- Soy maestra de artes en un colegio en un pueblo de Maine acá en Estados Unidos. Hace unas semanas, una caja de correspondencia llegó a mi apartamento. En ese momento estaba tomando el té con mi amable vecino Brais Hernández...
Procedí a contar toda la historia hasta ahora al oficial mientras él anotaba en su libreta y hacía algunas preguntas.
- Esta mañana antes de salir, Brais estaba en casa, pero al volver él no se encontraba. Llamé a su móvil y no contesta. Me llegó una caja con estas fotos.
El detective las revisó y habló.
- Señorita Elizabeth, de casualidad ¿tiene a alguien en su vida que sería capaz de hacer algo como esto? ¿tuvo algún desacuerdo importante con alguien? ¿sospecha de alguna persona?
- En lo absoluto. Soy una persona tranquila. Todo esto está fuera de lo que es mi vida y me tiene bastante preocupada.
- Bien, no se preocupe. Haremos lo que esté en nuestras manos para poder resolver esto. Hasta nueva información, por favor manténgase comunicada conmigo. Tome –dijo sacando algo de su escritorio –esta es mi tarjeta. Por cualquier inconveniente, llame al número que aparece ahí e iremos lo más rápido a su hogar.
- Muchas gracias.
Me dirigía nuevamente hasta el apartamento, pero antes decidí pasar al market para poder comprar unas cosas y ser yo quien prepare la cena para Brais. Ha sido muy amable al dejarme quedar en su hogar todos estos días. Tenía todo lo que necesitaba y me dirigí a pagar por todo.
- Buenas tardes señora Ross –dije con una sonrisa.
- Buenas tardes querida. Hey, hace un rato vi a Brais salir de aquí y un tipo raro iba detrás de él. Me preocupé un poco, pero espero que lo conozca –dijo mientras pasaba los productos por la caja.
- ¿Qué? ¿Cómo era la persona? ¿Vio algo más? -respondí con un tono de preocupación.
- Solo vi que esta persona salió justo luego que Brais y no compró nada. Iba un tanto tapado, así que no pude verle el rostro. Después los perdí de vista. ¿Está todo bien? -preguntó con el tono de señora chismosa.
- Sí, está todo bien. Gracias -pagué por todo y me dirigí a paso apresurado hasta el apartamento.
Mis sospechas eran ciertas, algo no andaba bien y debo averiguar qué es. Llegué al apartamento, abrí la puerta y llamé enseguida a Brais. Nada... toda la casa estaba en silencio. Es donde mi preocupación creció más y más. Llamé a Brais y nuevamente me tiraba al buzón. Estaba totalmente inquieta porque él no es así.
- Vamos Brais, contesta el teléfono de una vez por todas –dije mientras mordía mis uñas debido a la inquietud que tenía desde que salí de casa.
De pronto, algo interrumpió mi actuar. Era el timbre... me acerqué a la puerta lentamente con desconfianza y miré por la mirilla. Desde el interior esperaba que fuera Brais, pero mis ojos a través de ella solo vieron a una persona con un cubrebocas negro, al igual que su ropa y una gorra del mismo color.
Al ver esto, no dudé y tomé la tarjeta que me había dado el oficial para proceder a llamar al número que estaba en esta. No alcancé a terminar de marcar cuando la persona del otro lado de la puerta comenzó a llamar de manera desesperada haciendo que mis manos empezaran a temblar por los nervios.
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Editado: 03.04.2022