El reloj marca las 6 de la tarde y solo falta una hora para que el concurso comience. Muchos de los participantes se encuentran detrás de las cortinas, esperando ansiosos. Liyul y Eali serán los últimos en presentarse, por lo que deciden aprovechar el momento para visitar a Águila y a los demás.
Al entrar a los camerinos, son recibidos con entusiasmo por los amigos de Eali: los gemelos Dailux y Brilia, la princesa Maglia, los ingenieros y sus hijos, y por supuesto, Águila y la prometida Shi’el. Antes de que Liyul pueda saludarlos, las mujeres la toman de la mano y la llevan a uno de los cuartos privados. Una vez adentro, sin poder evitarlo, la gemela y la princesa comienzan a desvestirla. Mientras que Shi’el la observa, pasando su lengua por sus labios.
Por unos segundos, Liyul lucha con las manos de las mujeres, tratando de mantener su atuendo en su cuerpo. En medio de los jaloneos y sus protestas, su ropa la abandona con la destreza que solo unas expertas podrían tener. Con pena y al borde de las lágrimas, cubre sus senos con sus manos, protegiendo sus pezones, pero Shi’el se los aparta para que la princesa comience a ponerle las piezas del vestido, que al principio parecían ser solo pedazos de tela y alfileres. La gemela las cose con una elaborada técnica de aguja y magia, cargando diferentes tijeras y varios hilos a lo largo de su brazo.
No pasa ni un minuto y la envuelven con lo que parece ser la parte superior de un vestido. Antes de que pueda relajar sus músculos, ellas prosiguen a quitarle su blúmer. Esta vez, en lugar de protestar, solo cierra los ojos y siente manos que exploran cada parte de su cuerpo con delicadeza. Los dedos recorren sus muslos, cadera y piernas una y otra vez, con tanta atención que seguramente van a conocer cada centímetro de su figura.
De la misma forma, en cuestión de minutos, comienzan a ponerle la falda. Parecía que el vestido estaba tomando forma cuando de repente sacan la pieza más importante: una tela adornada con plumas relucientes de un material similar a un metal suave y brillante. La envuelven alrededor de ella como si fuera papel de regalo, cubriendo el vestido por completo. Aunque no se atrevía a mirarse, cuando finalmente lo hace, sus ojos se iluminan al ver la transformación. El vestido es deslumbrante, propio de una princesa de cuentos de hada.
Su falda se podía abrir con el más mínimo viento, como si estuviera viva, y en su espalda dos ligeras alas se extendían con la ayuda de sus hombros. Parte de su cuello también está cubierta por esa tela, y cuando terminan con su vestido, todas la rodean y comienzan a trabajar con su cabeza, rociando agua en su cabello, arreglándolo, peinándolo y aplicando un esmalte para que brille aún más. Le maquillan los ojos, arreglan sus pestañas, los labios y su rostro.
Esta vez no puede esperar a verse en el espejo, pero solo logra ver fragmentos de su cara y cuerpo; ellas trabajaban con tanta rapidez, moviéndose de un lado a otro que no le es posible verse por completo. Para su sorpresa, de manera absurda, le abren la boca y le cepillan los dientes, también le limpian los oídos y le pintan las uñas.
Pasando unos 10 intensos minutos, terminan y se apartan para que pueda verse. Quería agradecerles por su trabajo, pero al ver su reflejo en el espejo, se queda sin palabras. No puede creer que ella sea esa persona, radiante, totalmente diferente. Si pudiera describirlo, se veía como si fuera un ángel a punto de volar a las estrellas.
Todas la abrazan y festejan con ella, por estar a punto de lograr algo mágico.
Los hombres y Melenas se encontraban esperando afuera; saben que se va a ver muy bonita, pero lo que sale del cuarto los deja boquiabiertos, incluyendo a Melenas, que saca la lengua hacia afuera y casi se lo muerde. Liyul está lista para competir contra las magas más hermosas del continente.
Eali no podía apartar la mirada de la mujer que un día llamará su esposa. Desde hace tiempo ha podido escuchar los latidos de la gente y esa primera noche pudo sentir una conexión con la de Liyul. Ahí se dio cuenta de que no podía dejarla irse de su vida. Con ella a su lado, él también va a poder tocar los cielos e ir lo más lejos posible. Se siente realmente feliz, porque sabe que estos días van a ser los más preciados de su vida.
Se siente un poco nervioso al verla acercarse; la ha tocado varias veces, pero esta vez no puede evitar sentirse abrumado por lo bella que es.
—¿Cómo me veo? —pregunta Liyul un poco ruborizada.
—Te ves… completamente bella, como la princesa de cuento —le contesta Eali, rojo como ella.
—Están listos, grabemos este momento. Pónganse juntos, voy a tomar una foto —interrumpe Águila.
Todos se colocan al lado de ambos, Liyul y Eali, para que sean el centro del enfoque, con Melenas al otro lado de Liyul. Todos sonríen y graban el momento para siempre.
—Este es tu vestido, y espero que te ayude a ganar —explica Águila, tomando a su prometida de la mano.
—Claro que vas a ganar, te ves mucho más hermosa que cualquier otra. Estoy segura de que lo vas a hacer —agrega Shi’el, contenta por su nueva amiga.
Los demás expresan lo mismo, y Eali también cree que puede lograrlo.
Con eso, Liyul regresa al cuarto para quitarse el vestido y guardarlo en una caja. Luego se viste con otro vestido para poder bailar, uno de los de Shi’el, que también la hace lucir muy bonita, pero nada comparado con el vestido de desfile. Este era uno gris, apretado, que revelaba su escote y sus piernas con un peculiar brillo que cambiaba de color en diferentes ángulos, medio azul, morado, hasta de un tono rojo.
Terminando de agradecerles por todo, Eali y Liyul salen rumbo al concurso de baile.
De regreso, adentro del carruaje, Mia sostiene las manos de cada una de las mujeres que poco a poco comienzan a dejar de temblar. Muchas de ellas no podían decir ni una palabra, pero mientras ella esté a su lado sabían que todo iba a salir bien.