Pasos hacia el Destino

Capítulo 5, Las Magas

La Diosa Bemmatiz, sus 3 hijas y miles de otros Dioses descienden sobre un lago donde van a poder ver el pasado del guerrero imbatible. Ella comienza a explicarles algunos detalles sobre el mundo donde él nació, menciona también que la mayoría de los acontecimientos son memorias provenientes del mismo Quinto, al recordar como los consiguió pasa sus dedos sobre sus radiantes labios.

 

Adentro del lago entre sus corrientes imágenes comienzan a aparecer, imágenes de un universo, mundos, personas y reinos. Iris Yudax, la mas poderosa entre los Dioses reconoce cada lugar, después de todo ella fue quien los creó: Esjailla, el universo de sus magas. Esto no es la primera vez que ha visto el pasado del mortal, lo que era diferente es que lo va poder ver en mucho mas detalle, en la perspectiva de diferentes personajes, en otras palabras la completa historia. Le desagradaba que a su lado hubieran tantos Dioses de bajo rango incluyendo a los detestables Dioses-caídos, tiene que aguantar, porque tiene que descubrir los secretos que envuelven al ser mas poderoso, pensando en sus propios motivos sigue escuchando a aquella impertinente de cabello Dorado y ojos púrpuras.

 

La Diosa Bemmatiz les informa que todas sus preguntas acerca del Quinto van a ser respondidas, que al final de la historia van a poder apreciar la profundidad de su poder. Una vez todo preparado les pide que entren adentro del lago, por último les recuerda que nadie va a poder cambiar la historia, o van a poder leer sus pensamientos o conversar con ellos, solo van a poder ver y escuchar, nada mas.

Miles de Dioses prosiguen a entrar y al hacerlo terminan entre las nubes de un planeta, se asegura que ninguno haya quedado afuera y los guía a un bosque para encontrar a los personajes principales.

 

Cyntia, Carassia y Roza se acercan a su madre, las tres traían puesto simples vestidos celestes. Entre ellas Cyntia parecía la mas fascinada, tiene muchas preguntas, que lástima que no pueda leerles la mente.

A la distancia, en las montañas con sus interminables árboles una carretera comienza a hacerse visible, y en el un muchacho viajaba en un carruaje.

Cyntia se separa de sus hermanas y se lanza para verlo mas de cerca, casi podía tocarlo con su mano, el joven no podía verla, y como si estuviese atrapado en su realidad continúa viajando.

—¿Quien es él? —pregunta Cyntia esperando que su madre le responda que es el padre de su héroe, no podía reconocerlo con solo mirarlo.

—Sigue viendo mi pequeña, deja que su historia te diga quienes son —responde Bemmatiz.

—¿Son? —repite Cyntia, busca a la otra persona.

Sin mucho esfuerzo la encuentra caminando no muy lejos del muchacho, le era un poco extraño, ella parecía estar perdida, lo determina por sus latidos de preocupación. La mujer traía una capucha que cubría parte de su cabello, pero sus flequillos estaban expuestos, no podía ser otra persona, se dice que tiene que ser ella, la madre.

 

Todos siguen la historia que se desenvuelve frente a ellos.

 

Eali y su amigo continúan su ruta hacia Palma de Odisa. Según el mapa, no llegarán a tiempo al siguiente pueblo. Suspira al ver que hoy es otro día triste y cansado, despidiéndose del sol que las nubes empiezan a ocultar.

—… día tras día, mes tras mes… lo que uno tiene que hacer para ganarse el pan de cada día —piensa en lo difícil que es ser humano. Si tan solo pudiera usar un poco de magia, sería más fácil ahorrar algunas monedas. Admite que tampoco es inteligente y a estas alturas ni siquiera atractivo-. ¡Rayos! ¿Quién trabaja más duro que yo?

Y como si su caballo lo entendiera, rebuzna arrugando su hocico.

—¿Melenas? Está bien, amigo, tú también trabajas duro como yo.

Pero su amigo lo corrige con la cabeza, indicándole que él trabaja aún más. Eali le ofrece otra zanahoria, y su amigo le muestra sus enormes dientes amarillos. Al dársela, Eali le frota el cuello y le confiesa que es uno de los mejores caballos de todo el país, y que es un orgullo tenerlo a su lado.

Gotas de lluvia comienzan a golpear su brazo, por lo que decide apresurarse para hacer el campamento, ya que en estos lugares suele llover demasiado. Su mercancía, las frutas que vende, tiene tiempo suficiente para madurar. Lo malo es que un día más de viaje significa dinero perdido. No podrá descansar acostado. Por lo general, duerme en la carreta, lo cual es un poco incómodo pero mucho mejor que dormir sentado. Por desgracia, sus nuevos clientes desean estas feas y grandes frutas y el espacio que queda podría ser ocupado por solo un niño. Pone una lona contra un árbol para proteger la carreta y a Melenas, y comienza una fogata para cocinar frijoles con huevos.

—Oye amigo, uno de estos días tendremos que conseguir una casa y, con suerte, una mujer que nos ayude con el negocio.

Melenas mueve la cabeza de un lado a otro, mostrando sus dientes y lengua.

—Claro, y también una yegua.

Melenas se pone contento, y algunos podrían decir que su expresión parece un tanto demente, pero Eali sabe que eso es su sonrisa.

Después de darle frutas y algo de beber a su amigo, se acomoda para descansar. Una de las pocas cosas por las que se siente afortunado es que en este lugar no hay bandidos. No porque esté protegido, sino porque no es rentable robar en un lugar por el que casi nadie pasa. Tiene una espada, aunque no sabe cómo usarla. Es una de esas cosas que uno utiliza más para intimidar que para luchar. Krrua, krrua, krrua… Melenas hace ruido al masticar y tragar su comida, parecido a un chanchito. Poco a poco, Eali cierra los ojos, mirando la olla en la fogata.

 

Liyul sale de unos arbustos con ganas de gritar. Todavía no puede encontrar el camino de regreso; debe ser la única en todo el país capaz de perderse a unas cuantas millas de su casa. Se abriga un poco mejor con su capucha y también cubre su canasta, deseando fervientemente poder encontrar esa bendita carretera. De pronto, observa lo que parecía ser una luz a la distancia. Menos mal, piensa al ver que la lluvia comienza.




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