Como un viento que ofrece su fresca brisa, así también el destino otorga propósito a la vida. Con el transcurso del tiempo, muchos han intentado desafiar los suyos. Por lo general, el edicto que nos domina es inquebrantable, pero en el caso que alguien lo logre, si no se han desviado, se les concederá dar un paso hacia adelante, un paso hacia el destino. Sin embargo, si se han desviado, entonces obtendrán lo que deseaban y nunca más podrán avanzar adelante.
Sobre la plataforma circular, la primera pareja continúa su rutina, tocándose en cada momento para seducir a la audiencia con sus elegantes acaricias. La gente se llena de entusiasmo al ver cómo los labios de ambos se coquetean, y para animarlos, los alientan con gritos y aplausos. Ellos danzan como verdaderos profesionales al ritmo de la música, entregándose por completo al momento para compartir su alegría y su dedicación por el baile.
Llegando al final, la bailarina comienza a dar vueltas en los brazos de su apreciado compañero, quien la trata con delicadeza, como si fuera una joya preciosa. Sus miradas nunca se apartan, y en el momento en que él la eleva, su suave cabello negro se desliza sobre su rostro y, al pegarle un beso, comienza a girar con ella, sosteniéndola con una mano y apenas tocando el suelo con la punta de su pie.
Haciendo uso de su poder mágico, la bailarina comienza a liberar flores desde su espalda, desprendiendo un rico aroma que llena el ambiente con la nostalgia de la primavera. Los pétalos cubren el suelo, creando una alfombra de colores que marca el final de su actuación, ante la cual el público estalla.
En cuanto Águila y sus ayudantes se apresuran a limpiar el piso para que la segunda pareja comience, se puede ver a una ave descendiendo en uno de los muros del castillo. A pesar de la dificultad para distinguirla en las sombras, las luces de los faroles que se encienden revelan a una paloma mirando a la gente. Lo peculiar, que no era la única en el muro, residía en sus ojos: inusuales, casi brillantes como los de un gato, y con una profundidad casi humana, cargados de emoción.
Aquella ave reflexiona en su pasado, sumergiéndose en sus recuerdos. Inesperadamente, en uno de sus ojos, como si fuese la ventana a otro mundo, la multitud de la gente se remplaza a dos aves realizando su cortejo, entrelazando sus cuellos y desplegando sus alas para mostrar sus magníficos plumajes.
Esa paloma eleva su vista hacia el cielo nocturno, donde las estrellas emergentes son similares a los de su antiguo hogar, un lugar que logró sobrevivir la ira de los Sextos. En silencio les agradece a todos por haber producido a la "Primera Palabra", especialmente a los humanos. Para ellos es un honor observarlos disfrutar de sus vidas, vidas que eventualmente enfrentarán el filo de la destrucción. Si el destino continúa con la gente de este universo, el humano destinado a prevalecer surgirá de esta generación.
Similar a este lugar, a esta existencia, los Msun, habitaban cada rincón de los planetas, impregnándolos con sus distintivos cantos, arte, amor y perseverancia. Los Msun también tenían dioses, ángeles y los que podían usar magia.
Les deben tanto a estos seres bípedos; no solo los Msun, varias otras existencias pudieron sobrevivir gracias a Las Palabras. Tal vez por eso el quinto decidió venir a este lugar.
Cuando la segunda pareja termina de bailar, no solo la multitud los aclama, también la paloma emite un canto que motiva al resto de su bandada a unirse. Empero, antes de que concluya, sus compañeros se dispersan ante la llegada de alguien.
—Me sorprende que hayas venido tan pronto —interrumpe Sabari con Fel a su lado, portando capuchas.
—Cabello plateado, veo que has encontrado a tu cabello rojo —comenta Rushsig—. Debes saber que si tiene que ver con el pasado del Quinto, necesito obtener esa información. ¿Qué sabes?
Fel se queda en silencio. Pensó que Sabari solo quería presenciar el evento más de cerca, sin imaginar que se encontrarían con alguien, y mucho menos con un ave capaz de hablar.
—Antes, permíteme presentarte a Ansaidifel Quinton, la emperatriz —anuncia Sabari, sentándose al lado de Rushsiq.
La paloma fija su mirada hacia Fel con sus singulares ojos humanos, comenzando a incomodarla.
—Al igual que la de cabello rojo… Ansaidifel de cabello oscuro debe seguir sus pasos.
—Perdóname, pero ¿quién eres? —pregunta Fel, notando que la paloma podía cerrar los ojos.
—Yo soy el hogar de Rushsig, “La Palabra de Rushsig”.
La revelación hace que Fel dé un paso hacia atrás, sorprendida de que la paloma se refiera a sí misma como uno de esos seres. Tenía la impresión de que La Palabra era un ser poderoso, diferente, ¿tal vez esté utilizando algún tipo de disfraz?
—¿Qué son ustedes? ¿Qué significa el hogar de… Rushsig? —continúa preguntando, intrigada por conocer más.
—Mi familia, sus deseos y sus memorias son yo. Yo soy sus palabras, yo soy un paso hacia el destino —responde Rushsig dando dos aletazos para acomodar sus plumas.
Fel reflexiona por un momento, "¿un paso hacia el destino? ¿Sus deseos, sus memorias?”, las palabras quedan grabadas en su mente. Estaba a punto de hacer más preguntas, pero lo que realmente quería saber era: ¿qué es el destino?
—¿Sabes qué es el destino? —indaga, buscando entender más.
—El destino es una meta inalcanzable, imposible de calcular. Tú, cabello oscuro, eres digna de tus pasos.
La respuesta deja a Fel pensativa, mordiéndose ligeramente los labios. Acaba de escuchar algo acerca del destino. ¿Podría ser simplemente eso, una inalcanzable meta? No mencionó que fuera un ser, o algo parecido a uno.
—Cabello plateado, ¿qué sabes del Quinto? —pregunta Rushsig, inclinando su cuello para indicar que se apure con la respuesta.
—¿Nunca me vas a llamar por mi nombre? —comenta Sabari soltando su desaprobación.