Para Liyul la ciudad era fascinante, sus extravagantes casas, los animales que andaban cargando enormes cajas y los magos que volaban por todas partes; el cielo estaba lleno de ellos. «Que maravillosos son», piensa cuando un grupo de niños pasan por su lado; flotaban como si algo invisible los estuviese sosteniendo. Nadies en su aldea puede volar por lo difícil que es, pero aquí parecía que todos lo pueden hacer. En el momento que pensaba que lo había visto todo, la gente comienzan a señalar algo en el cielo. Su sorpresa es acompañada con las del resto al ver como una de las nubes se parte en dos, un enorme barco se hace visible. Se le podía ver claramente por sus luces que la cubrían, también tenía otras luces a su alrededor que se movían parecidas a pequeñas luciérnagas.
«Debe ser un sueño», confirma que no lo es cuando se toca los labios; ¡la emperatriz!, una voz ruge entre la gente; es la emperatriz otras voces lo confirman. Lo que ya parecía ser una ciudad muy activa se vuelve a una locura, la gente comienzan a correr y como si fueran estrellas fugaces salen hacia el barco. Antes que choquen las luciérnagas los detienen, una de ellas cae del cielo y logra ver lo que en realidad era; no son luciérnagas, sino un mago encima de un caballo volador. El hombre sostenía un báculo y una expresión de firmeza con fortaleza, era un verdadero mago.
—Liyul es mejor que nos vayamos a la posada —le avisa Eali medio cansado.
—Me perdí en mis pensamientos, vamos.
La posada no se encontraba muy lejos, solo unas cuantas cuadras, pero se estaba volviendo pesado hacerlo porque tenían que pasar sobre un mar de gente. Lo principal era proteger sus pertenencias, sitios como este hay muchos ladrones. Gracias a Melenas, Liyul no sufre los empujones y pisotones que Eali recibe a cada momento. Les toma 15 minutos llegar, 15 largos minutos; de una forma Eali tuvo suerte, decidió reservar alojamiento en una posada que tiene un buen establo. Con la Emperatriz en la ciudad encontrar un sitio como este debe ser imposible a estas alturas, él se pone contento por tener tanta previsión.
Cuando entran a la posada un anciano discutía con un grupo de hombres.
—¡Viejo dame el cuarto! —reclama uno de los 4.
—Escucha, ya te dije que esta reservado.
—¡Qué mas quieres!, te vamos a dar el triple —añade otro del grupo.
—¿Triple?…
Liyul llena de nervios sigue a Eali por su detrás, de seguro todo va a salir bien de alguna manera, trata de no asustarse demasiado. Él le pide que lo espere en una de las mesas y se acerca hacia el grupo para ayudar al anciano. Ella cuenta los segundos que se vuelven a minutos, después de unos 5 minutos una de las meseras se le acerca y le ofrece un par de bolillos de pan, también le da una carta de comida.
Tenía hambre pero no toca ninguno de los panes, ojalá todo salva bien, piensa otra vez. Cuando comienza a mirar la lista de comidas para distraerse escucha los gritos del grupo, se asusta al ver que Eali estaba rodeado. Quería hacer algo, quería ir a ayudarlo, al menos podría pedir ayuda, sin embargo ni eso puede hacer. Uno de los 4 lo comienza a empujar, algunas personas en el comedor deciden irse y otros simplemente los ignoran.
—¡No seas un cojudo, dame ese cuarto! —le advierte un hombre que era tan grande que casi tocaba el techo con su cabeza.
—El cuarto me pertenece —responde Eali.
—Esta es la última vez que te lo digo, dámelo o te rompo la cara.
Los otros en su grupo se preparan para sacarlo de la posada, Liyul asustada suelta la carta y con el cuerpo tembloroso finalmente se acerca.
—¡Por favor cálmense!, dales el cuarto —implora Liyul agarrando la mano de Eali.
Dos comienzan a agarrar a Eali de ambos brazos mientras que otro agarra a Liyul para empujarla del camino, ella suplica en vano a oídos que la ignoran. El grupo lo sacan afuera a la fuerza para darle una golpiza, al ver que Liyul quería ir ayudarlo las meseras tratan de calmarla, la sostienen y le dicen que ayuda está viniendo. Ella sabe mejor, sabía que iban a llegar demasiado tarde y se imagina lo peor. Otras mujeres se le acercan para ayudarla, le dicen que no salga afuera, los gritos de la pelea la llenan de lágrimas; cierra los ojos implorando a que se detengan. Todos en el comedor se sorprenden cuando la puerta se rompe, uno de los hombres del grupo sale volando adentro.
Liyul por un instante pensó que era Eali, y se relaja un poco al ver que no era él, en vez era el grandulón del grupo. Sigue escuchando fuertes sonidos de golpes que termina en menos de 10 segundos. Cuando ella y el resto salen afuera miran el desastre, como si un tornado hubiera castigado la calle, cajas rotas, sillas, mesetas, todo destrozado. Los otros hombres estaban inconscientes, pero dónde esta Eali, lo encuentra junto con un grupo de jovenes que traían la misma ropa. Ella llorando se lanza hacia él, le pregunta si estaba bien.
—No te preocupes, estoy bien —responde Eali.
—Estaba tan asustada, ¿Qué pasó?
—Ese hombre me ayudó —señala apuntando hacia un hombre que es pequeño como Liyul.
Eali se le acerca y le pide gracias, le pregunta su nombre y le responde que es Pharas Lutao, maestro de las artes de combate.
—Gracias, me salvaste la vida —agradece Eali, uno de los chicos le susurra en el oído que es maestro Lutao—, Maestro Lutao.
—No fue nada —responde Lutao, le dice a sus discípulos que se los lleven a la comisaría.
—Lo que hiciste fue increíble, los venciste con solo tus puños. ¿Fue eso magia? —pregunta asombrado que un tipo tan pequeño pudiera hacer tal cosa, su respuesta lo sorprende.
—No, soy un humano como tú.
Pudiera ser posible, se movía tan rápido que pensó que sus ojos le estaban fallando. Con un solo golpe mandó al mas alto contra la puerta destrozándola, los otros se lanzaron contra él sin poder ni siquiera tocarlo, se pone a recordar, uno de ellos gritó cuando el maestro le dobló la mano, ¿fueron eso los sonidos de huesos dislocándose?