Bajo el cielo de la bulliciosa ciudad, Zachin se encuentra caminando por Iris’Nosama en dirección a su hogar. Por fin pudo revisar exhaustivamente todos los reportes sobre la princesa, y en dos semanas emprenderá su viaje hacia el imperio de Xhaln.
Sin que se de cuenta, una inquietud comienza a aparecer en su rostro; estos si que podrían ser sus últimos días de paz. A pesar de ser una valiente líder-capitana, nunca ha enfrentado una amenaza como esta. En ese lugar, no va a contar con la protección de su rango, o aliados, o ni siquiera un demonio en quien pueda confiar.
Se repite a sí misma que debe mantener la calma, que no vale la pena preocuparse. Ha entrenado toda su vida al filo de la espada, esto no es diferente.
Parece que hoy día la ciudad se veía diferente, más viva de lo habitual, rebosante de gente y alegría, a pesar del estricto control que la rige.
Zachin decide hacer una pausa y compra algo para comer en una tienda cercana. Tras un breve intercambio de palabras, encarga su usual pedido: una torta de pollo con trocitos de plátano frito al lado y tres más para sus invitados. El vendedor, amable, le sirve una generosa porción, y recibe un premio en forma de una bonita y coqueta sonrisa.
Mientras disfruta de su torta, ella nota un evento de magos en los espejos de la calle, y sin dejar de comer, se detiene para verlo por un momento. Resultaba ser otro evento de aquel país llamado Quinton, esta vez con magos enfrentándose entre sí. Le pregunta a los presentes, y descubre que es un evento para determinar quién es el mago más poderoso de ese imperio.
Casi se le cae un trozo de su pollo cuando ve a la maga mas grande que haya visto, esa mujer fácilmente pasaba los 7 pies, y probablemente era bien fuerte. No tenía idea que ese lugar tuviera a alguien como ella.
Si no estuviera tan exhausta se quedaría; aunque tampoco está de ánimo para quedarse al lado de tantos magos. Le inquietaba verlos disfrutando de las peleas, sin reflexionar sobre la otra sociedad, con aquellos que sufren maltrato solo por ser demonios o diferentes.
Comienza a pensar que pronto, muy pronto, los demonios podrán caminar en la calle como cualquier otra persona, y van a poder vivir en la cima de la sociedad y obtener cualquier título que deseen.
A medida que su corazón comienza a endurecerse, alguien entre la multitud la llama. “Zachin, te ves hermosa", es lo que escucha. Escudriña a la gente de su alrededor, tratando de encontrarlo. En su lugar, ve al anciano del mate, que le hacía señas para que se acerque.
—Señorita, ¿no deseas un vaso de mate? —pregunta el anciano con una amigable expresión.
No era él, su voz es diferente. Le pregunta de nuevo, y cuando se da cuenta de que probablemente fue su imaginación, ella acepta.
—Dame uno por favor —le dice y comienza a beber—. Está bien rico, siempre te sale delicioso.
—Gracias, me encanta escuchar eso.
—No me había dado cuenta antes, ¿pero no nos conocemos? Te ves familiar —pregunta Zachin examinando su rostro. Era un anciano de unos 70 años, pero aún con las marcas y arrugas en su cara, se veía bien simpático.
—No lo creo, pero uno nunca sabe si nuestras vidas se cruzaron en algún momento. De todas formas, ¿deseas otro?
Al terminar su vaso, como la otra vez ella se sentía mucho mejor, y antes que pueda sacar dinero, el viejo le informa que su mate es gratis para cualquiera que lo acepte. Al mirarlo más de cerca, se veía humilde y de buen corazón. Pero había algunos detalles que solo ella podía discernir, como la forma en que sostenía la olla, su postura, sus piernas, sus brazos. No era un simple hombre; era un guerrero, o lo fue en su pasado.
—¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? —le pregunta, interesada en su respuesta.
—La verdad… no lo sé. Pero muchos me llaman el viejo de la olla, porque este mate es lo único que sé hacer. Lamentablemente mi memoria no puede retener muchas cosas, aun así, me siento feliz cuando la gente acepta mi mate.
Al escuchar su respuesta Zachin se entristece, pero el viejo sigue sonriendo, apresurándola a que termine su vaso para servirle otro.
—Lo siento. ¿No quisieras que te ayude? Conozco magos que podrían curarte.
—Estoy seguro de que lo he intentado muchas veces, pero si crees que me puedes ayudar, te lo agradecería.
—Está bien, voy a encontrar a alguien que te pueda ayudar. Es una promesa.
El viejo envuelve sus manos con las suyas y le agradece de todo corazón. Por un momento, ella casi podía reconocerlo, como si lo hubiese visto antes. ¿Podría ser cierto que se conocieron en alguna vida pasada?
Continúan conversando; Zachin le cuenta un poco sobre ella. Le dice que es una capitana de la armada, y el anciano a su vez, le hace saber que siempre viaja de ciudad a ciudad, aunque no pueda recordar a las personas que encuentra, parte de ellos siempre se queda con él, como una breve sonrisa, una carcajeada, un apretón de mano, hasta un abrazo. Cuando cierra sus ojos esos momentos le dan las fuerzas para continuar.
Cada vez que lo escucha, ella se sentía más y más interesada. Lo frustrante es que a cada rato alguien los interrumpía, humanos igual como magos le pedían un vaso, hasta hacían colas. Todos lo reciben con su enigmática sonrisa, sincera y contagiosa. Y en solo una hora, su gran olla termina vacía, al mismo tiempo termina usando todos sus vasos de cartón.
Después de un buen rato, ella comienza a despedirse, pero antes, él le entrega su última ración y una bolsa de galletas, que lo mantenía en su espalda en un contenedor. Se lo da para que se lo lleve y los disfrute con sus invitados. Al verlo desaparecer entre la gente, una nostalgia regresa. No podía describir aquel sentimiento, pero era casi como si quisiera ir con él.
Al perderlo completamente, ella sigue su camino. Lo bueno es que ya tiene planes, y si este es el fin de su vida cotidiana, entonces lo va a vivir a fondo.