Pasos hacia el Destino

Capítulo 13, Último Premio

Dentro de su nueva y lujosa oficina, ubicada en los confines del castillo, Zachin se sumerge en la lectura de un informe altamente clasificado que revela en detalle la vida íntima de la princesa. Aquel documento había sido creado de manera sigilosa por una red de espías, quienes se habían dedicado a recopilar minuciosamente cada aspecto de la existencia de Isabel Okena, la hija de la emperatriz Olyudax Okena.

En cada palabra impresa de aquellas páginas parece emanar un sutil pero palpable malignidad calculada, envolviendo el corazón de Zachin en un estado perturbador. La habitación, adornada con opulentos tapices, muebles de cuero y cuadros de sorprendentes paisajes, se sumía en una penumbra casi ominosa mientras Zachin sigue leyendo los detalles del informe. Cada revelación revela una imagen completa de la vida cotidiana de su víctima, arrojando luz sobre los secretos más íntimos y los momentos más frágiles de Isabel. El conocimiento de esos detalles personales se convierte en un arma poderosa en sus manos.

La princesa, descrita con exquisito detalle en el informe, tanto física como psicológicamente, aparece ante los ojos de Zachin como una mujer fascinante y vulnerable a la vez. Las imágenes en las siguientes páginas retratan a una maga de una belleza deslumbrante y una presencia aristocrática, la princesa de cabello rubio y piel oscura es una joya en la corona del reino. Zachin estudia detenidamente las fotografías, que capturan a Isabel junto al príncipe de Encan, irradiando amor y felicidad.

Los ojos de Zachin se desplazan rápidamente de un detalle a otro. La vida de Isabel se despliega ante sus ojos, revelando su rutina diaria, sus compromisos y sus hábitos. A pesar de estar rodeada de guardianes y obligada a vivir bajo el escrutinio de la etiqueta y el protocolo, la princesa encontró momentos de libertad en los lugares más inesperados. Pudo explorar el mundo exterior, deleitándose con la compañía de sus amigos y participando en eventos públicos a escondidas de su madre. Aunque su poder no rivaliza con el de la emperatriz, Isabel irradia un magnetismo propio, siempre acompañada por su séquito de leales guardianes.

Sin embargo, un escalofrío recorre la espalda de Zachin al llegar a la parte más inquietante del informe. Entre las páginas, cuidadosamente anotado entre las líneas escritas con tinta negra, se encuentra un consejo siniestro: la mejor manera de llevar a cabo el plan de eliminar a la princesa es a través de su hija recién nacida. El descubrimiento es tan impactante que el informe se le escapa de las manos, cayendo al suelo con un golpe sordo. Una expresión de sorpresa y horror se dibuja en su rostro mientras levanta los papeles, tratando de asimilar la información que acaba de leer.

Un remolino de emociones se enreda en lo más profundo de Zachin, un sentimiento de inquietud y conflicto se apodera de su ser. No tenía nada personal contra aquella mujer, pero sabía que debía enfrentar su realidad si quería construir un nuevo orden en este mundo. No era el momento para cuestionar la moralidad de sus acciones ni dejarse llevar por la empatía. Su misión era clara: debía cumplir con aquella tarea impuesta por los designios del destino.

Ella anhelaba un futuro diferente, uno en el que los demonios encontraran un lugar para ser libres. Un reino en el que pudiera forjar su visión y conquistar el mundo entero. Era consciente de que la única forma de lograrlo era atravesar por este oscuro camino, aunque eso significara manchar sus manos con sangre inocente.

Pensando en eso, la mirada de Zachin se desvía hacia la fotografía de la princesa y su bebé. Observa con atención los rostros de ambas, llenos de vida, llenos de esperanza.

En la lucha por el poder, los sacrificios siempre formaban parte del oscuro juego. Zachin, con determinación en sus ojos, podía prometerle a la foto de Isabel que destruiría a Sol’Yudax con sus propias manos. Sin embargo, mientras observaba las fotografías, sus dedos temblorosos seleccionan una en la que Isabel cambiaba los pañales amorosamente de su pequeña hija. Extrañamente, la idea de que alguien estuviera espiando esos momentos íntimos, capturando esas imágenes con la intención de poner en peligro la vida de la bebé, desata una furia desmedida dentro de ella.

El rostro radiante de felicidad de la pequeña en las fotografías solo intensifica su deseo de venganza hacia aquel que sugirió usar a su hija como una ficha. No puede soportar ver más. Con un gesto cargado de angustia, Zachin arroja las fotografías sobre el escritorio, como si quisiera deshacerse de su tarea.

Con la cabeza encogida, sin ganas de ver sus rostros, recoge los papeles y fotografías, cuidadosamente colocándolos en sus respectivas carpetas. Una vez amarrados, Zachin guarda los documentos en un lugar seguro. El tiempo para reflexionar y cuestionar sus acciones llegarán después. Ahora debía concentrarse en trazar su estrategia, en buscar las fisuras en el escudo de protección que rodeaba a la princesa y en prepararse para el momento crucial.

Zachin se levanta de su asiento, ansiosa por alejarse de aquel cuarto opresivo. Necesita despejar su mente y encontrar un respiro en otros pensamientos. Rápidamente cambia de ropa, seleccionando atuendos que le brinden una sensación de poder y confianza, como una armadura que oculta su vulnerabilidad. Con determinación, se dirige a su restaurante favorito, un lugar donde puede satisfacer sus gustos con deliciosos manjares exquisitamente preparados por humanos.

 

Al terminar de ordenar, Zachin se siente atraída por un espejo estratégicamente colocado en el establecimiento. En su reflejo, se proyecta una competencia de maratón donde numerosos espectadores se agolpan para presenciar la carrera. Lo curioso es que gran parte de la multitud se muestra particularmente alentadora con un hombre que aparentemente carece de poderes mágicos. A pesar de ocupar el último lugar en la competencia, la gente continúa animándolo sin cesar.




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