Pasos hacia el Destino

Capítulo 37, El desfile, (5)

Igual que su baile mágico, Margaret concluye su desfile sobre su caballo, recorriendo la ciudad con su encantadora voz y su pasión por el arte, que da vida a todo lo que toca. Las casas, las plantas, los animales, todo adquiere belleza en sus matices naturales; los colores son más llamativos, más vibrantes, incluso el sol mismo parece ser más bello. Al liberar toda su magia, encanta los ojos de la audiencia, mostrándoles lo que ella ve, y lo hermosa que es la vida.

Con esto, muchos deciden votar por ella y aplauden por una de las mejores participantes.

 

Las horas pasan y varias magas concluyen sus desfiles, hasta que llega el turno de la favorita, Rizaria Camino.

—Ahora es el turno de la novena participante —anuncia Estrella mientras abraza a Luz, su caballo.

La gente se detiene y se pone de pie para contemplar a la mujer que ganó el último concurso, la bella y magnífica Rizaria Camino, esposa del señor Ojem’ava Camino, heredero de las tierras del oeste.

—Damas y caballeros, den un gran aplauso por Rizaria Camino.

 

Ya son las 6 de la tarde, y el público se siente tan emocionado como lo estuvo desde las 9 de la mañana. Incluso están aún más exaltados por la anticipación de ver a una de las magas más cautivadoras.

 

Una que no podía perderse de este desfile, se detiene de ensayar y se acerca para ver el espejo. Liyul, con sudor en su cara, acepta la toalla que Eali le ofrece.

—Buen trabajo, creo que eso es suficiente. ¿Cómo te sientes? —pregunta Eali, abrazándola por detrás mientras ella intenta secarse.

Ella iba a decirle que se iba a mojar con su sudor, pero sabía que no la iba a escuchar, así que hace lo mejor y se seca.

—Gracias. Me siento muy bien, y no te olvides de Melenas —menciona Liyul, volteando a ver a su compañero que recibía un buen masaje de los ingenieros.

—Claro, pero él es un profesional. Eso significa que no necesita que alguien le diga que está haciendo un buen trabajo —le dice riéndose, informándole un poco sobre sus pasados.

Los dos miran los espejos, al igual que el resto del grupo: Shi’el, los gemelos, Águila, la princesa, A’iana, el maestro que había traído a todos sus estudiantes, los ingenieros, un montón de humanos y varios magos que la estaban siguiendo de cerca. Más de la mitad de los espacios estaban ocupados en el lago, para sorpresa de Liyul. En dos horas iba a ser su turno.

 

El atardecer del día le daba un misterioso ambiente a este desfile, como si abriera una ventana hacia una noche llena de promesas de aventura. En ese preciso momento, Rizaria hace su aparición, descendiendo majestuosamente de entre las nubes anaranjadas, montada sobre su bello caballo negro. Su vestido centelleante, capturado por el viento, parecía flotar bajo los últimos rayos del sol, bañando su silueta en un resplandor dorado mientras las mangas largas ocultaban sus manos.

Esta entrada la hacía parecer a una deidad descendiendo a visitar la ciudad. Su rostro radiante y su sonrisa sincera infundían en los corazones de los espectadores un cálido sentimiento de nostalgia, como si presenciaran el regreso de un ser muy querido.

Al tocar el centro del aro, Rizaria se desmonta con gracia y comienza a acariciar a su fiel compañero, Noche, que la miraba con una atención casi humana. Con cada segundo que pasaba, la oscuridad se iba cerniendo sobre lo que quedaba del día, escondiendo las nubes que se despedían del cielo.

En los espejos, la imagen de Rizaria tocando los flancos del rostro de Noche y apoyando su frente en la del él, capturaba la atención de todos. Era como si estuvieran compartiendo un momento íntimo, comunicándose sin palabras. Entre ellos, una luz sutil comienza a emerger, intensificándose gradualmente.

La multitud observaba en silencio, con la respiración contenida. La anticipación se palpaba en el aire con sus suspiros, cada persona esperaba con paciencia, sabiendo que lo que iba a suceder a continuación sería un despliegue de grandiosa magia y belleza, digno de la atmosfera encantada de este atardecer.

 

Liyul y todos los presentes, queda maravillada al presenciar algo increíble. La magia de Rizaria cobra vida ante sus ojos, revelando los sueños de Noche como imágenes etéreas que flotan en el aire. Comienzan a ver momentos cruciales de la vida del caballo proyectados en un espectáculo luminoso de su pasado.

Primero, aparece la escena del nacimiento de Noche que sale al mundo como algo tan frágil y pequeño que impacta a la audiencia. Luego, la imagen cambia para mostrar a un potrillo, tambaleándose al dar sus primeros pasos al lado de su madre en un campo iluminado por el sol. Su galope inicial, logrado en apenas minutos, arranca exclamaciones de asombro entre la gente.

La proyección sigue su curso, mostrando a Noche en su descubrimiento de la amistad tanto con otros caballos como con humanos, y llega el momento emocionante en que Noche ve por primera vez a su futura ama, una niña tímida. La felicidad en sus juegos es mutua, forjando un lazo inquebrantable que los va hacer inseparables.

La narrativa avanza hacia tiempos más conflictivos, cuando las grandes casas intentan apoderarse de las tierras de su gente. Frente a esta amenaza, Rizaria los desafía y propone una carrera de caballos poniendo en juego el destino de su tierra. A pesar de la arrogancia de los adversarios, que subestiman a la joven y su caballo, ella los reta con fuertes palabras: afirma que si no pueden vencer a "una simple muchacha y su caballo", entonces no merecen las tierras de sus antepasados.

Las imágenes muestran cómo, en su condescendencia, los rivales aceptan el desafío, convencidos de una victoria fácil. Sin embargo, no cuentan con que Rizaria posee un talento para las carreras y que Noche es extraordinariamente veloz. Ese evento culmina con la sorprendente victoria de la joven, dejando una lección de humildad y coraje que resuena en el corazón de todos los presentes.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.