Passione

5

Rouses

Despierto sobresaltada en una habitación que no conozco, no sé donde estamos. Mis últimos recuerdos me invaden. Me pongo de pie y la cabeza me marea, me sostengo en uno de los muebles y me reparo en el espejo, tengo una venda, y uno que otro rasguño. Salgo de la habitación buscando a los demás, hasta bajar por unas escaleras, llego hasta un salón donde escucho voces, me detengo al ver un acogedor salón lleno de varias personas de espaldas a la puerta.

Una puerta a otro se abre y una mujer entra con varios papeles en la mano, se queda inmóvil al verme. No sé quién es, pero ella parece saber quién soy.

—Eris, ¿trajiste lo que te pedí?

El hombre que le habla mira en mi dirección, retrocedo al ver de quién se trata.

—La comida estará lista en veinte minutos, porque no van por…

Retrocedo chocándome con el mueble y la puerta detrás de mí. Llamado la atención de todos. Miro a la persona a lado de Alessio y me llevo las manos a la boca. Niego con la cabeza y el aire me falta.

—Rouses

Alessio se acerca y yo lo miro esperando una respuesta.

—Tu nariz —Me la toco y veo sangre

—No

Mi voz es un susurro que no me deja respirar, no quiero olvidar de nuevo, no quiero. Miro a las tres personas y tomar aire, trato de mantenerme de pie y trato de salir de la habitación, pero no puedo las piernas me fallan y todo se comienza a poner negro.

Recuerdos, invaden mi mente. De esos dos hombres enseñándome a vivir. Cuando me llevaron a pescar o la primera vez que me enseñaron a disparar. Cuando me dijeron que ensuciarse estaba bien. Eso y más regresa.

La habitación está oscura cuando despierto, me muevo y una sombra a mi lado también.

—¿Rouses?

Alessio habla con temor.

—Me duele la cabeza, ¿Puedes encender la luz? —Pregunto

Cuando lo hace puedo verlo, parece contrariado.

—¿Qué recuerdas?

—No he olvidado nada —Le digo

Su semblante cambia y se transforma en uno más duro. Me pongo de pie y él camina por la habitación, se pasa las manos por el cabello.

—¿Qué pasa? —Le pregunto

Me mira enojado y toma aire

—¿Pues yo te pregunto eso? ¿Qué carajos te paso por la cabeza para irte a la boca del lobo, teníamos un trato?

—Pues yo no me podía quedar con los brazos cruzados, es mi hijo.

—¿Y?

Lo miro enojada

—¿Como que y?

—Si ¿Y? ¿Y qué pasaba después, quién lo cuidaría Rouses? ¿Lo sacabas de ahí y quién lo cuidaría? ¿A qué costo estabas dispuesta de salvarlo? ¿A cambio de tu vida, pero arruinando la suya? ¿Perdería a la única familia que tiene? ¿En qué pensabas he? No es que no lo hacías —Continúa con el vómito verbal —Eres una desconsiderada, no pensaste en nada, actuaste por instinto y casi te vuelvo a perder

—Pero Máximo….

—¿Qué no lo ves? —No digo nada —Si te pasa algo perdemos todos

—Y yo pierdo si le pasa algo a mi hijo —Me mira —No podía quedarme con los brazos cruzados, mientras tú te ibas y debía hacer algo

—¿Y lo mejor que se ocurrió fue hacer un trato con Ivo? Un trato que hará cumplir

—Pues lo volvería hacer

—¿A costa de qué? ¿De dejar huérfano a Máximo? ¿De dejarme como un loco aquí? Te dije que traería conmigo, peor no me creíste

Lo dice con resentimiento.

—Alessio yo…

—Ya veo que no confías en mí, y que tu palabra poco lo vale. —Va hasta la puerta —Buena manera de empezar un matrimonio

Se va y me deja en la habitación. Me siento en la cama y me abrazo a mí misma. Yo solo quería recuperar a mi hijo.

Salgo de la habitación y bajo al salón donde todos están. Discuten, pero eso muere cuando me ven. Angelo es el primero en acercarse.

—Has crecido mucho —Sonríe —Mi lenteja ahora es del tamaño de un árbol

Lo miro y quiero abrazarlo, pero al mismo tiempo quiero gritarle y preguntarle por qué ha hecho esto.

—Déjala Ángelo o te dará una tunda —Alessandro habla desde atrás y lo miro. Ángelo se aleja —Debemos hablar

Asiento y los sigo hasta un comedor donde todos tomamos asiento, no veo a la chica rubia de los documentos, ni a Henry.

—Supongo que deberemos comenzar explicando por qué hicimos esto

—Que sea desde principio hermanito —Le dice Nicolás a Tomás

Tomás me mira con esos ojos azules que parecían turquesas. Está vivo.

—Hola Rouses

—Creí que éramos amigos —Me mira y sonríe

—Alessandro explícate —Pide Cronos

—Después de nuestra reunión, comenzaron a seguirnos. El consejo empezó a darnos menos ayuda, y los enfrentamientos con los grupos insurgentes rayaban el filo de la luz. Mandamos mensajes, que no se nos respondieron y vimos al idiota de Patricio Capone aliándose con los otros. Así que empezamos un plan.

—Descubrimos varios documentos de los miembros del consejo y eso nos les gustó. Iban a matar a Rouses, habían descubierto su identidad, así que sabíamos que uno debía desaparecer, para que Rouses entrara en el juego. La muerte de más peso era de Alessandro y en un principio, pensamos en matarme a mí, pero…

—Eso a Bianca no le gusto —Continúa Alessandro —Así que fui yo —Me mira —Mi muerte te dio un lugar. Te di explicaciones muy claras, recuerdas

—Jamás me dijiste que morirías —Indico —Nunca pensé que esa sería la última vez que te vería

—Lo hiciste bien, lo único que no seguiste fue la orden, no acercarte a Alessio Caruso

—¿Qué paso después? —Pregunta Nicolás

—El consejo no quería aceptar a Rouses como sustituta y la pusieron a prueba, le ordenaron hacer doce tareas para probar su lealtad y ella lo hizo, pero están reacios y comenzaron a atacar a Ángelo. Bianca se fue y fue cuando decidimos que el debía desaparecer para que Rouses tuviera el mando completo

—No fue fácil —Indica Ángelo —No quería abandonar a mis pequeños, pero fue un caos ¿No?

—Descubrimos que el consejo controlaba un grupo en la zona y que dicho grupo había envenenado la mente de Elara, y que ella se revelará




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