Rouses
Las palabras de Alessio retumban en mi cabeza. No obligas a nadie a amarte Rouses y yo no iba a hacerlo. Si bien cuando llegue él me atraía, no era mi tipo. Él era prepotente y un engreído, aún lo es. Pero con el tiempo vi que solo era una cubierta y que en el fondo había más. Cuando vi su fondo me gusto y quede a gusto. Me planteo muchas cosas, que hubiera pasado si me hubiera dicho la verdad.
Mínimo hubiera salido corriendo, lo habría obligado a anular ese matrimonio. Matrimonio que no me incomoda, lo que me incomoda es que lo todos lo sabían menos yo. La actora principal. Mi esposo, mi esposo.
Me tranquilizo y pienso, pienso en ¿qué pasaría si…? Alessio me gusta, lo quiero. Pero estoy molesta porque haya estado con Regina aun estando casado conmigo. Ella, lo tocaba, tocaba a mi marido. Eso me hace querer gritar y arrancarle su cabello. Me doy cuenta de que son celos. Siento celos de la mujer que está parada frente a mí.
—Vengo hacer un trato
—¿Trato? —No sé qué habla
—Sí, ustedes me han humillado. Y quiero venganza —Lanza las fotos de mi boda sobre la mesa —Le he enseñado esto a mi abuelo. Sabes lo que pensó de mi tío cuando lo vio ahí. Pues que sepas que él podrá perderlo todo y más esta vez.
—¿Qué quieres?
—Que lo dejes, quiero que rompas este matrimonio —Sonrió —Oh empezaré a crear conflicto. Sabes que las víctimas son más escuchadas que los victimarios
—¿Qué insinúas?
—Sabes de lo que hablo —Sonríe con malicia
Me siento justo cuando la puerta se abre y Alessio entra seguido de Maritza.
—Si alguien vas a amenazar debe ser a mí —Le dice —No ella, ni a su tío
Los gritos empiezan y yo solo cierro los ojos. Golpeo la mesa a mi lado y se callan. Me duele la cabeza, la cabeza.
—Hablaré con tu abuelo, ahora vete que me produces jaqueca
—No logras nada.
—Ya veremos
Sale y miro a Alessio y Maritza. Me paso la mano por la cabeza. Joder que este chiste me está saliendo caro. Miro a Alessio enojada, lo estoy él, conmigo.
—Llama a Grecia
Maritza lo hace y en pocos minutos, el padre de mi madre está al teléfono.
—Alejandra, Alejandra, ¿Cómo está tu esposo?
—Regina acaba de irse
—¿Fue a llorar? —No respondo
—¿Es verdad lo de mi tío Eros?
—No tengo un heredero más que él, Regina quería un castigo, pero no se lo daré
—¿Cómo sé que eso es cierto?
—Ven a Grecia esta Navidad, y hablaremos. Salúdame a tu esposo, tráelo también
Cuelga y yo dejo el teléfono de lado. Mi abuela entra y me mira.
—¿Desde cuándo le haces caso a un D’Alturi?
—Desde que mi cuello no es el único en juego —Cirro los ojos —¿Qué dice el parlamento?
—Nada —Miente
—Mientes —Me mira —Ayer vino Humberto Piero, estuvo dos horas aquí. Habla antes de que se salga de control.
—Están revisando la legitimidad del matrimonio —La cabeza me duele, siento que me van a explotar, los ojos me arden —Quieren…
Se queda callada.
—Quieren desestimar el matrimonio y presentar a sus candidatos. Además de hacerte una prueba de virginidad, en caso negativo se volverán a casar. En caso positivo…
—El matrimonio no existió —Término
Ella asiente y siento una opresión de mi pecho ¿Por qué siempre deben inmiscuirse en mi vida? Miro a Alessio y no dice nada.
—Pueden dejarnos solos, por favor
Mi abuela asiente y sale con Maritza.
Alessio no dice nada, se sienta frente a mí y reparo en él. Luce cansado, tiene unas ojeras horrorosas.
—Tú dirás esposa —Lo miro
Quiero golpearlo por ocultar cosas, su comentario no pasa desapercibido para mí, me provoca escalofríos en la boca del estómago.
—Ya que los dos estamos atrapados en esto…
—Atrapada tú, porque hace tres años yo decidí compartir mi vida contigo y aún lo quiero así. Rouses.
Aparto la mirada y escucho que se pone de pie hasta estar frente a mí, sosteniéndome de la barbilla, es alto, bastante, se pone a mi altura arrodillándose. Pone un mechón de mi cabello, detrás de mi oreja, toma mi mano y deja algo en ella. Cuando veo que es son los anillos. Nuestros anillos. Lo miro.
—No tengo derecho, ni puedo obligarte a estar conmigo —Indica con pesar —Solo puedo pedirte una oportunidad para demostrarte lo que esto significa para mí.
Coge mi otra mano y la lleva a su pecho. Quiero apartarme, estar cerca de él no me deja pensar, su cercanía es abrumadora. Alessio no me deja, lo miro a los ojos con la respiración irregular y con enojo. Cierro los ojos y trato de tranquilizarme.
A mi corazón lo escucho en mi cabeza y lo único que me dice es que él es lo correcto ¿Lo es? Quiero que lo sea. Abro los ojos y lo miro, su expresión es igual o peor que la mía.
Lo abrazo, él se demora en responder, pero lo hace, siento sus labios sobre mi cuello, no me apartó, lo beso en las mejillas. Me separo un poco de él, lo miro.
—Estoy muy enojada, pero estoy cansada y ya no quiero pelear más Alessio. Si vamos a apostar por esto, por nosotros debemos hacerlo juntos.
—Lo haremos —Dice con una sonrisa en el rostro. Toca mi rostro, y lleva hebras de mi cabello detrás de mis orejas —Te he esperado por lo que parece ser una eternidad, pero iremos a tu paso —Asiento
Sus manos van a mis caderas y se pone de pie conmigo, me sostengo de sus hombros con los anillos aún en las manos. Me contempla, de una forma que me pone la carne de gallina. Está por besarme cuando la puerta se abre y Erick y Máximo entran seguido de Esteban.
—Ups —Dice mi primo —Los niños estaban poniendo de mal humor a tu abuela y bueno…
Alessio me baja y los niños vienen a mí con unas bolsas.
—El tío Estaban no ha traído un regalo —Comenta Erick
—¿Dónde estabas? —Le pregunto a mi primo
—Por ahí —Lo miro y veo que su mirada se dirige a Alessio, cuando se da cuenta dice —Pensé que estabas enojada, así que decidí pasar fuera unos días
—Con la que estoy más enojada es con él —Señalo a Alessio —Debiste decirme, pensé que ya habías regresado a Londres
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Editado: 24.12.2025