Todavía recostada, Eimi se encuentra inmersa en un mundo lleno de preguntas, preguntas que por alguna razón sus memorias no pueden acceder. Aunque no logra reconocer las figuras que aparecen ante ella, distingue claramente los sentimientos que estas evocan; fuertes emociones de su corazón. Especialmente aquella mujer que la cuidó y la amó profundamente durante su vida, alguien por quien siente un intenso deseo de proteger.
En su mente desfilan los recuerdos como fotografías que se desvanecen y reaparecen. En ellos ve a dos figuras: una niña sosteniendo un libro con una mirada llena de curiosidad y una mujer con una expresión que irradia felicidad y orgullo. Aquella mujer parece ser quien sembró en Eimi sentimientos invaluables: el deseo de aprender, la fortaleza para no rendirse, la voluntad de proteger a quienes lo necesitan y en soñar, tanto con lo posible como con lo imposible. Estos dones se convirtieron en el guía que eventualmente cambiaron su destino.
Mientras explora más de esos fragmentos de memoria, descubre que esa mujer es su abuela. Eso le permite recordar con claridad cómo, a pesar de los muchos malestares que siempre la aquejaron, su abuela jamás se quejó en su presencia. Nunca maldijo su situación, nunca dejó de sonreír. Más aún, siempre estuvo rodeada de buenos amigos y una familia que la amaba incondicionalmente. Su abuela no permitió que aquella maldición que cargaba la definiera ni que le robara la oportunidad de vivir una vida llena de aventuras y recuerdos inolvidables.
Se recuerda también que en cada visita, su abuela le relataba con entusiasmo los grandes viajes que había realizado. La historia de su romance con su abuelo, un hombre que había sido uno de los guerreros más valientes y apuestos de su tierra. Es por eso que Eimi se dedicó con fervor a encontrar una manera de ayudarla. Poco importaba que no tuviera la capacidad de usar magia; eso no la detendría. Se aferró a algo diferente, algo que trascendía la esperanza, algo que solo ella podía percibir y que sabía con certeza que existía.
Al principio, nadie le creyó cuando habló de la posibilidad de superar la maldición, de la existencia de un gran poder al otro lado de la magia. Sin embargo, gracias a su dedicación y estudios, comenzó a comprender lo que podía sentir: un mundo más allá de nuestras limitaciones, un mundo lleno de conceptos infinitos que se manifestaban en forma de hilos invisibles.
Una vez más, Eimi intenta concentrarse en sus amigos, su familia y en su esposo. Pero cada vez que se esfuerza por recordar, regresa a aquel día que la empuja a olvidarlos. Los rostros se desvanecen como sombras en la niebla, dejándola con la sensación de vacío. Sabe que pronto despertará. Entonces, en que duerme, manipula los hilos que percibe, creando una conexión con esas memorias perdidas. Sus labios murmuran suavemente un nombre: “Akaria”. Y en ese instante, su mente libera algunos nombres más, incluyendo el suyo.
Lentamente, Eimi abre los ojos. Al mirar hacia arriba, distingue el rostro de alguien que la sostiene en su regazo. Los ojos de la mujer la observan con calidez, y una sonrisa amable ilumina su expresión.
—¿Quién eres? —pregunta Eimi mientras ajusta la vista.
—Yo iba a preguntarte lo mismo —responde la mujer, inclinando ligeramente la cabeza—. Te desmayaste en mis brazos, así que te trajimos a este parque para que descansaras. De todas formas, me llamo Felsa Lequint, y ella es mi amiga E’iana.
Eimi asiente levemente, todavía desorientada.
—Yo soy… Eishmiv, pero puedes llamarme Eimi —dice mientras se incorpora, tomando asiento en el banco del parque.
—¿De dónde vienes? —inquiere A’iana, sin apartar la mirada de sus movimientos.
Eimi se queda pensativa, buscando en su mente alguna respuesta que tenga sentido. Finalmente, responde con una voz de incertidumbre:
—No lo sé. Lo único que sé es que me escapé del castillo.
La revelación provoca un intercambio de miradas entre Fel y A’iana, quienes dirigen instintivamente su atención hacia el imponente castillo que se alza en la distancia.
—Entonces es cierto lo que Melai’a nos dijo —comenta A’iana, volteando hacia Fel.
Eimi frunce el ceño, confundida. Antes de que pueda preguntar, Fel comienza a explicar:
—Según lo que escuchamos, algunas de las magas representantes de las Diosas están siendo extraídas a la fuerza. Pero, si aún recuerdas tu nombre… eso significa que tu memoria sigue intacta.
A’iana se acerca a Fel.
—Sabes lo que eso significa —dice, su tono cargado de implicación.
Fel asiente con un gesto casi imperceptible, consciente de lo que su amiga insinúa. Eimi, sin embargo, no logra comprender del todo el intercambio.
—Esa mujer podría ser nuestra oportunidad de acercarnos a la Diosa Petra —murmura Fel, su voz apenas audible para Eimi.
Finalmente, Fel extiende una invitación.
—¿Qué dices si vienes con nosotras?
Eimi titubea por un momento, pero sin otra opción, acepta.
