Pasos hacia el Destino

Capítulo 95, ¿No me reconocen?

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Antes de avanzar a la siguiente calle, Isabel se detiene. Primero, tocándose el mentón con un dedo, voltea a la derecha, donde la carretera se extiende hacia el distrito de los bancos internacionales. Allá, los edificios llamados rascacielos se elevan imponentes, tocando el cielo y el destino de muchos con sus puntas afiladas. Los letreros, enormes y coloridos, se leen fácilmente incluso a una distancia de más de dos millas.
Luego voltea a la izquierda, lo que la llevaría a la “Plaza de los Héroes”. Hasta puede ver algunas de las estatuas alzarse por encima de los tejados, figuras que parecen vigilar la ciudad. Sin duda, ese lugar rinde homenaje a los grandes personajes de Encan, aquellos que marcaron su historia con actos dignos de leyenda.
Al frente, un amplio corredor los invita a todos hacia los centros de comercio y artesanía, donde el bullicio del trueque de los puestos pinta la atmósfera con vida y energía, que se pudiera describir como el corazón de la ciudad.

Para asegurarse, saca su mapa y lo revisa con atención. Sus ojos recorren las líneas y símbolos, y confirma que debe avanzar hacia la Plaza de los Héroes. Antes de guardarlo, abre su pequeña bolsa de cuero y cuenta las monedas que tintinean adentro, esperando que sean más que suficientes para este día de excursión.

Comienza a caminar, pero apenas da unos pasos y su estómago protesta con un gruñido. Así que decide comprar algo de los vendedores ambulantes que bordean la calle con sus carretas. Se detiene ante uno que ofrece pan caliente con quesos fundidos en su interior. La mezcla de olores es irresistible.

Está por comprar uno, pero justo antes de que el vendedor cierre la pequeña bolsa de papel, seguida por una advertencia, su estómago vuelve a rugir. Se dice que tal vez va a necesitar más para el largo recorrido que le espera. Al final, termina comprando tres.

Isabel sabe que no hay mejor forma de conocer un lugar que mezclarse con su gente, sentir la vida que fluye en las calles, saborear la comida local, escuchar su música y apreciar los detalles de su arte. De niña aprendió que la historia de Encan tiene mucho en común con la de Imas: ambas fueron parte del mismo imperio durante siglos, hasta que la aparición de otra maga con la bendición cambió su destino. Espera que algo así no le suceda a su querida Xhaln.
Sacude esos pensamientos de su mente con un suspiro y se concentra en el pan caliente. Da un gran mordisco y de inmediato se arrepiente. En su mente grita: “¡Ah, no!”, mientras sus ojos se abren de dolor. Está por escupirlo antes de que le queme la lengua por completo, pero un grupo de personas se le aproxima, obstruyendo cualquier escapatoria. Sin más opción, y con el rostro completamente arrugado por el esfuerzo, traga el bocado que le quema la garganta.
Usa toda la saliva que tiene para intentar aliviar el ardor en la boca, y sin perder tiempo, se apresura hacia la siguiente carreta de bebidas. Compra un cono de helado y lo devora en segundos, sin llegar a distinguir siquiera qué sabor tenía. Solo cuando suelta un suspiro aliviado, prosigue a comer el resto del pan, que para entonces ya está tibio.

El secreto para comer esos panes es partirlos antes, dejar que el queso respire y baje de temperatura. Pero, como una turista distraída, no le hizo caso a la advertencia.

Adaptarse a la vida de princesa en una tierra extranjera no ha sido tan fácil como imaginaba, sin incluir el hecho de haberse convertido en madre este año. Suelta otro suspiro, más profundo, cargado de pensamientos. No esperaba que su vida diera un giro tan drástico. Mientras agarra otro pan de la bolsa, esta vez lo parte como se debe. El vapor sale acompañado de un aroma tan delicioso que no puede evitar reírse un poco.

Quince minutos después, tras cruzar varias calles y haber terminado de comer, llega a la entrada de la Plaza de los Héroes. Toma un momento para contemplar el lugar.
Cada estatua está adornada con diferentes flores que se extienden a sus pies, que pudieran representar el color favorito o la personalidad de los héroes. En total, hay cincuenta monumentos. Se acerca al más cercano, el de un mago que sostiene un rifle con ambas manos, y junto con otros visitantes, se pone a leer la placa tallada en piedra. El texto explica que ese mago fue uno de los primeros pioneros en combinar armas de fuego con magia, y que usó su poder para defender a su pueblo, entregando la vida por ellos.

Antes de pasar a la siguiente estatua, saca su cámara y toma un par de fotos. Incluso le pide a un turista que le saque una junto al monumento. Así se le pasan un par de horas: leyendo placas, conociendo historias, tomándose fotos. Hasta que finalmente, decide continuar su camino hacia el teatro, no sin antes prometerse regresar para terminar de leer sobre el resto de los héroes.

Mientras camina, otro pensamiento se le viene a la mente: ya han pasado seis meses desde que llegó a este hermoso país. Y aunque muchos la llaman princesa, su vida aquí ha sido una de aislamiento. No solo por su seguridad contra los fanáticos de la nueva “hija del universo”, sino también por aquellos que desean romper el pacto entre las tres naciones.

Al principio, su madre se opuso a la relación entre ella y el príncipe Mardul, pero para ese entonces ya era demasiado tarde. No esperaba enamorarse con tanta rapidez, ni que alguien pudiera reclamar su corazón de una forma tan absoluta que le hiciera imposible imaginar su vida junto a otra persona. En apenas tres días, consumaron ese amor.
En su mente, las palabras de su madre aún resuenan, duras y persistentes: que sus culturas son muy diferentes a las de ella, que ellos provienen de un imperio débil. Esa discusión se prolongó durante varios días, causó heridas y las llevó a dejar de hablarse durante meses.
Se detiene en medio de la vereda, cuando esos recuerdos le golpean el pecho.




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