Pasos en la habitación de al lado

-16-

Jamás en mi vida pensé estar viviendo esto ¿Cómo es posible? Soy incapaz de asesinar a alguien.  

- Oficial, sé quién puede probar mi inocencia.  

- ¿Tienes un testigo que pueda procurar lo que dices?  

- Sí, y sé que podrá liberarme.  

- Bien. Haz tu llamada pronto.  

Corrí y llamé a la persona que me sacaría de aquí.  

- Hola, disculpe señora Ross, necesito que me ayude a probar mi inocencia. Usted sabe que yo no fui.  

- ¿Qué? ¿Quién eres?  

- Soy yo, Brais. Por favor ¿puede venir a la comisaría?  

- Claro, voy para allá. 

La espera fue eterna, pero al fin llegó.

- Señora Ross, que bueno que ya está aquí.  

- Buenas tardes oficial, Brais. Dime qué debo hacer.  

- Solo debe decir lo que vio. 

La señora Ross contó cada cosa que presenció. Era evidente que no la llamé porque confíe en ella. Sé lo que escuché cuando me estaban subiendo en la patrulla. No quiero, pero seguiré mi instinto y sé que ella tiene algo que ver con todo esto. Necesitaba escuchar su parte de la historia para saber qué era lo que había sucedido. 

- Y de pronto escuché muchos gritos, decidí no acercarme, así que no sé quién ni qué fue lo que realmente sucedió ahí. Luego cuando volví, ya todo había pasado y Brais estaba ahí.  

- Eso quiere decir que ¿no vio al señor Hernández directamente en la escena del crimen? 

- No exactamente y por lo que lo conozco, sé que él no haría algo como eso.  

Algo no me cuadra. Si ella fue la que cometió el asesinato ¿por qué está “ayudándome”? 

- Pero, aún me sorprende que estuviera ahí solo junto al cadáver de la señorita Beth. Si no fue él, entonces ¿quién más estuvo? 

- ¿Está... intentando culparme, señora Ross? -intervine en su relato 

- No es eso querido, pero si tú no fuiste ¿quién más pudo ser? Eras el único en la escena.  

Retiro todo lo que dije antes... es una completa lunática y mal nacida vieja... 

- ¿Cree que el señor Hernández fue el que cometió el asesinato? -cuestionó el oficial. 

- No lo aseguro –dijo ella –pero no lo descartó. 

- Me niego a seguir escuchando –me levanté abruptamente de mi asiento haciendo que la silla cayera al suelo –esto está totalmente fuera de lugar. Dígame señora Ross, ¿dónde estaba antes de ir a su trabajo en la tienda? Porque coincidentemente no se encontraba en su apartamento en la hora que todo pasó... 

- ¿Crees que... 

- Y casualidad, o no tanta diría yo, en la escena había una peluca muy similar a su cabello.  

- Yo no... 

- ¿Será que no es lo que nos ha mostrado todo este tiempo, señora Ross? Si es que ese es su verdadero nombre y si es que es una anciana realmente. 

- Suficiente señor Hernández. Tome asiento y no haga de esto un caos. El que hace las preguntas soy yo. ¿Qué supone? ¿Qué esta humilde anciana realmente no es una y que ella cometió el asesinato?  

- Eso es justamente lo que creo oficial. Además, creo que no estuvo sola. Alguien la ayudó.  

- ¿Por qué haría algo como eso Brais? Oficial... ¿me dejaría hablar a solas con él? 

- Claro, tienen 10 minutos.  

Antes de salir, el oficial ordeno por el cristal a las personas del otro lado que apagaran las grabaciones y el audio para poder tener privacidad. El señor salió y la humilde ancianita cambió su semblante. No demasiado, pero lo suficiente para que yo lo notara, ya que desde el otro lado aún podían vernos.  

- ¿Te crees muy listo muchachito? No puedes contra mí, ríndete.  

Lo sabía... 

- Fuiste tú ¿verdad? 

- Te dejaré con el beneficio de la duda. No responderé a eso.  

- ¿Quién eres en realidad? 

Una sonrisa ladina se formó en su rostro junto con una risita.  

- Soy la persona que hará que te pudras en la cárcel chiquillo.  

- ¿Por qué me haces esto? ¿Qué fue lo que te hicimos?  

- ¡Ella me robó todo lo que tenía! -grito molesta.

- ¿Qué pudo ser tan malo para que tuvieras que matarla?  

No comprendía nada de lo que estaba escuchando. Un momento... ¡Que estúpido soy! ¡Está confesando y nadie escucha nada!  

- Ella me quitó mi trabajo, al amor de mi vida y a mi...  

- Eso yo pasó, supéralo ya. Aunque ahora es muy tarde, ya la mataste. Que despreciable eres.  

- Oh... no digas eso. Comenzabas a caerme bien, no hagas que termines como ella. 

- ¡Ja! Estás demente. Entrégate o buscaré por cielo, mar y tierra las pruebas para hacerte morir en prisión lunática.  

- Pero... ¿para qué me entregaré si ya me hiciste el favor? Pequeño entrometido. Por tu curiosidad estuviste en el momento preciso para tomar mi lugar. Y más estúpido fuiste al tocar las cosas en una escena del crimen. ¿Seguro que eres una persona adulta o simplemente se te olvidó que tienes huellas dactilares? 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.