Mientras tanto, en el castillo, las luces recorren los alrededores en una búsqueda frenética, pero Biala no le presta demasiada atención. En su habitación, abre el armario con calma, examinando las prendas que cuelgan ordenadamente. Busca algo apropiado para su cita. No tenía intención de ponerse algo demasiado atractivo, pero tampoco deseaba vestir un atuendo simple o aburrido.
En la pared, al fondo del cuarto, un espejo se encuentra. Allí, se ve a una mujer media desnuda, comenzando a reflexionar.
Se pregunta cuanto tiempo a pasado desde que logró escaparse de una casa cuyo nombre ni siquiera desea pronunciar. Después, junto con Polanof y otros compañeros, formaron una banda y durante un tiempo vagaron libres, viajando a donde sus corazones los guiara. Esa vida de libertad cambió cuando se encontraron con la Diosa Petra. Bajo su guía, comenzaron a construir una nueva casa, una digna de orgullo, que reflejara fuerza y ofreciera oportunidades. Con esfuerzo, el lugar se convirtió en un símbolo de todo lo que aspiraban. Cuando Petra alcanzó una posición entre los “Dioses de la Creación”, su poder y prestigio se consolidaron aún más al establecer una alianza estratégica con la Diosa Iris.
Biala suspira, ajustando los pliegues de su atuendo mientras una leve sonrisa curva sus labios. Acepta que le debe bastante a su amigo.
Al principio, su posición entre las fuerzas encargadas de proteger la casa parecía asegurada. Petra lo transformó, poniendo su confianza en él, sin embargo, con el tiempo, esto terminó. La Diosa se enamoró de él, y cuando eso ocurrió, su comportamiento dio un giro inesperado. De pronto, ya no soportaba verlo rodeado de otras mujeres, y mucho menos que arriesgara su vida en cada misión. Su preocupación, aunque nacida del afecto, terminó por costarle su puesto. Petra lo retiró de sus funciones como protector, sustituyendo su papel por títulos honoríficos como consejero. Pero para entonces, el daño ya estaba hecho. Su relación, tanto profesional como personal, nunca volvió a ser la misma.
Con el paso de más tiempo, la incomodidad se volvió insoportable. Meses después, decidió abandonar la casa. Su plan era partir con su amigo Polanof, alguien con quien deseaba compartir sus ideales y sueños. Pero cuando le pidió permiso a Petra para marcharse, su respuesta lo tomó por sorpresa: rechazó su petición.
No podía creerlo. Ella le había prometido, desde el principio, que nunca lo retendría, que cuando llegara el momento de partir, ella lo dejaría ir. Esa promesa había sido la misma que lo convenció a poner su vida en las manos de la Diosa.
Desesperado y sin otra opción, decidió tomar una medida drástica: romperle el corazón, convencido de que esa sería la única manera de que lo dejara ir. Entonces comenzó a tratarla con cariño y ternura, buscando que ella se enamorara aún más de él, todo con el propósito de que el golpe fuera más devastador. Hasta que, un día, llevó a otra mujer a su cama, una mortal.
Pero su plan fracasó. Lo que sucedió a continuación fue peor de lo que había imaginado. Ahora, atrapado en el cuerpo de una mujer, se encuentra sin posibilidad alguna de escapar. Baja la cabeza, dejando escapar una risa amarga y casi inaudible. Cuando la levanta, su mirada se fija en un vestido verde colgado en el armario. Se dice que después de todo, al menos tiene a su amigo.
Decide que esta noche finalmente la tendrá. Felsa había estado jugando a hacerse la difícil, pero quizás con ella pueda borrar una pequeña parte de su pasado, aunque sabe que no es tan sencillo. Por mucho que lo intente, los recuerdos siguen ahí, resistiendo cualquier intento de olvido. Debe mantenerse fiel a su convicción; no puede permitirse ser como antes. No puede retroceder. Sin embargo, algo la inquieta profundamente: Polanof. Ha notado que en los últimos días se ha mostrado distante, casi como si estuviera lidiando con algo que no quiere compartirle. Entre todos, él es la única persona en quien confía plenamente; nunca le ha fallado. Pero no puede sacudirse la extraña idea de que Polanof ha comenzado a desearla.
Se vuelve hacia el espejo, buscando en su reflejo algún indicio de verdad. Lo que encuentra la desconcierta. Frente a ella está alguien que parece igual, con el mismo rostro y el mismo color de cabello. Sin embargo, esa mujer del espejo tiene una larga melena que cae como un manto y una expresión de desolación. Sus ojos, oscuros y abatidos, parecen incapaces de ver un final para su cruel existencia.
La idea de que Polanof pudiera desear algo más que amistad era perturbadora. ¿Acaso su amigo estaba sugiriendo algo más? La sola posibilidad le eriza la piel. Hasta ahora, había logrado convencerse de que todo era un juego, pero el pensamiento persistía. ¿Y si no lo era? ¿Y si Polanof realmente sentía algo por ella?
“No”, se lo dice. Era demasiado. Era la última cosa que haría: considerar la posibilidad de que un hombre la domine. Decide entonces que si su amigo albergaba esos sentimientos, tendría que enfrentarlo y ponerlo en su lugar.
La biblioteca en Booknet es una lista útil de libros, donde puede:
guardar sus libros favoritos
ver fácilmente las actualizaciones de todos los libros de la biblioteca
estar al tanto de las nuevas reseñas en los libros
Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.