Pasos hacia el Destino

Capítulo 21, El arte del Destino, (4)

El maestro Lutao y sus estudiantes corren a la sala de espera, todos deseaban ser el primero o al menos el segundo en poder felicitarla, y casi al mismo tiempo logran abrazar a A’iana, quien apenas podía mantenerse en pie.

Al observarla en ese estado, exhausta pero también radiante de felicidad, siente un orgullo paterno que lo consume. No puede verla de otra forma que como su hija, una que ha crecido de manera extraordinaria en un corto de tiempo. A pesar de haber alcanzado un gran logro, él comprende que no es el final de su viaje. Contagiado por la alegría del momento, una amplia sonrisa se dibuja en su rostro.

—Solo nos queda una pelea más —añade A’iana, sin apartar la mirada a su querido maestro.

—Estoy increíblemente orgulloso —afirma Lutao mientras la abraza.

Al separarse, Lutao le retira la espada destrozada, generando en A’iana un sentimiento de remordimiento por no haber sido capaz de protegerla. Antes de que pueda expresar sus disculpas, le presenta una nueva arma.

—Esta es tu nueva espada. Demuéstrales que eres una verdadera Maestra.

A’iana se levanta, toma su nueva arma y la desenvaina. Es idéntica a la anterior, pero lleva consigo la anticipación de la final.

—Llega más lejos que todos nosotros. Despierta el poder del destino —insiste El Maestro.

Sus compañeros colaboran en reparar su armadura y curar sus heridas. Toda su magia retorna a su ser y siente el amor de la habitación; incluso su nueva amiga está entre ellos, ofreciéndole una bonita sonrisa. Al ver que le entrega algo, lo recibe con todo el cariño que siente en ese momento.

Era un bocadito, un pastelito que, al probarlo, hace que toda su boca se derrita por lo dulce que sabe, proporcionándole una gran energía.

—Gracias por venir —pide A’iana—. A todos, gracias por estar a mi lado. Les prometo que lo daré todo.

 

Con eso, La Maestra se prepara cuando ve que Kaila se le acerca para ir a la montaña. Se despide afectuosamente de cada uno de sus amigos y de su maestro, saliendo del cuarto entre los gritos de ánimo que la conmueven.

 

La expectación crece a medida que todos se enfocan en la próxima batalla. Emperatrices de cada continente comienzan a observar sus espejos, ansiosas por presenciar a la supuesta maga más poderosa de Astras. La razón detrás de la paz en Quinton, es esa guerrera, capaz de rivalizar con el poder de las emperatrices. Su nombre se ha convertido en un mito, llegando incluso a especular que podría ser una Diosa o alguna deidad. En las peleas anteriores, ninguno de sus oponentes ha logrado sobrevivir ni siquiera un minuto. Su fuerza, velocidad, magia, conocimiento y espíritu de combate la colocan en un nivel mucho más elevado que cualquier otra persona.

 

Sol’yudax y sus generales prestan atención, preparándose para estudiar cada acto mágico de la guerrera. Esta es una de las razones por las que no se atreve a luchar contra ese pequeño imperio. Por otro lado, está consciente de que La Maestra va a luchar con todo lo que tiene, anticipando presenciar algo muy interesante. Quiere ver si ese poder es real y descubrir si puede usarlo de alguna manera.

 

Fel, Mia, Sabari y Eucalis están listos y sentados, ansiosos por presenciar el próximo combate. En especial, Fel espera con emoción ver a Lucero en acción. Ha seguido sus anteriores enfrentamientos, pero esta vez va ser diferente: Lucero se enfrentará a la estudiante del maestro. Su piel se pone de gallina por la anticipación, y se une a la multitud que comienza a animar a la guerrera conocida como La Maestra. Mia también se une al coro de gritos, asegurada de que va a ver un espectáculo memorable.

 

La Maestra se eleva hacia la montaña sobre la ciudad, oyendo claramente los aclamaciones de la multitud. Le sorprende la cantidad de personas que la están apoyando. Observa cómo le toman fotos constantemente y, a lo lejos, vislumbra grandes pancartas con su nombre que llevan: "Te amamos", "Lucha", "Dalo todo".

 

En la ciudad, toda la gente toma silencio, preparándose para presenciar el inicio de una épica batalla.

 

Antes de que comience la confrontación, Lucero se quita el casco para ir a saludar a su oponente y desearle buena suerte. No lo hace en forma amistosa, al contrario, la recibe con una expresión fría y muy calculadora. En cuanto se dan de la mano, no muy lejos, Kaila anuncia el inicio de la pelea.

—Damas y caballeros, es el momento de la verdad. ¿Podrá la guerrera de este año derrotar a nuestra campeona? Parece que van a saludarse primero.

A’iana de la misma forma, también se quita el casco para saludarla. Y cuando sostiene su mano, puede sentir una temible aura emanando de ella, dejando clara su determinación de no ser derrotada, dispuesta a ganar de cualquier forma. Ella mide 6,3 pies, una altura considerable entre las magas, en comparación, Lucero es un auténtico gigante, con al menos 7,6 pies, y con su armadura puesta parece llegar a los 8.

—Tienes mis felicitaciones, A’iana. A ver si puedes conseguir el manto de campeona y convertirte en la guía de nuestra gran nación. Muéstrame el poder de tu maestro.

—Gracias y buena suerte tú también, Lucero Elfin, la gran guerrera-imbatible —le desea y añade algo que carga en su corazón—. Voy a aceptar lo que suceda y voy a luchar con todo lo que tengo, porque el destino no juzga o toma lados, sino que destruye a todos los que se atreven a detenerlo.

—Destino dices… acepto tu duelo. Y al igual que tú, yo soy parte del que viene, y que no tiene comparación, un ser único e infinito. El primero y el último; el que ve todo, el que es todo. Dame tu fuerza, dame tu sabiduría; usa mi cuerpo, usa mi corazón y consume todo lo que tengo, Quinto.

 

Sabari se pone de pie, sorprendida por lo que esas palabras declaran. Al parecer ella y Eucalis no eran los únicos que conocían al Quinto, otra persona también está al tanto de su llegada. Lucero ha mencionado al ser más misterioso de toda la existencia.




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