Pasos hacia el Destino

Capítulo 68, Falso pasado

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Sin sospechar lo que está por ocurrir, la mejor estudiante del templo recorre los pasillos, deteniéndose a contemplar cada retrato de los grandes magos del país, aquellos cuyas contribuciones dejaron una huella imborrable en la historia de la magia. Parte de ella desea que este momento no termine, pero al ver la salida, no puede evitar soltar un profundo suspiro. Cuando finalmente llega a la puerta y está a punto de abrirla, gira la cabeza para observar una última vez los salones, los cuadros, las medallas y los honores decorativos de tantas personas. Con una sonrisa rinde un silencioso respeto a todos esos objetos que la inspiraron durante tantos años. Una vez que termina, toma aire y abre la puerta para salir.
Afuera, para su grata sorpresa, “Eishmiv Vok” es recibida con vítores y aplausos por sus compañeros de clase, quienes, llenos de orgullo y cariño, celebran a la maga que logró romper su maldición. La gran maga, conocida como Eimi por quienes la conocen, no puede evitar sonreír ante la cálida recepción. Aunque sabía que iba a ver una ceremonia, esperaba algo pequeño e íntimo; jamás imaginó encontrarse con cientos de personas reunidas para felicitarla.
Sosteniendo su preciada bolsa de libros, como lo ha hecho desde su infancia, avanza con su gracioso cabello rizado que brinca con cada paso hacia el lugar que le han preparado. Los veinte amos de las artes mágicas la esperan en fila, y al llegar al primero, este la recibe con un cálido “felicitaciones”. Los demás le dedican palabras similares o expresan con entusiasmo lo orgullosos que están de ella.
Eimi no solo se ha convertido en la maga más excepcional de su tiempo, sino también en la única capaz de manejar los poderes más complejos sin ninguna restricción. En ella reside una inimaginable posibilidad de hacer lo imposible, y en los ojos de quienes la conocen, esta singularidad la eleva incluso por encima de las emperatrices bendecidas por la Diosa.
Con una alegre sonrisa y lágrimas rodando por sus mejillas, recibe los títulos de sus maestros. Abrazándolos con fuerza, promete no detenerse, que sus estudios continuarán. Al terminar de recibir cada título, se despide con una declaración: los espera ver a cada uno en su boda. La respuesta es un unánime "¡Sí!" que resuena entre los doscientos estudiantes presentes.
Elevándose en el aire, contempla el lugar que cambió su destino y a las personas que estuvieron a su lado en cada paso del camino. Aunque sabe que su vida está por cambiar, planea regresar algún día, y si es posible, lo hará con su familia, ahora que todas las puertas se han abierto para ella.
Se pone a pensar en todo lo que ha sucedido, reconociendo que al final logró proteger su tierra, a su familia y a sus amigos. La verdad es que todavía no puede usar la magia tradicional, en cambio, pudo encontrar algo diferente. Algo que no existe en ningún libro, algo que deberá documentar y explorar por sí misma. Eimi reconoce que su historia no es única, que otras también nacieron con la maldición, pero ella es la única que logró romperla. Y lo hizo cuando el fin parecía inevitable, cuando el sol comenzó a consumirlo todo: el agua, los árboles, los animales, y finalmente a las personas. Ni siquiera las más poderosas emperatrices pudieron detener esa tragedia. Sin embargo, ella lo hizo.
Ese poder reside en lo más profundo de su ser, algo que siempre ha podido ver: unos hilos que conectan todas las cosas. Estos hilos enlazan nuestras emociones, deseos, sueños e incluso se encuentran en nuestros idiomas. Son la fuerza que puede cambiar el mundo.
Todos sus amigos le desean suerte y, sin perder más tiempo, regresa a su pueblo para visitar a su abuela y recoger el vestido que le ha preparado.
Al aterrizar en la ciudad, la gente la recibe con entusiasmo, llamándola “la maga sin límites”. A simple vista, se ve como una joven normal: una chica de 22 años con cabello marrón que le cae hasta los hombros, y una piel bien bronceada. Su estatura alcanza los 5,8 pies, y a pesar que ahora puede volar, todavía disfruta correr.
—¡Hola, señorita, y felicitaciones! Todos estaremos allí —saluda una de las vendedoras de comida en la calle—. Toma esto, mi mejor plato.
Eimi respira el aroma de la comida, su favorito, y lo acepta con una sonrisa: pescado con arroz, bañado con el aderezo más exquisito del pueblo. Antes de que la vendedora pueda aceptar el pago, ella se niega con firmeza.
—De ahora en adelante, mis platos siempre serán gratis para ti —dice la mujer con convicción.
Eimi le agradece, no solo por este gesto, sino también por todas las veces que le ha dado comida, muchas veces a mitad de precio o gratis, desde que era una niña. Con una mirada sincera, le promete un asiento entre los invitados de honor en su boda, lo que hace que la vendedora estalle de felicidad.
—¡Estaré allí! —responde emocionada.

Con eso, ambas se despiden.

Al llegar a la casa, una anciana la espera ansiosa.
—Abuelita, deberías descansar —dice Eimi.

Akaria se niega, asegurándole que, desde que la curó, se siente mejor que nunca, llena de energía. Juntas entran a la casa y disfrutan de la comida.

A lo lejos, en el cielo, un ángel continúa vigilándola. En cuanto la luz del día se oscurece brevemente por un eclipse, la gran Diosa Iris aparece junto a “Petra Yios” y el resto de sus guardianes, entre ellos Lucero y Roxana. De todos, Lucero era quien sentía por la joven, por que su mundo está por acabar.
—¿Es esa la maga? ¿La que piensas que puede ganar el evento? —pregunta Iris mientras observa a Eimi conversar y sonreír junto a su abuela.

—Sí, es ella. Me hubiera gustado darle más tiempo —responde Petra con un tono rendido.

Adentro de la casa, Eimi se prueba el vestido. Al mirarse en el espejo, queda sin palabras: el vestido es tan hermoso que se ve como una auténtica princesa. Al girarse, y antes de que le pueda preguntar si le gustaba, corre hacia ella para abrazarla con fuerza y darle las gracias.
Horas más tarde, Eimi se lleva a su abuela a la plaza central, donde se reúnen con sus queridos padres para prepararse para el evento más esperado de la capital: la boda de la "maga sin límites". La plaza del castillo pronto se llena de miles de personas, tanto ricos como pobres, todos unidos para celebrar el matrimonio de su heroína y, por supuesto, del príncipe.
A las siete de la tarde, según la tradición, la ceremonia da inicio. Aquellos sentados cerca del altar se ponen de pie, rindiendo homenaje al hijo de la emperatriz, que avanza acompañado de sus orgullosos padres. El príncipe Julian, de cabello negro y ojos verdes, se posiciona frente al altar, esperando ansioso a la mujer que pronto será su princesa.
La plaza brilla bajo las radiantes luces, creados por globos de papel que flotan por el cielo. Al tono de la música de matrimonio, Eimi aparece caminando junto a su abuela y sus padres, acercándose al altar para tomar su lugar.
El público hipnotizado por el esplendor de la ceremonia, guarda un profundo silencio de admiración. Cuando ella acepta y el príncipe coloca el anillo en su dedo, el rostro de Eimi se ilumina con una felicidad indescriptible. Pero justo en ese momento, la luz de la noche se torna ominosa, y un coro de preguntas comienza a surgir entre la multitud.




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