos acompañado aquel día.
—Por eso quería ir con Marianne hoy madre.—Hablo de pronto Minnie May.
—De todas formas no hay nada que puedas hacer Minnie May. Te quedarás y punto.
Marianne las miraba a ambas con más preguntas que respuestas.
—¿Que ocurrió? ¿Que hicieron? Díganmelo ya.— Su expresión era sería y algo cansada, no le gustaba cuando no iban directamente a lo importante.
—¡No grites Marianne!—Marianne no había gritado pero parecía que la señora Seymour ya tenía los nervios de punta.—...Es que hubo un malentendido, un malentendido que pudiste haber evitado si no hubieras estado tan metida en tu ballet y nos hubieras acompañado.—
La señora Seymour parecía más pálida y decidió tomar una silla y sentarse. Su hija mayor se reservó a escucharla de brazos cruzados y de pie.
—Es sabido entre la sociedad—Comenzó a explicar la señora Seymour.—que el joven Andrew es bastante sabio, reservado, poseedor de gran fortuna y amable. Es un hombre que aún no ha presentado ninguna señal de tener una esposa, por eso hablando con las señoras en el baile hemos concordado que sería un gran partido para nuestras hijas solteras. Yo por supuesto estaría encantada si el pidiera la mano de Minnie May.—La mención de esto hizo que Minnie May mirara a su hermana preocupada.
—Mamá el señor blackwood es muy mayor no creo que sea lo mejor para Minnie...—
Marianne trato de explicar a su madre el por qué Andrew no era un buen candidato pero fue interrumpida rápidamente.
—Calla y escucha... Bien ¿Donde me quedé?... A si, como te decía. Todas hemos caído en la conclusión que un caballero como el ya debería haber estado atrapado por una dama antes. Quizás es viudo, quizás si tiene esposa pero en Francia, o quizás es un hombre de mundo que no quiere casarse. Cualquiera que fuera la razón sólo se aclararía si preguntáramos a su madre.—
Hizo una pausa para que Minnie May le sirviera agua de la mesita y después de beber continuó.
—Debes de entendernos Marianne, somos unas madres preocupadas por que sus hijas se casen pronto y tú lo sabes mejor que nadie. Entonces el día que asistimos a tomar té a la gran casa Blackwood…—De nuevo hizo otra pausa para mirar la expresión de su hija mayor, la cual tenía unos fríos ojos puestos como si oliese lo que pasó a continuación.—No pude contenerme más, Marianne. La cosa es que le pregunté a Alice “¿Por que no hemos conocido a la esposa de tu hijo aún?” Por supuesto que tenía miedo de haberle preguntado eso, porque si ella respondía que el era viudo sería una tragedia que yo hubiera hecho una pregunta tan atrevida y me vería en la pena de no volverme a parar en su casa jamás. Pero eso no ocurrió ¿quieres saber lo que me dijo? — pregunto la señora Seymour.
— Igual me lo dirás madre...—
— Si y quiero que me escuches bien por qué te lo dire tal y como ella respondió... “Andrew no tiene esposa” y agregó “¿Conoces una modista buena para Rosalie?” ¡Cambio de tema tan repentinamente! Y eh pensado en eso desde aquel día, tengo tanto miedo Marianne, por que si es verdad que el es viudo como todas pensamos, yo caeré en una pena que ya no volveré a salir de esta casa ¡jamás! Tendrás una madre viviendo en los dolores del alma para siempre.—
Se tomo la cabeza con una mano como si le doliese.